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La otra cara del poder: Delcy Rodríguez y el control del petróleo en Venezuela

Una reunión en 2019 pone de relieve la autoridad y el papel reales de Delcy Eloína Rodríguez en el gran aparato de poder del régimen que domina Venezuela. Era 20 ó 21 de noviembre de aquel año, y sin más problemas pudo entrar en Caracas ni más ni menos que Eric Prince , para cenar con ella y hablar de lo que varios opositores y analistas consultados creen que era un dispositivo de seguridad para los pozos de petróleo y las minas de oro en el país. Prince era el hombre idóneo para ello: viejo soldado de élite estadounidense y fundador de la empresa de seguridad privada más famosa del mundo, Blackwater; en suma, para los mercenarios lo que un general veterano y condecorado sería para cualquier ejército. Semejante reunión, si la hubiera mantenido cualquier otro, hubiera desatado la furia de Nicolás Maduro , tendría consecuencias graves: acusación, detención, probablemente tortura. Pues Prince es no sólo jefe de mercenarios, sino colaborador leal de Donald Trump y artífice de todo un plan para amasar una milicia privada de cinco mil personas y enviarlas a derrocar a Maduro . Un plan, por cierto, que comenzó a airear en Washington apenas ocho meses antes de ir a verse con Delcy a Caracas. Pero Delcy Rodríguez (Caracas 1969) podía hacer eso y mucho más. Ella es, con su hermano Jorge, y con Maduro y su mujer, Cilia Flores, una de las cuatro patas del régimen . Ella hace y deshace, y se puede permitir recibir, saludar, cenar y hacer negocios con quien le plazca, porque está acostumbrada a hacer lo que le viene en gana en una Venezuela que para los opositores es su gran monedero, su juguete, su experimento. Esta doctora en Derecho es desde esta semana poderosa ministra a cargo del Petróleo , la gran reserva de riqueza de Venezuela, cargo que añade además al de vicepresidenta, número dos de la dictadura que se acaba de perpetuar con un fraude de ley antológico.Noticia Relacionada María Corina Machado estandar Si «Quisiera ver a España liderando en Europa el reconocimiento a Edmundo González» A. Gerlotti y S. Gaviña La líder opositora asegura que cuanto más tiempo pase menos espacio de negociación tendrá MaduroDos meses después de aquella cena en Caracas , llega el para ella infausto viaje a Madrid. Madrugada del 20 de enero de 2020. Va de camino a Estambul, el avioncito Dassault Falcon la lleva en una visita de ignotos fines. Es, eso sí, para la inteligencia de EE.UU. una de las rutas del tráfico de oro y de la evasión de sanciones, junto con la de Dubai y la de Moscú. El Falcon no tiene autonomía para hacer el tránsito directo, así que decide hacer escala en Madrid. Jugada riesgosa, pues la Unión Europea la tiene sancionada desde 2018 por el desmantelamiento de la democracia y el estado de derecho en su país. Debería ser detenida, sus pertenencias requisadas. Delcy viaja con un séquito entre el que se encuentra un empresario venezolano libanés más de 20 años menor, Yussef Abu Nassif , de quien medios venezolanos afirman que es su pareja. Delcy muestra en el descenso a Madrid su poder. Tiene grandes contactos en el socialismo español, sobre todo con el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero . Consigue que se le dé luz verde para pernoctar en Madrid, en un hotel de lujo. Le gusta mucho, el lujo. Dicen sus biógrafos que fuma habanos, que le gusta un buen restaurante, unas buenas compras, se la ha visto luciendo zapatillas de Balenciaga de 500 euros y de Valentino de 600. Todo ello sin renunciar a la revolución, a honrar la memoria del Ché y de los Castro.La visita, sin embargo, se aborta. José Luis Ábalos , el abnegado fontanero del gobierno de Pedro Sánchez , lo resuelve todo mandándola apresuradamente a Qatar en vuelo comercial. Se arma un escándalo tremendo, el gobierno miente repetidamente, la oposición clama. Rodríguez en la Asamblea Nacional efeEs este un trauma para Delcy, porque ya la pasó una vez, la humillación de ser persona non grata. En diciembre de 2016, en ejercicio entonces del cargo de canciller, se plantó en Buenos Aires exigiendo ser recibida por el gobierno en el