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El combate del siglo: 'sparrings', preparación y tácticas para el debate Trump-Kamala

Desde hace tres días, hay un tipo disfrazado de Donald Trump -el traje azul marino amplio, la corbata roja que se alarga más allá del cinturón- en un hotel de Pittsburgh, que ayuda a Kamala Harris a meterse en ambiente . A miles de kilómetros de allí, en una mansión costera en Florida, varios aliados republicanos cosen a Donald Trump a preguntas en sesiones que a veces se alargan horas, para refrescar la mente del expresidente de EE.UU. Un debate no te gana una elección, pero puede hacer que la pierdas. Lo saben Trump y Harris, que se medirán este martes en Filadelfia, la principal ciudad de Pensilvania, en el duelo más decisivo de la campaña. Lo sabe, mejor que nadie, Joe Biden, que verá el debate entre candidatos por televisión desde la Casa Blanca. Si no hubiera sido por su calamitoso desempeño en su debate con Trump a finales de junio, es probable que Biden siguiera al frente de la candidatura demócrata para las presidenciales de noviembre. Su actuación desató una campaña interna entre los demócratas para forzar a finales de julio su renuncia, que propició el ascenso de Harris como candidata.Noticia Relacionada estandar Si El dilema de Trump: a dos meses de la elección, EE.UU. ya empieza a votar Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York En 2020, el expresidente clamó que el voto por correo era fraudulento, desincentivó a sus votantes a utilizar esa posibilidad y fue una de las claves de su derrotaTodas las miradas de EE.UU. y en buena parte del mundo estarán puestas en los 90 minutos de debate, organizado por la cadena ABC, con sus presentadores David Muir y Linsey Davis como moderadores. El National Constitution Center de Filadelfia, a pocos pasos de algunos de los lugares emblemáticos en la fundación de EE.UU., será el escenario.Durante días, se destripará lo dicho por cada candidato, los momentos virales tomarán las redes sociales, se medirá su impacto en las encuestas, se analizará quién sale ganador o perdedor de la cita. De momento, es el único debate acordado entre Trump y Harris y todo apunta a que será el último.Harris es consciente de que quien de verdad tiene que pasar el examen del debate es ella . A Trump, que ha monopolizado la política estadounidense en la última década, se le conoce de sobra. La candidata demócrata sabe que se le fiscalizará al máximo, que no puede cometer errores , que tiene que salir viva de la cita. Y se lo ha tomado en serio. Ha parado en seco su campaña y sus mítines para preparar el debate. Desde el viernes y hasta el duelo con Trump, está parapetada en el hotel Omni William Penn de Pittsburgh, la segunda ciudad de Pensilvania, al oeste del estado.La campaña demócrata no ha escamitado esfuerzos para que Harris esté preparada para la cita. En uno de los salones de este hotel, han creado una especie de plató televisivo de debate, con focos de luces y atriles para los candidatos. Harris y su equipo realizan ensayos con la duración del debate, en los que miembros del equipo de la vicepresidencia de EE.UU. se turnan en los papeles de los presentadores para lanzarle preguntas. Las sesiones se graban para desmenuzarlas después y aprender de errores. Y han vuelto a reclutar a Philippe Reines, un veterano demócrata que fue alto cargo en el Departamento de Estado con Hillary Clinton, para que ejerza el papel de Trump en esos ensayos.Reines ya hizo de \'sparring\' para Clinton cuando fue candidata presidencial en 2016. No se pone una peluca para imitar el tupé imposible del expresidente ni usa un spray bronceador. Pero sí se coloca su uniforme de campaña y trata de copiar sus gestos y su verborrea, que ha estudiado con las abundantes apariciones públicas de Trump, en especial, en sus debates.El búnker de HarrisHarris está bunkerizada en su hotel de Pittsburgh con su círculo íntimo . Entre ellos están Brian Fallon, su mano derecha en comunicación; David Plouffe, asesor de campaña; Sheila Nix, jefa de Gabinete de campaña; Tony West, su cuñado, con quien tiene mucha confianza; Sean Clegg, que fue estratega jefe de su desastrosa campaña presidencial en 2020; o Rohini Kosoglu, que fue su jefa de Gabinete en sus años como senadora.Pero la pieza central de sus esfuerzos para ganar el debate es Karen Dunn. Se trata de una abogada de altos vuelos de Washington, que ha pasado por el Gobierno, la fiscalía y ahora representa a gigantes tecnológicos como Google o Uber. Pero que ha tenido una doble vida como experta en preparar a candidatos para sus debates.Dunn ha entrenado a candidatos demócratas a la presidencia y a la vicepresidencia desde 2008, cuando participó en la campaña histórica de Barack Obama. Entre otros, a Hillary Clinton en 2016, que ha dicho a \'The New York Times\' de ella que ofrece «amor exigente» a sus clientes. Es decir, que no se corta a la hora de decir a candidatos de gran relieve lo que hacen mal, pero siempre ofrece vías para solucionarlo. Dunn es una experta en gestionar el ego de los candidatos y, al mismo tiempo, ofrecerles maneras de ser divertidos, cercanos.Puro instintoTrump no necesita que nadie le dé clases sobre cómo hacer un debate. La de este martes será su séptima aparición en un debate en la elección general, además de los que hizo en las volcánicas primarias republicanas de 2016.Como en todo lo que ha hecho en política desde que bajó la escalera mecánica dorada de la Torre Trump en junio de 2015 para anunciar su candidatura a la presidencia de EE.UU., Trump ha roto esquemas en debates. En esas primarias, descolocó a sus rivales con insultas, mofas y motes, monopolizó la atención de los medios y, contra pronóstico, ganó la nominación.Noticia Relacionada estandar No Trump venderá por trozos el traje del último debate electoral con Biden: «Es realmente algo único» ABC Dividirá la pieza en 2.024 fragmentos, el cual para conseguir uno habrá que pagar alrededor de 1.335 eurosTrump utiliza un libreto muy diferente al de Harris. Ni escenario, ni imitadores de Kamala. En realidad, no tiene libreto. Su preparación consisten en «sesiones de agenda política», en la que repasa con aliados cercanos sus líneas de ataque y de defensa, refresca las flaquezas de la Administración Biden-Harris.Esas sesiones se han esparcido durante todo el verano -una de ellas ocurrió en Las Vegas, el mismo día en el que Harris aceptaba la nominación de su partido en la convención demócrata- y en algunas han participado legisladores republicanos. Entre otros, Matt Gaetz, diputado de Florida, que somete a Trump a preguntas difíciles como las que tendré que afrontar en el debate: sus líos judiciales, su posición respecto al asalto al Capitolio, la aceptación de resultados, sus cambios de posiciones sobre aborto…Pero Trump sí ha hecho un fichaje para la preparación del debate: Tulsi Gabbard, que fue diputada demócrata por Hawaii, y que fue candidata a la presidencia por el Partido Demócrata en las primarias de 2020, en las que se vio las caras con Harris. De hecho, ella puso contra la pared a la actual vicepresidenta en los debates y ahora ayudará a Trump a hacer lo mismo.El expresidente, ante todo, improvisará. Es su mejor arma. Tiene un instinto insuperable delante de la cámara y mucha más experiencia que su rival en estos escenarios. La demostración máxima de esto fue en su reacción al atentado que sufrió en julio en un mitin en Pensilvania. Se salvó de milagro pero, de inmediato, se levantó del suelo y con la cara ensangrentada levantó el puño al aire y gritó «¡luchad!» a la muchedumbre. No hay ejército de asesores que enseñe a hacer eso.

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