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La tortura bajo el régimen sirio de Bashar al-Assad será juzgada en Alemania

Khaled Ibrahim había vuelto a su apartamento en Damasco, después de una jornada de trabajo como agente inmobiliario, cuando recibió una llamada de su hermano Marwan. «Khaled, los Shabihas de Tadamon me han secuestrado», fue todo lo que alcanzó a decir antes de que se cortara la conexión. Era el 14 de noviembre de 2021. Los Shabihas, los milicianos del régimen de Bashar al-Assad, hacían desaparecer impunemente a cualquier disidente, pero su hermano jamás había tenido nada que ver con la política y Khaled no podía dar crédito. El dia siguiente recibió una segunda llamada, en la que un hombre que se identificó como policía le informó que su hermano, secuestrado por militantes de la oposición, había sido rescatado. «Podrás reunirte con él mañana en la comisaría de Yarmuk». Acudió con comida, ropa limpia y zapatos para su hermano, que un funcionario tomó para llevar a las celdas. Cuando estuvo de regreso, le devolvió los zapatos y le informó que su hermano debía permanecer en la comisaría. Después de eso no volvió a saber nada de él, a pesar de sus muchos intentos de obtener información, hasta junio de 2015, cuando vio por primera vez fotografías de los Archivos César. Un fotógrafo forense de la Policía Militar siria, que a partir de 2011 llegó a documentar hasta cien cuerpos al día, todos ellos con señales de tortura, amputaciones, heridas de sustancias químicas o desnutridas, huyó con más de 5.000 imágenes en julio de 2014. El hombre muerto tendido en el suelo, sobre colillas de cigarro y con el número 1246 escrito con rotulador en la frente, era Marwan. Khaled comprendió entonces por qué le habían devuelto los zapatos: a su hermano le habían triturado los pies, de los que apenas quedaba rastro. Tras escapar del régimen sirio e instalarse como refugiado en Dinamarca, ha entrado en contacto con Caesar Families (www.caesarfamilies.org), con sede en Berlín, que se dedica a identificar los cadáveres del archivo y asesorar a los familiares de cara a posibles medidas judiciales. Junto con otros dos familiares de víctimas, Hosam al Balkhe y Yasmen Almashan, acaba de presentar ante el Fiscal General Federal alemán en Karlsruhe una demanda penal contra los más altos dignatarios del régimen de Bashar al-Assad por los cargos de asesinato, detención arbitraria, secuestro y tortura. Normalización de relacionesEn virtud del principio de jurisdicción universal, Alemania puede condenar a extranjeros por delitos cometidos fuera de Alemania contra víctimas no alemanas. Y ahora que Bashar al-Assad comienza a recuperar prestigio internacional, estas demandas se lo pondrán mucho más difícil. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan , anunció el pasado sábado que está dispuesto a reunirse con su homólogo sirio para normalizar las relaciones entre ambos países, pero los juicios pueden dar al traste con una campaña diplomática que apenas está empezando.Khaled Ibrahim llegó a Berlín a principios de septiembre, a la oficina del Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR), junto a los otros dos demandantes. Allí recibió asesoría legal y los medios necesarios para apuntalar la carga probatoria de la demanda, parte fundamental de la cuál son las fotografías César. «Después de ver esas imágenes, tu vida se acaba, nada vuelve a ser igual», relata Hosam al Balkhe, que tuvo que acudir al dentista de su hermano. Tenía el rostro tan desfigurado que solamente creyó reconocerlo por el pelo e intuyó que los dientes sí serían identificables. Crímenes contra la humanidadEn 2013, su hermano Hassan tenía 35 años, era padre de una hija de tres y trabajaba como ingeniero eléctrico en el aeropuerto de Damasco. Se opuso a Assad y transportó ilegalmente suministros médicos a civiles sitiados por las fuerzas del régimen. El 14 de febrero de ese año, estaba hablando por Skype con otro de sus hermanos cuando alguien golpeó su puerta. «Espera un momento», djoe Hassan, «veré quién es y ya vuelvo». Pero nunca regresó. Los agentes irrumpieron en el apartamento y arrancaron los cables eléctricos para atarle las manos. Se llevaron su ordenador, teléfono, coche y dinero. Sólo dos años después recibieron un certificado de defunción del departamento de medicina forense, pero nunca pudieron ver el cuerpo hasta identificarlo en las fotos.El pasado mes de junio, el Tribunal de Apelaciones de París avaló la orden de arresto emitida en noviembre de 2023 contra el presidente de Siria por complicidad en crímenes de guerra y contra la humanidad, por los ataques con armas químicas de agosto de 2013 en Ghuta Oriental. La Fiscalía francesa había recurrido la orden contra Al Assad por entender que goza de inmunidad por su condición de jefe de Estado, tesis que no compartió finalmente el tribunal. La causa judicial abierta en Francia afecta también a otras personas del entorno del presidente sirio, entre ellas su hermano Maher al Assad. Pero sin duda serán las causas a raíz de las fotografías del archivo César las que mostrarán al mundo con mayor poder gráfico y mediático el terror al que ha sido sometida la población siria y las que compliquen los actuales planes políticos de Assad

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