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El voto hispano: los olvidados pueden salvar a Kamala Harris

Como cada cuatro años, demócratas y republicanos se han acordado este otoño del voto hispano. Es sorprendente cómo en este electorado conviven dos realidades : por un lado, es un caladero de votos en el que ambos partidos pueden pescar y con potencial de determinar el resultado de la elección; pero, por otro, su protagonismo en la vida política de EE.UU. es mínimo comparado con ese potencial.El incomprensible desprecio al voto latino se percibe desde el español catastrófico que utilizan las campañas en sus mensajes a esta comunidad –en muchos casos, no aprobarían un dictado de primaria– hasta la presencia jibarizada de sus grandes líderes en las convenciones de ambos partidos.Resultó en especial relevador en el cónclave demócrata del pasado agosto en Chicago. Las figuras políticas de la minoría negra –el electorado más leal a los demócratas– protagonizaron buena parte del programa, mientras que los hispanos quedaron en un segundo plano.Noticia Relacionada estandar Si Trump, desatado en el final de campaña: no le «importaría mucho» si disparan a la prensa Javier Ansorena El expresidente dice que no debería haber abandonado la Casa Blanca en enero de 2021 pese a haber perdido las elecciones de noviembre del año anterior«Los latinos son uno de los grupos a los que más les afectan cuestiones centrales en la elección», reconoce Maxwell Frost , diputado demócrata por Florida, estado con mucha presencia hispana, en referencia a asuntos como la economía, la regulación migratoria o el acceso a cobertura sanitaria. «Pero muchos políticos los ignoran», añade Frost, un valor ascendente demócrata, considerado el primer diputado de la \'generación Z\' y que habla a este periódico en Phoenix, la mayor ciudad de Arizona, a donde ha venido a echar una mano en la campaña. De los siete estados decisivos, Arizona es el que tiene más porcentaje de votantes hispanos, algo más de un 25%. La vecina Nevada, con algo más del 20%, le sigue de cerca.Frost, claro, salva de la quema a Kamala Harris , la candidata de su partido. Asegura que la vicepresidenta siempre ha estado cerca de este electorado, desde sus tiempos como fiscal general de California, el estado con mayor número de hispanos.Es discutible que Harris no diera la espalda a los latinos. Pero está comprobado que ellos se la estaban dando a ella. Los demócratas vieron con preocupación cómo la encuesta de \'The New York Times\' y Siena College de septiembre daba a Harris una ventaja de solo trece puntos frente a Donald Trump (55%-42%).El dato encajaba en la narrativa que Trump y su campaña han insistido en su campaña: el expresidente gana cada vez más peso entre los hispanos, pese a las acusaciones de racismo y xenofobia que recibe de forma constante en los medios.Y, sobre todo, profundizaba en una tendencia que se ve en las tres elecciones a las que Trump se ha presentado como candidato a la presidencia. En 2016, su victoria frente a Hillary Clinton se produjo pese a que perdió el voto hispano por 38 puntos. Fue aquella campaña presidencial que inauguró desde su aparición en la Torre Trump en Nueva York y aseguró que los inmigrantes mexicanos «traen crimen, traen droga, son violadores». Después de cuatro años turbulentos en la Casa Blanca, incluido el escándalo de la separación de familias en la frontera, Trump mejoró sus números entre los hispanos en su derrota frente a Joe Biden: la distancia fue de 26 puntos.Importantes en más estadosLa encuesta que ha recortado ahora esa distancia a la mitad anticipaba grandes problemas para Harris. Los hispanos no son solo importantes en Arizona y Nevada. Hay comunidades más pequeñas, pero determinantes cuando las cosas están tan empatadas, en estados como Pensilvania , Georgia y Carolina del Norte.«Trump ama a esta nación, incorpora el espíritu americano como no he visto en otro candidato», cuenta a ABC Luis Salguero , que acaba de votar de manera anticipada en un colegio electoral de Avondale, un suburbio de población casi completamente hispana al oeste de Phoenix. «Lo han atacado casi hasta matarlo, me asombra el valor que tiene y lo que ama este país».Salguero, de origen nicaragüense, defiende que muchos latinos se han pasado a Trump «por lógica, por sentido común, porque es mejor candidato. No quiero que EE.UU. se convierta en el país del que huimos». «Por la economía y por la inmigración, las leyes se tienen que cumplir», añade Mike Martínez, que también acaba de votar.Es fácil encontrar muchas opiniones contrarias. «Hay temor a que este señor vuelva a ser presidente», dice Armando Mendoza sobre Trump, desde el mismo colegio electoral. «No queremos que nos corran», dice sobre las promesas del expresidente sobre deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados. Mendoza no es uno de ellos, es ciudadano, pero tiene muchos en esa situación a su alrededor. «Con Kamala esperamos que al menos haya paz», añade mientras reconoce que hay mucha gente a su alrededor que está pasando a apoyar a Trump.Problemas de participaciónEl expresidente ha endurecido su mensaje contra los inmigrantes indocumentados en su intento de regresar a la Casa Blanca. A comienzos de año, dijo que «envenenan la sangre de la nación». Repite cada vez que puede que EE.UU. sufre una «invasión». Los llama «criminales», «animales». Y promete redadas masivas.