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El Padre Tomás Von Schulz es un canto a la fidelidad de Dios

Al cumplirse 60 años de su ordenación sacerdotal, el párroco emérito de la Catedral de Goya, presbítero Tomas Von Schulz, presidió el 17 de diciembre una misa en el templo catedralicio. Concelebraron el obispo diocesano, Adolfo Canecin, el vicario general presbítero Juan Carlos López y varios sacerdotes.

En su homilía, el sacerdote de 89 años de edad, expresó su alegría por compartir con la comunidad este aniversario e hizo un relato de su trayectoria ministerial, destacando aspectos de su desempeño como cura obrero.

Además del obispo diocesano, concelebraron los párrocos Pablo Stortti, Rubén Cattay, Raimundo Romero y Orlando Gutiérrez

Al narrar como surgió su vocación sacerdotal, brindo algunos conceptos de su “conversión a la religión católica” desde su niñez donde fue descubriendo su llamado ministerial, porque desde niño “a pesar de ser evangélico me enviaron a estudiar a un colegio salesiano” Santa Isabel en San Isidro, provincia de Buenos Aires y en esa época “casi todos los profesores eran sacerdotes” en el nivel secundario.

“En esa época una de las cosas importantes que me marcaron era que a los alumnos antes de ingresar a las clases teníamos que participar de la celebración de la Santa Misa” y fue allí donde fue sintiendo su atracción por la Iglesia Católica, “era la primera vez que entraba en un templo y me deslumbro” en esa época donde la misa se oficiaba en latín.

Continuo diciendo “yo me quedaba fascinado mirando todo eso” y en las clases dijo que le llamaba la atención del desempeño de un sacerdote que conversaba con los alumnos en los recreos, pero, “yo no me animaba a dialogar con él pero veía que hacia ese sacerdote y, un día cuando quedo solo, me acerque a él y le manifesté que era evangélico, que quería ser católico” y reconoció que también en ese momento le dijo “yo también quiero ser sacerdote, es decir, las dos cosas: católico y sacerdote” pero no tuvo la aprobación en esta decisión de su madre, que decidió “sacarme de ese colegio y me envió a otro” y cuando manifestó que quería entrar al seminario la madre le expreso su negativa diciéndole que “hasta que no tenía la mayoría de edad, que en ese tiempo era a los 21 años, estaba bajo su potestad y no me autorizo el ingreso al seminario”.

Al cumplir los 21 entro al seminario y se ordeno años después de sacerdote en la Catedral de San Isidro.

Recordó a su amigo que también era sacerdote el presbítero Miguel Catarineua y fue su primer destino pastoral en un nueva parroquia y fue en esos lugares donde sintió la “necesidad de trabajar” y le dije a mi obispo que quería ser “un sacerdote trabajando” y asi se desempeño en varias fabricas durante años.

En la diócesis de San Isidro conoció a monseñor Alberto Devoto, que en ese entonces era el vicario general y, cuando el papa Juan XXIII lo designo obispo de la Diocesis de Goya, fue allí cuando le solicito permiso a su obispo para trasladarse a esta nueva diócesis.

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