Con Donald , vuelve Melania . Esta vez, a diferencia de hace ocho años, se presenta desde el primer día. En aquella primera ocasión, decidió quedarse en su rascacielos de Nueva York hasta el final del verano para que su hijo Barron , que entonces tenía 10 años, pudiera terminar el curso escolar. Hoy, Barron ha volado del nido: estudia en la Universidad de Nueva York, es todo lo independiente que se puede ser apellidándose Trump .La nueva primera dama llega a la Casa Blanca el mismo día de la investidura , acompañada de sus muebles y con una idea clara de cómo redecorar el Despacho Oval . Su equipo dispone de apenas cuatro horas, desde que los Biden entregan las llaves hasta que ella y su esposo regresan del Capitolio, para transformar ese museo habitado en un hogar acogedor para la pareja, que se instala sin más compañía.Tras el protagonismo y la marcada influencia de Jill Biden durante la presidencia que ahora concluye, regresa la discreción de la modelo eslovena. Su estilo refleja una meticulosa selección de atuendos : chaquetas de Chanel , vestidos de Valentino y los icónicos tacones de vértigo de Louboutin . Apenas incorpora moda estadounidense y mucho menos prendas informales como los vaqueros.Noticia Relacionada estandar Si Steve Bannon vs. Elon Musk: la guerra entre las dos almas del trumpismo Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York Se agrava la pugna entre las dos mayores influencias del presidente electoLas cosas han cambiado. Durante los cuatro años de retiro político de su esposo, Melania Trump ha intentado reivindicar su propia voz . En entrevistas e incluso en un libro, ha señalado diferencias con él, declarando, por ejemplo, su apoyo al derecho al aborto, en contraste con las posturas de su marido. También ha insinuado que no siempre comparte sus opiniones, aunque reconoce que le da consejos: a veces él los sigue, otras no. Entre sus prioridades figura relanzar la campaña \'Be Best\' , una iniciativa centrada en fomentar la concordia y combatir el \'bullying\' y los efectos psicológicos nocivos de las redes sociales . Una paradoja evidente si se contrasta con el lenguaje áspero, por llamarlo de alguna manera, que Trump utiliza para descalificar a sus adversarios, con calificativos como lunático, corto, loca, psicótico o enajenado.En su regreso, Melania Trump insiste en diferenciarse de su marido, dejando claro que tiene sus propias ideas y prioridades. En una reciente entrevista con Fox News , reflexionó sobre su primera etapa en la Casa Blanca: «Siento que la gente no me aceptó. Quizás no me entendieron como tal vez lo hacen ahora. Y no tuve mucho apoyo. Tal vez algunas personas me ven solo como la esposa del presidente , pero estoy firme sobre mis propios pies, independiente. Tengo mis propias ideas«.Otros cuatro años en la Casa BlancaLlama la atención su evidente animosidad hacia los Obama , que parece mantenerse intacta. En grabaciones filtradas hace unos años, no dudó en expresar su descontento, criticando el supuesto estado deplorable en el que, según ella, dejaron la Casa Blanca. Ahora, bajo los focos, asegura que le ocultaron mucha información y que no le brindaron la orientación necesaria para desempeñar su rol, una crítica que resulta llamativa, ya que ella misma replicó esa actitud con Jill Biden. En 2021, antes de abandonar la residencia oficial, ni siquiera se reunió con la nueva primera dama para el tradicional traspaso de responsabilidades. Eran otros tiempos. Entre quienes mostraron mayor alivio al dejar atrás los rigores de la presidencia hace cuatro años, destacaba Melania. Maestra en el arte de enviar mensajes sutiles a través de sus estilismos, abandonó la Casa Blanca con un atuendo que no pasó desapercibido: un traje chaqueta negro, gafas de sol oscuras y un aire solemne. Sin embargo, horas después, bajo el sol radiante de Florida, la transformación era evidente. Cambiada en el avión, apareció con un vestido de vivos colores, en tonos naranjas y azules, y una amplia sonrisa que desmentía cualquier interés en los flashes y preguntas de la prensa, a los que ignoró con estudiada indiferencia.