Joe Biden ha dejado una carta a su sucesor, Donald Trump, en el Desapacho Oval como manda la tradición y como ya hizo el actual mandatario con el exdirigente en 2020. Este gesto marca la continuación de una ceremonia moderna iniciada en 1989 por Ronald Reagan. Un periodista le preguntó a Trump, mientras este iba firmando los decretos, si había recibido la carta a lo que respondió que no lo sabía, se dispuso a buscarla en los cajones del escritorio hasta que la encontró, la sostuvo en alto y las cámaras inmortalizaron el momento. «Tal vez deberíamos leerla todos juntos», bromeó el nuevo presidente antes de depositarla a un lado. Solo se atisba a ver un número subrayado: el 47. El orden de la presidencia que va a ocupar el mandatario en estos próximos cuatro años. Trump ha explicado que la leerá en privado antes de decidir si compartir su contenido en público, aunque Biden ya dijo que no lo iba a revelar cuando los periodistas le preguntaron: «Eso queda entre Trump y yo», afirmó. El expresidente estadounidense describió la misiva como una declaración «muy generosa». Las cartas a los futuros presidentes de los antiguos mandatarios es un ritual que comenzó Ronald Reagan para alejarse de los debates intensos y los mítines acusatorios que tienen los candidatos en las elecciones. Se trata de un acuerdo tácito entre dos colegas de profesión que se desean suerte mutuamente. Reagan dejó la misiva a George H. W. Bush con una ilustración de un elefante acorralado por pavos : «No dejes que los pavos te depriman», le comentó en un tono de broma. Desde entonces, todos los presidentes han mantenido esta costumbre y sus cartas suelen ofrecer información sobre los desafíos y las responsabilidades de la presidencia.