Rusia parece tener todo para ganar. Casi tres años de sanciones no han agotado la capacidad combativa de Moscú. Recientemente, José Borrell , ex Alto Representante de la UE, lo ha resumido así: «La UE no ha sido capaz de aislar a Rusia». Además, las tropas rusas avanzan en todos los frentes, incluyendo el del oblast de Kursk . Por ello, difícilmente, Moscú se avendrá a una negociación que no certifique la adhesión a Rusia de Crimea y los oblast de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón, así como la renuncia de Ucrania a entrar en la OTAN. Rusia –dice Lavrov–, no quiere ni treguas ni altos el fuego, sino acuerdos jurídicos definitivos con garantías de seguridad. La negociación será más larga que las 24 horas adelantadas por Trump, pero su resultado supondrá un reconocimiento fáctico del derecho de Rusia a tener una esfera de influencia. Por el contrario, fracasado el Plan de la Victoria propugnado por Zelenski , parece indudable que el déficit de Ucrania no es solo económico o de armamentos: ha recibido de la OTAN y otros donantes dinero, armamento e instrucción de sus tropas. Su mayor carencia es de recursos humanos . Antes, Zelenski propugnaba una negociación sin Putin. Ahora, algunos países propugnan negociar sin Zelenski. Pero, en todo caso, en una potencial negociación, tanto Moscú como Kiev tendrán forzosamente que sentarse a la mesa. El empeño europeo no está en su mejor momento. El motor francoalemán de la UE parece griparse. Alemania, en doliente estado político y económico irá a elecciones anticipadas en febrero, con alta probabilidad de que el canciller Scholz no repita. Y Macron, que es quien fija la política exterior francesa, tampoco goza de una situación interna muy aseada. Por tanto, la acción política de cualquiera de ellos no podrá, por el momento, gozar de mucha credibilidad. Asimismo, no puede olvidarse que Europa, per se, ni es capaz de defenderse frente a Rusia ni de presentar una posición de fuerza en el seno de la OTAN. Por ello, en el juego geopolítico, Trump tendrá casi todas las cartas en la mano y podría plantear, en el seno occidental, una suerte de unilateralismo hegemónico. De momento, las amenazas arancelarias que pregona no sugieren una atmósfera de acercamiento entre EE. UU. y Europa. El mayor riesgo para la UE es la generación de la tentación unilateralista en algunos socios europeos.Noticia Relacionada reportaje Si \'Ángeles Blancos\', los rescatadores de civiles en el frente de guerra de Donetsk Miriam González | Kiev Son agentes jóvenes, infatigables y persuasivos. Una unidad policial que trabaja sin descanso para conseguir que sus vecinos se alejen de los pueblos en la primera línea de batalla. Tras más de dos años de conflicto, este grupo de élite ha logrado evacuar a más de 10.000 personasEn EE. UU., a menos de tres semanas del 20 de enero, fecha de relevo en la presidencia del país, se está produciendo un fenómeno algo inédito en su política exterior. Ésta, históricamente caracterizada por la continuidad, presenta hoy una severa discrepancia entre las administraciones saliente y entrante. La primera está apurando una política de rearme de Ucrania, mediante la urgente entrega de ayuda militar directa de alrededor de 7.000 millones de dólares remanentes del sub-paquete de 13.800 aprobados por la cámara de representantes en junio de 2024. La segunda está clamando por restringir tal asistencia sin poder ir más lejos. Cosa distinta podría suceder con el fondo de 40.000 millones de dólares, propiciado por EE. UU., que se acordó crear durante la Cumbre Atlántica de Washington (julio de 2024) para financiar el esfuerzo bélico ucraniano. Con ello Biden, presintiendo la victoria de Trump –como así sucedió–, quizás trataba de amarrar el apoyo de la OTAN a Ucrania. Pero tal acción, probablemente, no condicionará al histriónico Trump una vez que éste se haya sentado en el Despacho Oval. Bien sabemos en España, por propia experiencia, el valor real ad futurum del \'atado y bien atado\'. En fin, abandonamos 2024, año que Isabel Gutiérrez Rico ha definido sagazmente como «inestable, desordenado y violento», y encaramos 2025, año que en una perspectiva melancólica se insinúa incierto y sombrío. Claro que el \'America first\' de Trump necesita de una cierta estabilidad global. No es descartable, por ello, que se pudiera abrir una ventana a la esperanza de un eventual boom económico mundial, que difuminara la inestabilidad, el desorden y la violencia heredados. Fenómeno que podría originar la concurrencia de tres factores: la ascensión de Trump al \'trono\' norteamericano; la amortiguación del conflicto en Oriente Próximo; y la paz en Ucrania. 2025 podría ser, por qué no, un año para la esperanza.