La Unión Europea lleva años esforzándose por protegerse de las interferencias y ataques malintencionados a través de las nuevas tecnologías. Los responsables comunitarios están descubriendo ahora –no sin cierto estupor– que la principal amenaza puede que no venga del terrorismo islámico y ni siquiera del dictador ruso, Vladímir Putin, el más activo en los ataques híbridos. Sin ocultarse a través de seudónimos o de cuentas falsas manejadas por algoritmos, la actividad efervescente del multimillonario de origen sudafricano Elon Musk para apoyar, allá donde se encuentren, a los partidos nacionalistas euroescépticos y populistas ha empezado a ser vista entre muchos dirigentes europeos como un peligro real. Especialmente después del anuncio de que mañana jueves va a emitir por X una entrevista con Alice Weidel , la líder de Alternativa para Alemania (AfD), con vistas a las elecciones anticipadas del 23 de febrero.Desde Bruselas se percibe cierta preocupación sobre todo en el Parlamento Europeo, donde varios diputados quieren instar a la Comisión a que utilice todo su poder legal para intentar controlar al empresario, que va a jugar un papel estratégico en el segundo mandato de Donald Trump.Hasta el presidente francés, Emmanuel Macron , se ha atrevido a acusar públicamente a Musk de haber ido demasiado lejos en su apoyo a AfD. En el discurso del lunes ante el cuerpo diplomático, Macron recordó que «hace diez años nadie podría haber imaginado que nos hubieran dicho que el propietario de una de las redes sociales más grandes del mundo apoyaría un nuevo movimiento reaccionario internacional e intervendría directamente en las elecciones, incluso en Alemania».La bronca de las redesLas palabras de Macron suscitaron una oleada de comentarios precisamente en las redes sociales que controla Musk. Y este último no se privó de exponer la suya en su red social al recordar cuántas veces los políticos de la izquierda europea han actuado abiertamente en contra de Donald Trump desde que éste entró en política: «Ah, se refiere a aquella vez que Starmer llamó a Donald Trump racista y dijo que el gobierno británico debería hacer todo lo posible para detenerlo. O cuando Starmer envió a miembros del Partido Laborista británico a hacer campaña en Estados Unidos contra el presidente Trump», dijo Musk.La eurodiputada verde alemana, Alexandra Geese, es una de las primeras que ha levantado la voz para advertir sobre las consecuencias de la transmisión de ese programa dedicado a Weidel. A su juicio, «la conversación de Elon Musk con la líder de AfD en X está amparada por la libertad de expresión. Su manipulación algorítmica, que ya está inundando intencionadamente las cuentas alemanas de X con propaganda de extrema derecha y ahogando el contenido progresista, no lo está».El propio Musk no ha tardado en darle la razón con un mensaje, publicado ayer tarde, en el que atacaba directamente al también multimillonario George Soros, que es la principal bestia negra de todos los partidos de la extrema derecha europea.Por ahora, la Comisión Europea mantiene una posición matizada porque una cosa es atreverse con empresas tecnológicas norteamericanas, por grandes que sean, y otra muy diferente echarle un pulso a alguien que está tan cerca del presidente electo y que se sabe que va a tener un papel crucial en la nueva administración y quién sabe si más allá. Planes ilegalesSegún la ley europea de Servicios Digitales (DSA), que se aprobó el año pasado, los planes de Musk podrían ser ilegales, dependiendo de hasta qué punto se considere que la transmisión impulsa injustamente a Weidel sobre sus rivales. La AfD actualmente está en segundo lugar en las encuestas y podría jugar un papel decisivo a la hora de formar el nuevo gobierno federal.El autor de la poderosa ley DSA, el excomisario francés Thierry Breton considera precisamente que con esta oportunidad a Weidel «se le concederá una ventaja significativa y valiosa» sobre sus competidores y recordó que la Comisión tiene el poder para obligar a cumplir sus obligaciones ante la ley de Servicios Digitales que prevén multas gigantescas de hasta el 6 por ciento de la facturación global, o incluso bloqueos temporales, en caso de incumplimiento.Para la Comisión, por ahora la mejor opción es la de esperar acontecimientos, o la AfD podría acusarle a su vez de intervenir preventivamente en su contra. El portavoz Thomas Regnier aclara que el primer paso es constatar los hechos cuando se produzcan. «¿Cuánto se ha impulsado o se impulsará? [a la AfD]Eso es lo que la Comisión analizará», lo que es poca cosa teniendo en cuenta que Bruselas ya lleva más de un año estudiando si la red X cumple o no con las exigencias de la DSA. De momento está previsto que el 24 de enero se reúnan la Comisión, el regulador alemán y los representantes de X para hablar precisamente de la campaña. Para entonces, Musk será ya un miembro efectivo del gobierno de Estados Unidos.