El castellano fluido de Taras no esconde su acento. Su nombre de guerra es El Español, un sentido homenaje al país que «le dio la oportunidad de realizarse». Es el subcomandante de batallón de la 65 brigada mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania . Pero es un oficial diferente. Nació en la ciudad rusa de Murmansk, porque su padre prestaba servicio en un submarino nuclear. Volvió a su querida Ucrania a los cinco años . La vida militar no encajaba en los planes del joven Taras, aunque la tradición castrense estaba muy presente en la familia -su abuelo luchó con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española-. Él soñaba con ser deportista, quizás campeón de lucha libre algún día. Una aspiración que se desvaneció cuando el politburó soviético decidió lanzar la invasión de Afganistán. La alegría de su rostro amable se desvanece al recordar la primera vez que tomó las armas. No tenía opción: «O la guerra o la cárcel». Ahora reconoce que en aquella época el «ocupante» era él. Después del periplo afgano, combatió en Nagorno Karabaj y Transnistria. Dejó las filas de Guardia Nacional de Ucrania en el año 2000 con el rango de capitán por el bajo salario y las malas condiciones del momento. Taras creía que sus días de guerra habían terminado y se trasladó a España.Pero cuando Rusia se abalanzó sobre Ucrania en 2022, Mykhalchuk dejó su trabajo en la península, volvió como voluntario a su país y se alistó para la guerra con más de 50 años de edad. « No tengo casas ni propiedades en Ucrania, pero amo esta tierra . Y creo que, si los rusos consiguen tomar mi país, atacarán Europa», sentencia con seriedad.Noticia Relacionada estandar No Rusia y Ucrania llevan a cabo un intercambio de 206 prisioneros gracias a la intermediación de Emiratos Árabes Unidos Miriam González | CORRESPONSAL EN KIEV El Kremlin lanza una ofensiva aérea con 76 drones kamikaze en varias regiones del país invadidoAmigos ayer, enemigos hoyLas ironías de la vida lo llevaron a enfrentarse en la región de Zaporiya a la misma brigada rusa en la que prestó servicio en Afganistán: la 22 brigada de fuerzas especiales del GRU. Los tiempos y los métodos de la guerra han cambiado mucho desde entonces. Ahora los drones controlan los cielos y ponen en jaque a la infantería en la tierra. El trabajo de Taras y sus hombres consiste en mantener las posiciones en la primera línea del combate . « Es como la Segunda Guerra Mundial . Una guerra fatal. Muere muchísima gente», admite el subcomandante en su base militar, rodeado de dibujos que los niños ucranianos envían para que sus militares tengan el ánimo alto. «Para defendernos tenemos que matar la logística rusa con misiles», apunta El Español.Taras conoce su sección del frente como la palma de su mano y gracias a eso «no tenemos tantas bajas» como otras unidades. «Nuestros soldados combaten muchas veces como partisanos y nunca hay suficiente munición», agrega. La brigada 65 también participó en la fallida contraofensiva ucraniana de 2023 y Mykhalchuk considera a los altos mandos militares los responsables del fracaso. «Fue un desastre, porque nuestros generales pretendían que la tropa avanzara a cualquier precio en un terreno plagado de minas. Ellos pensaban que cuando los rusos vieran los tanques Leopard o los Bradley se asustarían y no fue así».Las ironías de la vida lo llevaron a enfrentarse en la región de Zaporiya a la misma brigada rusa en la que prestó servicio en AfganistánLas rotaciones y el descanso en estos dos años han sido más bien escasos, precisamente por la experiencia acumulada por la tropa en la zona. «Estamos aquí desde julio de 2022, tendría que venir gente nueva para que aprendiese con nosotros y así poder descansar. Temo que si nos vamos, los rusos los aprovecharán», apunta el subcomandante.La añoranza de España El subcomandante Taras fue condecorado por el propio Zelenski con la Orden de Bohdan Khmelnytskyi el pasado verano. Mykhalchuk logró evacuar hasta a 40 soldados heridos tras un ataque ruso en la región de Zaporiya. El militar no da mucha importancia a su hazaña y habla de lo ocurrido con total tranquilidad. Solo hay un momento en toda la conversación en el que casi no puede contener la emoción y es cuando habla de la vida que dejó en España, donde está su familia. «Quiero volver y ahora no puedo salir de Ucrania», confiesa El Español.Pero los últimos reclutas que llegaron no son jóvenes. Algunos están aquejados por dolencias y eso es «desmoralizante», explica Taras. El desgaste y el cansancio hacen mella también en él. «Yo tengo 56 años, y eso se nota en el cuerpo, no es lo mismo que cuando tienes 20 años». Taras se queja también de que son los voluntarios los que proveen a su brigada con drones, coches y hasta uniformes: «Si tengo 100 drones, 80 me los consiguieron voluntarios. Pero yo creo que todo eso nos lo tendría que dar nuestro gobierno». Mykhalchuk no disimula el profundo amor a su país, pero eso no le impide juzgar con severidad algunos de sus problemas: « Ucrania es como un gran pájaro que quiere volar y no puede . Tiene cemento las patas, y ese cemento es la corrupción».