Guantánamo, Cuba. Suena al desastre del 98, a los versos de José Martí que luego se hicieron canción para una guajira, a los grilletes de los detenidos por EE.UU. en pedregales lejanos tras los ataques terroristas del 11-S. Si estos últimos todavía suenan en la base naval del Ejército de EE.UU. en territorio cubano, lo harán con mucho eco. Apenas quedan presos en el centro de detención que montó allí en 2002 el Gobierno de George W. Bush.Guantánamo es el símbolo de la lucha contra el terrorismo yihadista. También de los abusos –torturas, detención durante años sin juicio– que se han cometido en el camino. El centro de detención militar vive ahora en una paradoja: está casi vacío, pero su cierre es cada vez más incierto. Después de dos presidentes demócratas, Barack Obama y Joe Biden, que prometieron acabar con Guantánamo. Obama incumplió su promesa. No parece que el próximo presidente de EE.UU., Donald Trump, vaya a estar por la labor.Esta misma semana, once detenidos han salido de Guantánamo. Todos son de Yemen. Como tantos otros prisioneros, todos han pasado años en esta bahía de la costa sur de Cuba, sin haber sido imputados por crímenes, sin haber pasado por juicio, sin haber sido condenados. Antes, cuatro de ellos estuvieron detenidos en las cárceles secretas que desplegó la CIA por todo el mundo, y por las que pasaron los capturados en la \'Guerra al terror\' que desató Bush. Allí se produjeron los llamados «interrogatorios reforzados», la forma en la que el Gobierno de EE.UU. describió las torturas que sufrieron muchos de los detenidos para obtener información o confesiones, muchas de las cuales fueron después inútiles para lograr imputaciones o condenas de los presuntos terroristas.Esta última liberación de detenidos forma parte de un proceso que se alarga desde los tiempos de Obama y que está a punto de dejar a Guantánamo sin residentes. Tras la última salida, solo quedan quince detenidos. Están alojados en dos edificios que en su día contenían cerca de 250 prisioneros. Esos quince presos son una nimiedad en comparación con los 660 que llegó a alojar en su pico de población reclusa, en 2003.Entre los once detenidos liberados esta semana hay algunas figuras conocidas entre los presos que han pasado por Guantánamo. Por ejemplo, Moaht al Alwi, quien ganó fama en el mundo del arte por las pequeñas esculturas de barco que construyó con objetos encontrados en la cárcel militar (una universidad de Nueva York, el John Jay College, organizó en 2015 una muestra con obras creadas por los reclusos de Guantánamo, llamada \'Oda al mar\'; tras su celebración, las autoridades militares prohibieron que salieran más obras de la base). Otros, como Hassan bin Attash, por estar relacionado con uno de los terroristas que idearon el 11-S: es hermano de Walid bin Attash.GUANTÁNAMO Fotos de presos en Guantánamo. A la derecha, Khalid Sheikh MohammedTrasladados a OmánLos once liberados esta semana serán recolocados en Omán, un país vecino de Yemen que es un aliado de Washington en Oriente Medio. EE.UU. ha desarrollado acuerdos con países de todo el mundo para que reciban a detenidos de Guantánamo a los que no ha podido procesar. Entre ellos está España. El entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero acordó con Obama la llegada de cinco reclusos: uno de ellos era español, el ceutí Ahmed Abderraman, y el resto eran de Marruecos, Palestina, Yemen y Afganistán.Omán se ha convertido en uno de los destinos de preferencia de quienes salen de Guantánamo. EE.UU. no los puede devolver a su país, Yemen, porque es un país en plena guerra civil y la legislación estadounidense lo considera demasiado turbulento como para tener un mínimo de control sobre el proceso de rehabilitación de los detenidos.En el país de Oriente Medio, los ya liberados iniciarán un proceso de reintegración en la sociedad. EE.UU. paga a Omán para que su socio tenga una infraestructura de vivienda, educación y de monitorización de los detenidos ahora liberados. Se les prohibe que viajen al extranjero en un periodo de dos años, pero el proceso suele acabar con un regreso a su país de origen. En muchas ocasiones, con sus familias, ya que han desarrollado relaciones afectivas y acordado matrimonios durante su estancia en la prisión de Guantánamo.En el final del segundo mandato de Obama, entre 2015 y 2017, EE.UU. envió 30 detenidos en la base en Cuba a Omán. Todos ellos acabaron regresando a sus países de origen, que eran Yemen y Afganistán.Símbolo para ObamaGuantánamo fue uno de los símbolos de la presidencia de Obama, de dos mandatos de grandes expectativas y pocos resultados.Desde su campaña histórica de 2008, en la que se convirtió en el primer presidente negro de EE.UU., aseguró que cerraría la prisión. «Lo cumpliré», prometió tras ganar la elección. «En lugar de hacernos más seguros, perjudica nuestra seguridad nacional», dijo en 2009, cuando firmó un decreto presidencial para cerrar Guantánamo poco después de llegar a la Casa Blanca. «Este debe ser el año en el que cerremos Guantánamo», repitió en 2014. «Es verdad que no he sido capaz de cerrar esa maldita cosa», bromeó a finales de 2016, cuando Trump ya había ganado las presidenciales de ese año y Obama estaba haciendo las maletas.El obstáculo para el cierre del centro de detención siempre ha sido el Congreso, que ha puesto reparos en el traslado de presos fuera de allí, ya sea a centros en EE.UU. o a otros países.La realidad es que los demócratas y los republicanos están divididos sobre el cierre de Guantánamo. Entre los segundos, muchos se oponen. Entre ellos, el primero de los republicanos, Trump, que nunca ha dado señales de querer acabar con el centro de detención. Todo lo contrario.Un reo del 11-SEn el pasado, Trump ha propuesto no solo que Guantánamo siga alojando a los presos de la guerra contra el yihadismo. Todo lo contrario; ha apostado por diversificar sus usos.El presidente electo aseguró en su primera campaña que Guantánamo serviría para mandar allí a reos que sean «tipos malos». Incluso algunos medios publicaron que Trump contempló la posibilidad de utilizar el centro para cuarentenas de quienes venían de Asia al principio de la pandemia de Covid-19.De momento, Trump no ha dicho nada sobre el futuro de este centro de detención militar. Pero el presidente electo detuvo la salida de detenidos en su primer mandato. Y su designado para el puesto de secretario de Defensa, el veterano del ejército y expresentador de televisión Pete Hegseth, no parece que apueste por el cierre. Hegseth estuvo como militar en Guantánamo en 2004 y ha asegurado que los prisioneros allí han disfrutado de demasiados «derechos y protecciones».El cierre de Guantánamo tiene una dificultad adicional. Allí sigue el detenido más importante de la \'guerra contra el terror\': Khalid Sheikh Mohammed, considerado el \'cerebro\' de los atentados del 11-S. Es uno de esos quince prisioneros y uno de los nueve que han sido imputados o declarados culpables. Se espera que Mohammed presente esta misma semana ante las autoridades judiciales militares una declaración de culpabilidad sobre los crímenes de los que es acusado. Es su vía para evitar la pena de muerte y que el Departamento de Defensa de Biden, ante críticas furibundas en EE.UU., trató de descarrilar. Si ese acuerdo de culpabilidad se sostiene ahora, Mohammed y otros dos acusados se quedarían con una pena de cadena perpetua. Por el momento, y nada de eso parece que vaya a cambiar con Trump, la cumplirían con la brisa caribeña de Guantánamo.