Dos fotos, dos protagonistas. Donald Trump e Isilio Arriaga . La primera se tomó en 1962, posando con atuendo deportivo cuando eran compañeros en la New York Military Academy. La segunda, en Mar-a-Lago , la residencia del presidente electo de los Estados Unidos, el pasado 15 de agosto. Entre medias, más de seis décadas en las que han mantenido una amistad forjada en la primera juventud y en los cuatro años que pasaron juntos cuando Trump tenía entre 14 y 18, y Arriaga entre 12 y 16 años. Eran adolescentes.Noticia Relacionada estandar No El equipo de Trump: Musk, un antivacunas, un comentarista de la Fox, el zar de la frontera y la novia de Moscú ABC Susie Wiles, Robert F. Kennedy, Marco Rubio o Tom Homan; el nuevo gabinete que anuncia el presidente electoVenezolano de nacimiento, estadounidense desde hace más de 35 años, Arriaga ha querido compartir con ABC cómo era ese Donald Trump antes de ser uno de los empresarios más prósperos de EE.UU. y, por dos veces, el hombre más poderoso del mundo . Es un relato a favor, él no lo esconde, pero permite descubrir pinceladas de la persona que surge tras un personaje a veces demasiado caricaturizable , en gran medida por su propia forma de ser y de actuar. En la academia Trump «va subiendo de rango por su propia actitud, por su manera de ser, por lo que él transmitía»Arriaga sostiene en su anecdotario personal que aquel joven Trump ya era un triunfador, que era deportista y sensible , y contaba con enormes dotes de liderazgo. Lo admira, pero no niega la controvertida personalidad de su amigo: «El que lo cruza está perdido; es una persona que una vez que anda en una misión, o lo acompañas o lo dejas; y si te quieres oponer, prepárate» . Aun así, encuentra «una gran diferencia» entre lo que se piensa de Donald Trump hoy y lo que él es «familiarmente, lo que fue como muchacho, lo que es con sus amigos, la lealtad que tiene con nosotros».El relato de Arriaga es el de un amigo recordando esa etapa en la que despiertas a la vida, cuando todo sucede por primera vez y se graba como una huella indeleble en tu memoria. Es un testimonio de nostalgia que incide en aquellos años de primera juventud, lejos de casa y sometidos a la disciplina militar. Arriaga era Chico y el hoy presidente electo de EE.UU. era D.T. Así figura en su ficha de la escuela. Cuenta Chico que a D.T. «ya se le veía que iba a ser un triunfador, porque lo fue en la academia». «Eso se debe a su familia, a cómo los padres lo formaron. El padre de Donald era un tipo aguerrido y trabajador que consiguió construir en Queens una buena cantidad de edificios, y allí fue aprendiendo. Cuando se graduó tras la universidad e hizo su posgrado en Pensilvania, se fue a trabajar con su padre, así como sus hijos están trabajando con él», explica. A gritos y a empujones«La formación de un cadete era a gritos y, a veces, a empujones. La vida en la Academia Militar es tremenda el primer año y es dura para los nuevos», cuenta Arriaga. En ese curso inicial, los novatos tenían que asumir la jerarquía sí o sí: «Cuando te cruzabas con un superior uno tenía que tirarse contra la pared, y decir \'lamento mucho haber estado en su camino, mi señor\'. Y si no lo hacías lo suficientemente fuerte, te lo repetían varias veces para que aprendieras. Trump pasó por ese tipo de cosas, como pasamos todos, pero en su segundo año, cuando él podía vengarse con los nuevos cadetes y hacerles cosas tremendas, jamás hizo eso. Yo no lo vi nunca. Lo que hacía era sencillamente el saludo militar y seguía caminando. No fue el tipo de persona, como hubo muchos, que buscaba retribución de carácter físico contra otra persona».