Ni siquiera ha asumido oficialmente el cargo, y Donald Trump ya se enfrenta a su primera crisis de gobierno. El equilibrio frágil que había sostenido la euforia del trumpismo tras su victoria se ha desmoronado abruptamente estas navidades, arrastrado por una polémica racial que deja al desnudo las tensiones internas de su movimiento.Todo comenzó con Elon Musk , el hombre más rico del planeta y nuevo aliado de Trump, quien decidió defender públicamente la importancia de mantener la inmigración altamente cualificada en Estados Unidos. Sus declaraciones encendieron la furia de la facción más nacionalista y radical del trumpismo, liderada por la incendiaria polemista Laura Loomer. Esta, conocida por sus comentarios provocadores, arremetió contra los visados para trabajadores talentosos, calificándolos como una puerta abierta para una invasión de ciudadanos indios, a quienes no dudó en tachar de intelectualmente inferiores, sucios, machistas y clasistas.Tras el arrollador triunfo de Trump, su círculo de asesores, consejeros y aduladores ha crecido como un enjambre magnético que atrae a las figuras más poderosas de la tecnología mundial. Musk y Vivek Ramaswamy , el inversor convertido en figura emergente, fueron los primeros en sumarse, marcando el camino para que la élite de Silicon Valley—desde los CEOs de Google, Apple y Amazon hasta el mismísimo Bill Gates—desfilaran por el nuevo epicentro del poder en la mansión de Mar-a-Lago. Noticia Relacionada estandar Si El \'zar de la frontera\' de la Casa Blanca anuncia nuevos centros de detención para familias David Alandete Trump anuncia el retorno de la detención de niños sin papelesDetrás de esta alianza inusual yace un interés común que conecta a estos gigantes tecnológicos: la dependencia casi total de una mano de obra cualificada que EE.UU. por sí solo no puede suministrar y atrae talento desde los rincones más lejanos del mundo, especialmente de India. Esta mano de obra extranjera, canalizada a través del programa de visados H-1B, representa un motor invisible que da fuelle a estas compañías. Con miles de ingenieros y especialistas autorizados cada año bajo este sistema migratorio, estos titanes de la industria han construido verdaderos imperios que ahora chocan con las promesas migratorias de Trump, poniendo en duda cuánto podrá resistir esta aparente luna de miel entre los titanes de la tecnología y el mandatario. Las empresas tecnológicas estadounidenses dependen críticamente de los visados H-1B, limitados a solo 85.000 nuevos permisos anuales, un recurso clave para mantener su liderazgo global. En 2024, Amazon encabezó la lista con 3.871 nuevos empleados contratados bajo este programa, seguida por Google, con 1.058 aprobaciones, y Tesla, con 742. Sin embargo, esta realidad está chocando de frente con la retórica proteccionista de las bases trumpistas, que exigen una pausa en todos los visados laborales no esenciales, argumentando que es necesario combatir el desempleo dentro de Estados Unidos y priorizar la formación de trabajadores nacidos en el país.Polémica por la designaciónLa polémica se encendió con la designación de Sriram Krishnan, un ciudadano indio nacionalizado estadounidense hace una década, como coordinador de políticas sobre inteligencia artificial en la administración de Trump. Krishnan, un emprendedor, inversor de riesgo y figura destacada en la tecnología, tiene un historial público que incluye apoyo a candidatos demócratas y defensa de la eliminación de las limitaciones a los visados y la residencia permanente para trabajadores cualificados de India. Su nombramiento fue visto como una traición por sectores ultranacionalistas del trumpismo.Laura Loomer, la polemista que ha servido como asesora informal de Trump durante su campaña, reaccionó con furia: «Esto es muy preocupante. Tomen nota: ninguno de los ejecutivos tecnológicos que ahora se están reuniendo con Trump o que están siendo nombrados en su gabinete lo apoyó en 2020 o durante las primarias de 2024. Parece que muchos de ellos solo están tratando de infiltrarse en la administración de Trump para enriquecerse y obtener contratos con el Departamento de Defensa». Su declaración avivó una tormenta política que amenaza con dividir aún más al movimiento trumpista, dejando a Trump atrapado entre las exigencias de sus bases y la presión de los gigantes tecnológicos que impulsan la economía.El debate descendió vertiginosamente hacia un abismo de racismo explícito cuando Laura Loomer, lejos de retroceder, avivó las llamas de la controversia con una serie de publicaciones incendiarias en redes sociales. En sus mensajes, no solo expresó un profundo desprecio por la cultura india, sino que llegó a afirmar que el sistema de castas era, a su juicio, reflejo de un «coeficiente intelectual inferior» entre los ciudadanos de ese país. Pero su retórica no se detuvo ahí: Loomer cruzó un límite aún más explosivo al declarar que jamás visitaría India porque, en sus palabras, no quería «ser violada por una manada». Vivek Ramaswamy, el asesor de Trump y colaborador clave de Musk en un ambicioso plan de reformas para modernizar el gobierno, cuya familia tiene raíces indias, no tardó en responder. Señaló que el verdadero problema radica en décadas de una cultura estadounidense que, según él, ha celebrado la superficialidad y la pereza. «Una cultura que premia a la reina del baile por encima del campeón de Matemáticas, o al atleta por encima del mejor estudiante, nunca producirá los mejores ingenieros», escribió. No convenció a los más nacionalistas del equipo de gobierno entrante, que le acusaron de despreciar a una nación en la que se han dado algunos de los desarrollos recnológicos más importantes de la historia.