La gran batalla de estas elecciones presidenciales está en el centro. Donald Trump es objeto de culto en sus bases. Kamala Harris ha despertado el entusiasmo y la energía en los demócratas tras la renuncia de Joe Biden a su candidatura. La llave a la Casa Blanca apunta a estar en los votantes moderados de ambos partidos y en los independientes. En concreto, en el puñado de estados decisivos que inclinan la elección.Harris estuvo este jueves en uno de ellos, Georgia, para afrontar su primera gran prueba desde que se convirtió en la candidata demócrata a finales de julio: responder a preguntas en una entrevista. La vicepresidenta confirmó su volantazo hacia el centro a la caza y captura de esos votos decisivos.Es la misma línea que ya mostró en la convención de su partido en Chicago la semana pasada y que parece dispuesta a mantener desde aquí hasta noviembre. La única novedad en su mensaje fue su apertura a incluir a un republicano en su eventual Gabinete si llega a la Casa Blanca.Noticia Relacionada estandar Si Kamala Harris justifica sus cambios de postura en su primera entrevista: «Mis valores no han cambiado» Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York La vicepresidenta pondrá un republicano en su Gabinete si llega a la Casa Blanca«Sí, lo haría», contest ó cuando la entrevistadora, Dana Bash , de CNN, le preguntó si nombraría a alguien del otro partido para su Gobierno. Es algo con precedente cercano. Barack Obama colocó a varios republicanos en su Gabinete: entre otros, Ray Lahood , que fue diputado republicano por Illinois y que fue su secretario de Transporte; o, sobre todo, Chuck Hagel , que fue senador del otro partido y se desempeñó como secretario de Defensa.Pero en el EE.UU. polarizado de la actualidad, la posibilidad tiene un significado especial. «Durante toda mi carrera me he abierto a la diversidad de opinión», dijo Harris. «Es clave que haya gente donde se toman las decisiones más importantes que tengan visiones diferentes, experiencias diferentes. Y creo que sería beneficioso para el pueblo estadounidense que un miembro de mi Gabinete fuera republicano», añadió en una promesa con mucho gusto electoral.Política migratoriaEs la misma razón por la que Harris ha endurecido sus posiciones sobre política migratoria, ha olvidado posiciones anteriores -como su promesa de prohibir el \'fracking\', una técnica de extracción de gas natural que combaten los medioambientalistas- o ha suavizado su retórica sobre eliminar financiación a los cuerpos de policía.El viraje hacia el centro, sin embargo, tiene un peaje de incoherencia y un riesgo de presentarse ante los votantes como una veleta que dirá lo que haga falta para ganarse su voto. Esa es la razón por la que la candidata demócrata ha tardado más de un mes en conceder su primera entrevista: sabía que tendría que enfrentarse a sus ideas y venidas.Bash, la entrevistadora, no tardó en preguntarle por ello y en cuestionar si los votantes podrían confiar en su palabra. Harris tenía una muletilla aprendida -»mis valores no han cambiado», la repitió varias veces-, pero en realidad lo único que hizo fue evitar responder las cuestiones específicas y salir por la tangente. El caso más evidente es el del \'fracking\', una cuestión esencial en Pensilvania, el estado decisivo con más peso electoral, donde este sector tiene mucho peso.Acompañada por WalzFue algo similar a lo que hizo Tim Walz, su candidato a la vicepresidencia, que le acompañó en la entrevista. En una de las pocas intervenciones que tuvo, se limitó a esquivar la realidad de que ha hecho declaraciones engañosas, exageradas o inexactas sobre asuntos variados como su historial militar, los procesos de fertilidad a los que se sometió su mujer o un arresto por conducción agresiva. «No pediré perdón por hablar con pasión, la gente sabe cómo soy », fue su escapatoria.Harris tiene un historial dudoso en intervenciones públicas cuando no tiene un guion que leer. Su desempeño en los debates de candidatos de las primarias demócratas de 2020 fue malo. Sus tropiezos en las pocas entrevistas que ha dado como vicepresidenta la han llevado a exponerse lo mínimo.En esta primera entrevista como candidata, pasó el examen, pero sin brillantez. Trufó su discurso de generalidades vacías -»un nuevo camino hacia adelante», «pasar página»- y le costó responder con concreción a algunas preguntas sencillas (»¿qué hará en su primer día en la Casa Blanca?»). No tuvo garra ni colmillo, ni chispa ni conexión. Cambió todo eso por una actuación aseada, sin errores. Cuando tuvo la oportunidad de atacar a Trump por los ataques personales que le dedica, Harris lo solventó apenas con un «siguiente pregunta». En la estrategia de minimizar riesgos que lleva a cabo su campaña, esto es una victoria.No gustó en la prensa Algunos consideraron que Harris no salió mal parada de la entrevista por las facilidades que le dio Bash. Un editorial de \'The Wall Street Journal\' criticaba que la entrevistadora no hiciera repreguntas cuando Harris respondía lo que no le preguntaban o que no la incomodara por un asunto clave, su política fiscal. En \'The New York Times\', el columnista Bret Stephens, criticó que Harris fue «difusa, hasta el punto de la vacuidad». Y que, aunque Bash incidió de forma repetida en algunas cuestiones, permitió demasiada «banalidad». «Preguntas más duras la próxima vez, por favor», pidió.Está por ver si hay próxima vez. Aunque Harris haya salido indemne de esta cita en CNN, está claro que ella y su campaña consideran los encuentros con la prensa más un riesgo que una oportunidad. De lo que Harris no podrá librarse es de su próxima gran prueba: el debate con Trump del próximo 10 de septiembre.