«Trump tenía muestras de humanidad con muchachos de 12 años que no hace una persona de mala índole» Isilio Arriaga Compañero de la academia de Trump y amigo del presidente electo de EE.UU.En esos cuatro años Trump fue ascendiendo rápidamente, año a año: cadete nuevo, sargento, teniente, capitán y, finalmente, segundo comandante del batallón completo de la academia. « Va subiendo de rango por su propia actitud , por su manera de ser, por lo que él transmitía», dice Arriaga antes de contar otra anécdota que le hizo ver un amigo común: «Cuando terminábamos de desayunar, había un periodo de 15-20 minutos antes de entrar en la primera clase. En ese periodo, el capitán de la compañía entregaba la correspondencia y los paquetes que nos enviaban nuestros padres. Era una pequeña ceremonia. Tú salías a cepillarte los dientes y a ver si te llegaba una \'cartica\' del papá, de la mamá o de la novia, o unas galletitas. Eso le tocaba al capitán de la compañía. Peter me contó que el capitán Trump se fijaba en quién llevaba tiempo sin recibir una carta o un paquete y él se encargaba de buscar al muchacho y de decirle \'no te preocupes, tus padres están muy ocupados, no te han olvidado, te quieren, tú no estás aquí pagando un exilio, tu estás aquí educándote que es el mejor regalo de tus padres\'. Yo le dije a Peter: \' Yo no te creo esa vaina\'. Me respondió: \'Mañana vente a mi compañía\'. Yo presencié esa actitud de Trump hacia uno de los muchachos, que casi lloraba, un muchachito de 12 años, imagínate. Y ese capitán le decía, \'tranquilo, te va a llegar la carta en cualquier momento\'. Él se ocupaba. Es una muestra de humanidad que no hace una persona de mala índole». Ese joven Trump era un deportista . Fue capitán del equipo de béisbol y jugó en el equipo de fútbol, lo que en EE.UU. se llama \'soccer\'. «Ese equipo estaba formado por latinoamericanos, porque había un buen grupo en la academia. No era el mejor jugador, porque los latinos se criaron jugando, pero ahí estaba». Carácter de líder¿Cómo vivió un amigo de la adolescencia el intento de asesinato de Trump el pasado 13 de julio de 2024 en Pensilvania? «Yo estaba viendo la televisión y me quedé atónito: \'Me mataron al presidente\', dije. Estaba dando un mitin, le pasa un tiro por la oreja, te caen encima los de seguridad y el tipo se levanta y dice \'¡fight!\'. No cualquier hombre hace eso. Verlo levantarse me dio un coraje... Sentí amor, cariño y respeto». «¿Le sorprendió su reacción?», pregunta ABC. «Me sorprendió, cualquier ser humano no hace eso. Dije \' este hombre es valiente, tiene liderazgo, eso es un líder\' . Casi le matan y todavía tenía el coraje de decirle al pueblo americano \'sigan peleando\'. Se ganó al pueblo americano, se lo ganó. Eso fue algo que le salió espontáneamente. Ese es el Trump que yo conozco». Un joven Donald Trump, sentado en la fila de delante, cuarto por la izquierda, posa junto a sus compañeros con el uniforme del equipo de \'soccer\' de la AcademiaArriaga ha trabajado para Trump y para el Partido Republicano. Lo admira y se enfada cuando ve que se le ataca dibujando una persona a la que él no reconoce, un individuo distinto al que él ha tratado durante años. Pone un ejemplo: «Hay un libro terrible sobre él, en el que se dice que al hacer el SAT (la EBAU en España), Trump no se había presentado, que alguien se presentó por él. Ese examen se presentaba en un auditorio donde cabíamos 150 personas separadas para que no te pudieras copiar: una hilera de estudiantes, una hilera vacía... Éramos los graduandos y nos conocíamos todos. ¡Cómo no nos íbamos a dar cuenta si el segundo comandante del batallón no estaba allí y alguien lo estaba suplantando! Cosas de esas se han creado para tratar de demostrar que es otro tipo de persona , que es tramposo , que es de mala índole». Seis décadas después, D.T. y Chico mantienen el vínculo, aunque cada vez cuesta más verse: «Este año ha sido el más difícil. El año pasado lo vi tres veces, este dos en Mar-a-Lago». A partir de enero, cuando Trump vuelva a la Casa Blanca , todo será más complicado. Salvo que, de pronto, a Arriaga suene el teléfono: «Él sabe que estoy a su disposición».