Steven, de Missouri pero establecido en Arkansas, pertenece a ese porcentaje que dicen elevado de estadounidenses por el que pugnan en estas elecciones demócratas y republicanos. Uno de esos blancos de clase media con estudios universitarios que duda porque conoce «demasiado» a Trump y «nada de Kamala Harris ». Su voto no depende de razas, inmigraciones, ni ayudas sociales. Tampoco de la política exterior de su país y en ningún caso le parece determinante ayudar con su voto a que por primera vez en la historia a EE.UU. la gobierne una mujer. Creo que Steven, programador informático, casado, dos hijas y sin más arraigo que vivir donde el tiempo no sea una condena y la música una reguetoniana tortura, tiene claro que votará el próximo 5 de noviembre porque «es mi derecho» pero también que lo haría por otro partido si existiera.Un tercero sin el histrionismo trumpista ni el clasismo demócrata. Porque una y otra cosa serían los pecados capitales de ambos contendientes, a juicio de este votante que puede decidir el futuro de la primera potencia mundial. «¿Lo somos?». No lo tiene claro porque defenderse del gigante asiático con aranceles y no con una industria mejor y más fuerte «es un signo de debilidad» y tratar de inclinar el voto en función del origen «es estúpido, ¿o alguien aquí se creen que un hondureño es lo mismo que un mexicano? Si quieres insultar a uno de Tijuana vete al Burrito Gallery y llámale centroamericano». «¿Y con los negros pasa lo mismo?» «No, no, la gente de color lo tiene claro: todos son hispanos, da igual de donde vengan. Y creen además que les están desplazando. Igual por ahí sí le va bien a Kamala, por eso Trump bromea con su color de piel. Es como si ser de color fuera ser más americano, de los primeros nativos».El problema que hace a Steven añorar una tercera vía es una mezcla del orgullo perdido por las «payasadas de Trump» y el elitismo urbano de Kamala, «que descubrimos ahora que existe, cuando en cuatro años gobernados por un anciano no fue capaz de tomar el liderazgo». Y es que los Steven de aquí no entienden qué mérito hay en sentarse y esperar a que tu jefe tropiece. «Kamala se presenta ahora como salvadora, cuando debió ser la muleta de Biden y ha sido en realidad quien lo empujó, con la ayuda de los Obama y los Clinton , los aristócratas de aquí, siempre presentes, siempre pendientes, listos para decirnos cómo tenemos que ser y pensar».Noticia Relacionada estandar Si Trump dice que pondrá a Musk al frente de una comisión de control de gasto público Javier Ansorena | corresponsal en nueva yorkSteven, que nunca ha viajado a Europa, pero sí tiene un abuelo que combatió en Italia y un padre que volvió de Vietnam sano y salvo pero sin una brizna de orgullo, tiene ese punto tan peliculero pero muy real en este país de que al camarada nunca se le deja atrás. «Kamala lo hizo, cuando Biden se tambaleaba ella lo remató, lo vimos todos, ¿nos dejará atrás cuando no nos necesite?».Steven apura su café en una cafetería de Savannah, Georgia, uno de los estados que pueden inclinar la balanza electoral. El \'coffee shop\' no desentonaría en Madrid, muebles coloridos, servicio multirracial y un café espeso, no esa aberración aguada a la que son tan aficionados por aquí. Se lo comento, sonríe: «¿Lo ves? Tengo un punto elitista, muy de demócrata».