En la localidad adyacente a Capital, el obispo auxiliar José Adolfo Larregain presidió la misa central y en la figura de Ana y Joaquín llamó a revalorizar el rol de los adultos mayores. El religioso, además, bendijo semillas que se repartirán en pueblos cercanos.
La comunidad de Santa Ana, localidad distante a 16 kilómetros de Capital, celebró ayer con especial énfasis su fiesta Patronal en honor a Ana y Joaquín, santos del catolicismo que fueron los abuelos de Jesús de Nazareth.
La jornada comenzó muy temprano con repiques de campanas, luego los feligreses rezaron el rosario y a las 11, el obispo auxiliar, José Adolfo Larregain, presidió la misa central. Como marca la tradición, el Pastor bendijo las semillas, puesto que precisamente ayer inició la Semana Continental de las Semillas Nativas y Criollas, época de siembra para la cultura alimentaria de la provincia de Corrientes.
Por la tarde hubo una caravana por las calles de la ciudad. Vale reseñar que todo se concretó respetando los protocolos sanitarios exigidos para evitar el contagio del COVID.
Durante su homilía, Larregain mencionó profundos conceptos de honra y valoración a la santa venerada y su importancia en la historia de la Iglesia.
“Cada 26 de julio nos encontramos en Santa Ana de los Guácaras para celebrar la fiesta de la Abuela Santa Ana. En este día de san Joaquín y santa Ana saludamos muy especialmente a los abuelos. Fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a su hija María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión: ser la madre del Hijo de Dios”, profesó el Obispo Auxiliar.
“El Papa Emérito Benedicto XVI, un día como hoy, en el año 2009, resaltaba, a través de las figuras de Joaquín y Ana, la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia”, añadió.
“El Papa Francisco, en ocasión de esta Fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, destacaba que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios, lo dio al mundo y nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”, valoró.
“Joaquín y Ana -prosiguió- vieron el inicio del cumplimiento de los tiempos mesiánicos que estaban aguardando desde siglos. En ellos se da la espiritualidad de los pobres de Yavé: profundo espíritu de piedad, adoración, confianza, amor a su pueblo, humildad, sentido social y amor a los pobres”.
Canastas a 15 pueblos
En la misa central, el Pastor bendijo canastas de semillas nativas, las cuales durante la semana serán enviadas a 15 pueblos de la zona, para promover el valor de las semillas, que son vida en estado latente, legado de la naturaleza y de la sabiduría milenaria para la supervivencia de los pueblos.
“Te damos gracias, Padre Dios, que nos diste y nos das la vida a todos y cada uno de nosotros y gracias también porque nos regalaste los medios para mantenerla. Hoy especialmente, te damos gracias por las semillas nativas y criollas que son simientes, vida en estado latente, un legado de la naturaleza y de las diversas culturas. Gracias porque ellas son un bien de propiedad común para ser compartido por y para el bienestar de todos, incluidas las futuras generaciones. Porque las semillas llevan en su interior encerrada la vida con una potencia inmensa”, mencionó Larregain.
Bajo esa temática, añadió: “En la celebración y rito de la bendición de las semillas, se realiza el reconocimiento a los pueblos por ser parte de la naturaleza.
Esta fecha nos hace tomar conciencia sobre la profunda relación semilla-tierra. De este modo se da inicio a la Semana continental de Semillas Nativas y Criollas, y que como todas las fechas que celebran los pueblos, tiene en su espíritu luchas, fatigas, dolores, gozos, alegrías, sueños, metas y logros a alcanzar”.
“En este día de fiesta de Santa Ana reafirmamos la idea fuerza que las semillas son patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad. Jesús es la semilla que se siembra en nuestras vidas para dar fruto y en abundancia. Estamos llamados a ser semilla, semilla de cambio y reino en el mundo que vivimos”, expresó.
Raíces sólidas
En el final de su alocución, el Obispo Auxiliar exaltó: “Le damos gracias a Dios por los abuelos y pedimos por ellos. Son nuestras raíces, los que han realizado en nosotros la siembra de bien, verdad, fe, compromiso, solidaridad y justicia”.
Por último, aseveró: “Le pedimos al Señor, nos conceda siempre esperanza y confianza para aguardar y poder vislumbrar la manifestación del Señor en nuestras vidas. Dios está siempre con nosotros, no nos abandona, Él fecunda y otorga sentido a nuestras vidas”.