«Trump es pura palabra. Yo estoy tranquilo», dice Miguel , un inmigrante indocumentado, que prefiere no dar su apellido. Tras conducir durante cinco horas por pedregales desérticos, ahora estamos en el norte de Las Vegas, en Nevada, estado también muy decisivo, también muy hispano. Está recogiendo su puesto de ropa en Broadacres, un mercadillo enorme donde se junta la comunidad hispana todos los fines de semana. Sus palabras se reflejan en los datos: el 40% de los hispanos, según la encuesta de Siena, no se toman en serio las promesas y advertencias del candidato republicano.La cuestión es si los votantes hispanos se tomarán en serio la elección. Es un electorado potente –cerca de 35 millones de votantes llamados a las urnas– y, sobre todo, creciente: su número se ha duplicado en lo que va de siglo y sigue siendo el que más nuevos votantes añade a EE.UU. Desde las últimas presidenciales, la mitad de nuevos votantes son hispanos. Pero también es el electorado al que más le cuesta ir a las urnas. Su participación, aunque ha crecido en las últimas elecciones, no ha pasado del 60%.«No me gusta ninguno de los dos», dice Carlos Hernández , mientras sirve un platillo de carnitas michoacanas en su puesto de Broadacres . Dice que no va a votar. «Necesitamos nuevos líderes, que hablen a la gente de las cosas que importan, no tanta política».«No es un voto monolítico», recuerda, como hay que hacer cada vez que se habla de los hispanos, John Tuman , profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nevada en Las Vegas. Nada tienen que ver las comunidades de inmigrantes mexicanos que llevan generaciones en sitios como Nevada con el votante cubano de Miami o con los dominicanos de Nueva York. «Los datos muestran que Trump ha hecho avances en este electorado. ¿Será suficiente para inclinar la elección? Habrá que verlo», dice Tuman, que advierte de la importancia del poderoso sindicato culinario de Las Vegas –con un 60% de afiliados hispanos– en los resultados aquí. «Yo no he visto esa mejora de Trump entre los hispanos», cuenta María Teresa Hilsabeck , que trabaja en el célebre casino Bellagio y a la que ABC acompaña mientras toca puertas de vecinos de Las Vegas para conseguir el voto a Harris.Los datos también muestran una paradoja entre los hispanos. Aunque siguen mostrando su afinidad con los demócratas, su opinión sobre asuntos específicos –economía, inmigración, guerras culturales– les acerca hacia posiciones republicanas. Manuel Ávila , votante de Las Vegas, no quiere ver a Trump ni en pintura y votará a Harris. «Pero no estoy de acuerdo ni en el aborto ni en todo eso de los cambios de género», dice sobre los demócratas.«Los demócratas han dado siempre por suyos a los votantes hispanos», dice Craig Allen , profesor de la Universidad Estatal de Arizona. «Pero valores de ese tipo, relacionados con la fe y la familia, los están llevando hacia el centro».Tabla de salvaciónPese a todas estas dudas, los hispanos podrían ser la tabla de salvación de Kamala en las urnas. En las últimas semanas, la candidata demócrata ha endurecido su mensaje contra Trump, al que ha calificado de «fascista» . También ha presentado planes económicos centrados en la minoría hispana, como también hizo antes con la minoría negra.La recta final de la campaña ha venido acompañada de una mejora de su posición entre los hispanos. En la encuesta de octubre de \'The New York Times\' y Siena College, su ventaja frente a Trump es ahora de 19 puntos.El empujón final y definitivo puede haber sido el chiste de un comediante trumpista en el reciente mitin en el Madison Square Garden de Nueva York. Llamó a Puerto Rico «isla flotante de basura» . La broma puede tener un impacto en Pensilvania, quizá el estado más decisivo en la elección, con una comunidad pequeña de puertorriqueños, pero suficiente para inclinar el resultado con la carrera muy empatada.Los demócratas están sacando el máximo partido al chiste, con millones en publicidad dedicada a hispanos alrededor del asunto. Ha provocado la adhesión a Harris de Bad Bunny , la superestrella del reguetón. Y que otro reguetonero, Nicky Jam , rompiera con Trump.«No solo ha ofendido a los puertorriqueños», dijo Jennifer Lopez en un mitin de Harris en Las Vegas esta semana. «Ofende a todos los latinos, a todo el que tenga humanidad».Si el chiste acaba por disparar la movilización del voto hispano en los estados clave –en especial, de los más jóvenes, los más reacios a votar–, sus consecuencias no serán una broma.

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