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Mariam, la niña que salvó a su familia de morir en el seísmo

Mariam es una niña risueña, sana y alegre. Sonríe a todos, y se lanza a los brazos de cualquiera, aunque sea un desconocido. Hoy cumple un año y, aunque ella todavía no lo sabe, gracias a eso salvó a su familia de morir en el terremoto que asoló Marruecos.Hace un año, tras el seísmo que dejó en Marruecos casi 3.000 muertos y más de 6.000 heridos, ABC encontró a esta familia en los campamentos levantados en Asni para los que perdieron sus casas. Entonces, Mariam tenía cuatro días de vida pero todavía no tenía nombre. Es la tradición, hasta el séptimo día no lo ponen. Su madre, Jadima, aún se emociona al recordar lo que vivieron. En la tarde del sábado 8 de septiembre, Jadima comenzó a tener las primeras contracciones. Con su familia, decidieron bajar a Marrakech al hospital universitario Mohamed VI. Iban todos: su marido, su madre, su tía y su hermana. Iba a ser el primer nacimiento en la familia y todos querían estar presentes. Y menos mal.Jadima con Mariam con apenas cuatro días de vida en la tienda de campañana en Asni pablo ortegaNació el bebé, una chica de casi tres kilos, y la alegría inundó a todos, pero duró poco. El suelo comenzó a temblar y no sabían qué es lo que estaba pasando.«Todo se movía. Yo aún estaba un poco débil pero agarré a mi bebé con todas mis fuerzas», contaba entonces a ABC aún convaleciente, tumbada en la tienda de campaña. «Me asusté mucho, no sabía lo que pasaba y quise entrar a la habitación para ver que mi mujer y mi hija estaban bien», cuenta ahora Yamil, su marido. La madre y el bebé pasaron la noche en el hospital, mientras la familia esperaba fuera, con miedo a que hubiera otra réplica. Enseguida vieron que la zona más afectada por el temblor había sido la suya. Viven en un pequeño pueblo de la zona de Adazen entre las montañas del Atlas. Al salir del hospital quisieron volver a su casa, pero había quedado reducida a escombros. No tenían dónde ir. «No sabíamos qué hacer, dónde ir con una recién nacida», recuerda la madre.Una tienda de campañaLos instalaron en una de las cientos de tiendas de campaña que levantaron en la ciudad de Asni. Allí pasaron unos meses y las condiciones fueron muy complicadas. Vivían cinco personas en una tienda de cuatro metros cuadrados, donde en verano el sol es abrasador y calienta el interior de las tiendas como auténticos hornos, y en invierno las mantas no son suficientes para aislarse del frío y de la lluvia que se cuela por las agujeros de las lonas. «El invierno fue muy duro. Hacía mucho frío y con un bebé era complicado mantener el calor», recuerda la madre. Entre Yamil y algún familiar más pudieron poner en pie otra vez su casa de adobe en Adazen, donde han vuelto a vivir.«Solo quiero que mi hija pueda ir a la escuela y estudie. Gracias a ella estamos aquí», dice su madre, feliz de poder tenerla en brazos.

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