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Internacionales

¿Nos acercamos al fin de las hostilidades en Ucrania?

Continua la campaña de bombardeos rusos contra las infraestructuras energéticas ucranianas . Esta vez, el Kremlin la disculpa como «respuesta» al reciente ataque ucraniano con ATACMS norteamericanos , contra un aeródromo ruso en Taganrog a orillas del mar de Azov. Sobre el terreno, las tropas rusas conservan la iniciativa y sus mayores esfuerzos se desarrollan en el óblast ruso de Kursk y en las zonas de Prokovsk-Kurajovo y de Velyka Novosilka en el óblast ucraniano de Donetsk . Fuera del teatro, el presidente Biden, casi con un pie ya fuera de la Casa Blanca, está tratando de agotar, antes del 20 de enero, la ayuda financiera y militar a Ucrania remanente del paquete aprobado el pasado verano por la cámara de representantes. También empieza a extenderse la idea de una próxima conclusión/congelación de las hostilidades militares, lo que origina fuertes controversias. La más sonada es, quizás, la disparidad entre el secretario general de la OTAN, Rutte, y Trump. El primero urge a los aliados a incrementar la inversión en armas y a acelerar sus entregas de armamentos y municiones a Ucrania. Además, pronostica que el conflicto se extenderá a los 4 o 5 próximos años: todo el mandato de Trump. Éste, «persona del año 2024» de la revista Time, considera, por el contrario, muy peligrosa la inversión en armas y, sobre todo, la autorización a Ucrania para bombardear territorio ruso con los misiles de largo alcance (ATACMS norteamericanos y Storm Shadow franco-británicos). Además, pronostica una próxima finalización de las hostilidades. Probablemente, tal antagonismo verbal no se prolongará más allá de la fecha de toma de posesión de Trump. Porque un secretario general de la OTAN no pasa de ser un alto funcionario internacional elegido y sostenido con el imprescindible «placet» de Washington. Previsiblemente, Rutte, después del 20 de enero, cambiará. O de opinión o de trabajo. En el plano político-militar internacional, crece el debate sobre cómo quedaría el escenario de seguridad europeo al concluirse las hostilidades en Ucrania. Escenario que, seguramente, no podría zafarse de tres condicionantes previos. Uno es la improbable derrota de Rusia, al tratarse de una superpotencia nuclear que, en último extremo, podría recurrir al empleo de esa terrorífica capacidad. Bien que, rebajando algo la tensión sobre este tema, Putin haya declarado recientemente que «la posesión de suficientes armas hipersónicas -se refiere seguramente a los Oreshnik-, convertiría en prácticamente innecesario el empleo de bombas atómicas». Otro condicionante es la incuestionable incapacidad de los europeos para, por nosotros mismos, alimentar indefinidamente el conflicto en Ucrania. La prolongación de la guerra sin el respaldo norteamericano sería algo financieramente muy costoso y operativamente demasiado complejo. En el plano financiero, ya está sobre la mesa aliada el objetivo común de gastos nacionales de defensa del 3% del PIB, a alcanzar en 2030 (algo, por cierto, difícilmente conseguible por España que, con un gasto de solo 1,28% del PIB, ostenta el farolillo rojo del tren aliado). El tercer condicionante es que tanto a la OTAN como a la UE, al haberse involucrado profundamente del lado ucraniano, las resultará muy difícil escabullirse a la percepción general de que una derrota inapelable de Ucrania sería un brutal fracaso de ambas organizaciones. El gran riesgo, por tanto, sería la pérdida de credibilidad de ambas en el crucial plano de la seguridad.Noticia Relacionada estandar Si Los servicios de inteligencia de Ucrania reivindican el atentado en Moscú contra el general ruso Igor Kirillov Miriam González El jefe de las Fuerzas de Defensa Química y Biológica de Rusia fue asesinado un día después de que la Fiscalía ucraniana lo acusase, en ausencia, de crímenes de guerra por el uso de armas químicas contra el Ejército de KievLa ecuación por resolver consistiría en cómo alcanzar un acuerdo entre Washington y Moscú para finiquitar/congelar las hostilidades salvando ambas la cara. Se debate una idea para salir del atolladero, basada en un plan de «paz por territorios». Plan que descartaría tanto la integración de Ucrania en la OTAN, como el despliegue visible de tropas norteamericanas en Ucrania. Incluiría un contingente de tropas europeas -se habla de 40.000 efectivos franco-polacos, que parece escaso-, que desplegaría sobre territorio ucraniano para custodiar la nueva frontera entre Ucrania y Rusia. Planeamiento que supondría cargar sobre hombros europeos el crítico peso de la futura seguridad en Ucrania. Lastre difícil de soportar por la UE al carecer ésta de organizaciones y mecanismos operativos capaces de dirigir y gestionar una misión y despliegue de fuerzas semejantes. Como mucho, se podría aspirar a una organización operativa de dirección norteamericana en la que las tropas europeas, dicho en argot militar francés, jugarían el papel de «senegaleses».

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