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J.D. Vance visita Groenlandia con las puertas cerradas: protesta y diplomacia fallida

El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance , puso esta mañana rumbo a Groenlandia junto a su esposa, Usha, tras un accidentado cambio de planes que transformó lo que la Casa Blanca había vendido como un «gesto diplomático de proximidad» en un simple vuelo de ida y vuelta a una base militar remota.La comitiva, que despegó al amanecer desde la base aérea de Andrews, en Washington, sólo estará en la base de misiles de Pituffik, una instalación estadounidense en el norte de la isla, a más de mil kilómetros de cualquier centro urbano y aún más lejos del entusiasmo diplomático que alguna vez pretendió generar esta visita.Lo que iba a ser una agenda de tres días repleta de imágenes simbólicas, con Usha Vance participando en un acto cultural, con perros de trineo y encuentros con la población nativa, terminó reducido a una parada de apenas unas horas. Vuelve a Washington esta noche.Noticia Relacionada especial Si Conversaciones pendientes en Groenlandia Pablo Ortega | Enviado especial a Nuuk (Groenlandia) El órdago estadounidense se suma a la lista de asuntos pendientes, que van desde el legado de los indígenas a la altísima tasa de suicidiosNi las ciudades de Nuuk o Sisimiut ni ningún representante del gobierno autónomo groenlandés figuran ya en el programa oficial. La explicación no figura en ningún comunicado, pero el motivo es claro: no ha habido entusiasmo alguno tras las amenazas de anexión de Donald Trump .La visita de Vance a Groenlandia llega en un momento especialmente delicado para la Casa Blanca, aún sacudida por las secuelas del llamado \'Signalgate\' : la filtración de mensajes entre altos funcionarios del equipo de Trump en los que se discutían posibles operaciones militares en Yemen.En esos intercambios, revelados por la revista \'The Atlantic\' y verificados por múltiples medios, aparecían tanto Vance como el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz , ambos presentes en esta gira. La revelación ha provocado una ola de críticas sobre el manejo de información clasificada y ha generado honda preocupación en el Congreso, donde varios legisladores cuestionan la deriva unilateral del equipo de Trump en política exterior.Lejos de adoptar un perfil bajo, Vance ha optado por reforzar su imagen internacional con este viaje relámpago al Ártico, acompañado por Waltz. En aquellos mensajes, Vance despreciaba a Europa, a la que acusaba de vivir de la generosidad estadounidense, eso después de un viaje a Berlín el mes pasado en el que ofendió a sus anfitriones y apoyó a la extrema derecha.En esta Casa Blanca de Trump sigue resonando el viejo deseo presidencial de comprar Groenlandia, una propuesta rechazada con sorna por las autoridades danesas en su momento, durante el primer mandato del hoy presidente, pero que ha vuelto con fuerza tras las recientes declaraciones del propio Trump, insistiendo en que «Estados Unidos necesita Groenlandia para la seguridad mundial».En este contexto, la gira de Vance y su esposa fue vista por muchos en Dinamarca y Groenlandia como un intento encubierto de dar legitimidad a la idea de una anexión o, al menos, de una mayor influencia estadounidense sobre el territorio que toca el Ártico.Noticia Relacionada estandar Si Groenlandia se niega a recibir a la esposa del vicepresidente Vance Rosalía sánchez | corresponsal en berlín Usha Vance sigue los pasos de Trump Jr., que viajó a Nuuk a principios de enero en una visita privada que sirvió para ilustrar la ambición del nuevo Gobierno de Estados Unidos sobre la isla del ÁrticoEn Nuuk, la reacción fue rápida. Uno tras otro, líderes políticos, empresarios, e incluso agencias de viajes, comenzaron a rechazar participar en la visita, según informa Bloomberg. Una empresa turística que inicialmente había aceptado recibir a Usha Vance dio marcha atrás, alegando que no quería ser parte de lo que calificó como «un acto político».En Sisimiut, donde se celebraba la tradicional carrera de trineos llamada \'Avannaata Qimussersua\', se preparaban protestas y un gesto de repudio: los corredores planeaban dar la espalda a la segunda dama si se presentaba allí.El Gobierno de Groenlandia, que ha formado una coalición de concentración nacional tras unas elecciones locales el 11 de marzo , calificó el viaje como una provocación. El primer ministro en funciones, Múte B. Egede , se mostró molesto por la falta de coordinación diplomática y advirtió que la visita parecía diseñada para imponer una agenda exterior en un momento político delicado, según AP.Desde Copenhague, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen , fue más directa: «Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Lo saben perfectamente. Esta visita crea una presión inaceptable».Cambio de planesCon las puertas cerradas en las ciudades, la Casa Blanca optó por salvar lo que quedaba del viaje con un plan mínimo: un recorrido por las instalaciones del Comando Espacial de Estados Unidos en Pituffik, un enclave estratégico con unos 650 efectivos, incluyendo personal estadounidense, canadiense, danés y groenlandés.El vicepresidente ofrecerá un breve discurso a los militares, acompañado del consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz ; el secretario de Energía, Chris Wright ; el senador Mike Lee , de Utah; y Julia Nesheiwat , esposa de Waltz y exasesora del Departamento de Seguridad Nacional. Ninguno de ellos tendrá contacto con autoridades groenlandesas ni con civiles, salvo los contratistas locales que trabajan en la base.La presencia de Usha Vance en la comitiva ha sido, desde el inicio, una fuente de tensión. Su viaje fue anunciado como un gesto cultural, pero se convirtió en un símbolo de torpeza diplomática. La segunda dama había publicado en redes sociales que iría a Groenlandia «para conocer su cultura milenaria», aunque su equipo nunca se comunicó con el gobierno local.Fue su marido quien, días después, dijo que se sumaría porque «no quería que Usha se divirtiera sola». Esa frase, pronunciada en tono ligero, no ayudó a disipar la percepción de frivolidad en una visita que, en teoría, buscaba reforzar vínculos de seguridad y cooperación.La visita a Pituffik, pese a su discreción, se inscribe en una estrategia más amplia de Washington para garantizar su posición en el Ártico frente al creciente interés de China y Rusia por los recursos naturales y las rutas marítimas de la región. La Casa Blanca insiste en que su presencia en la isla es vital para el sistema de alerta antimisiles y para asegurar el acceso a minerales estratégicos como las tierras raras, clave para la industria tecnológica y militar.

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