Palacio de San Martín y reclamando acceso a las reuniones del bloque económico del Mercosur, pero el gobierno argentino le recordó que Venezuela había sido expulsada dos semanas antes por no cumplir los requisitos básicos de permanencia. Delcy rabió, se hizo acompañar de decenas de venezolanos y, haciéndose grabar, denunció un golpe de estado —otro— ante unos agentes de policía que parecían no saber muy bien qué quería aquella señora que hicieran.Prueba de su arrojo, Delcy forcejeó con los agentes entre gritos de «derechos de la mujer», se coló en el palacio y se metió en la sala del Consejo del Mercado Común, pero estaba vacía. Los ministros estaban reunidos en otro sitio, parece que sabían con quién se la jugaban. Delcy tomó una foto, y la publicó en redes: «Confabulados contra Venezuela». Después, Maduro dijo desde La Habana, donde estaba de viaje, que en semejante gesta, a Delcy le había roto un agente la clavícula, pero eso no lo recogió claramente ninguna de las decenas de cámaras que la acompañaban.Tras el bochorno de Barajas, Delcy no ha tenido más problemas de esa índole. El régimen se ha puesto a comprar viejos aviones Airbus y Boeing, sobre todo a Irán, que le han permitido viajes de largo trayecto sin tener que hacer escalas en ningún otro sitio. En octubre pasado, voló directamente a Moscú, la ciudad a la que la petrolera estatal PDVSA trasladó su sede europea tras las sanciones de 2019 y 2020 en EE.UU. Delcy Rodríguez es hija de un político marxista y castrista que murió en 1976 tras una paliza en la comisaría, donde había sido llevado para ser interrogado por el secuestro de un norteamericano. La hija mayor de este tenía 10 años y el hermano de ella, 7. Ambos son hoy cabeza del régimen, él, avezado médico psiquiatra, como ministro de Información y al mando de todo el aparato de propaganda e intoxicación de la dictadura.Ella llegó a ser ministra de Presidencia con Hugo Chávez , pero apenas por seis meses, pues no hubo química entre ambos. Tenaz, volvió de ministra de comunicaciones varios años después, en 2013, en el ascenso de Maduro, y ahí comenzó su verdadero ascenso hasta la cumbre en la que ahora está encaramada. Entre la oposición en Caracas se considera que ella y su hermano son la parte cerebral, formada, políglota, calculadora, de una tetrarquía que por la parte de Maduro y su mujer es patentemente carente en los apartados de finura, intelecto y contención.Con Maduro, tras él o sobre él, Delcy lo ha ido sobreviviendo todo. En un reciente escándalo cayó el antes poderoso vicepresidente y ministro de Petróleo Tarek el Aissami , en una trama de supuesto robo que era tan grande que resulta inconcebible que Rodríguez no supiera de ella, dado su rango de vicepresidenta y su mano en el mercado del crudo. Aún así, ha salido indemne.Desde luego, la fiscalía de EE.UU. la considera la urdidora última de las componendas de Maduro con el mercado mundial del petróleo. La prueba, una imputación de 2022 al ex diputado republicano de Florida David Rivera por lavado de dinero y delito de representación ilícita. El ministro público norteamericano considera que Delcy en persona le eligió para darle un contrato de cincuenta millones de dólares para representar a Venezuela y presionar a la Administración Trump para que rebajara las sanciones adoptadas, que eran en realidad un embargo casi total al crudo.Con respecto a su relación con Eric Prince, el mercenario fundador de Blackwater, Delcy Rodríguez no lo había dicho todo en noviembre de 2019. Pidió otra reunión, en México, a la que iría su hermano, Jorge. Era septiembre de 2020, dos meses para las anteriores elecciones presidenciales de EE.UU. Tan en serio se lo tomó Prince, que acudió con Ric Grenell , amigo de Trump, candidato a ser nuevo secretario de Estado si aquel ganaba. En aquella reunión quedó ya claro qué quería el régimen: la liberación de su testaferro, Alex Saab , que había sido detenido en una escala en Cabo Verde y acababa de ser extraditado a Florida. Con Trump, eso, los Rodríguez y los Maduro no lo conseguirían. Pero pronto se disponía a ganar las elecciones el hombre que les daría eso y más, Joe Biden.

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