No es un gran orador, no se le atribuye un gran carisma y no se prodiga en público más de lo estrictamente necesario. Herbert Kickl ha sido durante toda su carrera política un estratega en la sombra, más ocupado en el diseño táctico que en figurar. Y sólo ha saltado a la dirección del FPÖ, la extrema derecha austriaca, cuando el escenario político estaba lo suficientemente maduro como para hacerse con el poder.Durante tres meses, el resto de los partidos políticos se han empleado a fondo en evitar que este hombre de pequeña estatura y voz apenas perceptible encabece el próximo gobierno de Austria , a pesar de que fue el candidato más votado en las elecciones del 29 de septiembre, pero no han sido capaces de ponerse de acuerdo. Todo apunta a que Kickl, que representa al ala más dura de su partido y no tiene reparos en utilizar en sus discursos la terminología nazi, será el próximo canciller de Austria.Noticia Relacionada Menos inmigración y más austeridad estandar Si Lo que une y separa a los conservadores de la extrema derecha en Austria Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín En sus negociaciones para formar gobierno, ambos partidos coinciden en endurecer la política migratoria, pero la clave será presentar un plan de ahorro de 6.000 millones para esbozar los presupuestosSe presenta como un político «antisistema». Si bien coincide con el conservador Partido Popular (ÖVP) en políticas económicas y migratorias, le resultará muy difícil cerrar un acuerdo de gobierno satisfactorio, teniendo en cuenta que Kickl quiere sacar a la Austria de la UE y una política exterior orientada a Rusia.Asegura que quiere ser el «canciller del pueblo» («Volkskanzler») y se refiere a otras formaciones políticas como «traidores al pueblo» («Volksverräter»), expresiones que no se escuchaban en voz alta en Viena desde la anexión nazi. No acude a los encuentros de la extrema derecha europea, en los que el FPÖ se relaciona con los partidos de Orbán y Le Pen, así como como el español Vox. Suele enviar a esas reuniones a su adjunta, Marlene Svazek.Su círculo de colaboradores es muy pequeño y cerrado, lo que convierte al líder del FPÖ en un político inaccesible, y quienes llevan mucho tiempo trabajando con él aseguran que «es un hombre de derechas sólo de rebote». Explican que «el ambiente izquierdista de la facultad le generó una fuerte aversión, que lo llevó a admirar a Jörg Haider», el histórico líder del FPÖ bajo cuya influencia estuvo Austria sometida a sanciones de Bruselas.Fascinado por HaiderEl caso es que Kickl no terminó la carrera de Periodismo y Ciencias Políticas que empezó en la Universidad de Viena, en 1989, ni tampoco una formación militar posterior en un comando de montaña. Fascinado por el liderazgo de Haider, un adinerado propietario de Carintia a mucha distancia de su día a día como hijo de una familia trabajadora, fue ascendiendo en el partido muy lentamente y siempre fuera de los focos. Entre 1995 y 2001, trabajó para el FPÖ en el área de estrategia y contenido de campaña, ascendió a director ejecutivo en 2002 y escribió sonados discursos para Haider, como aquel en el que cargó contra el presidente francés Jacques Chirac o el controvertido eslogan de campaña de 2010: «Sangre vienesa: demasiada extranjera no es buena para nadie». Llegó a secretario general del FPÖ y director del periódico del partido \'Neue Freie Zeitung\', cargos que ocupó hasta 2018 y 2017 respectivamente. Como secretario general fue responsable de las relaciones públicas y la comunicación interna, y se desempeñó como vicepresidente del grupo parlamentario del FPÖ, incluso fue nombrado ministro de Interior en el gobierno de coalición entre conservadores y extrema derecha liderado por el popular Sebastian Kurz.Pandemia, la tormenta perfectaPero fue la pandemia el escenario que le proporcionó la plataforma definitiva: su lucha contra las vacunas, en un país en el que la gran mayoría de los austriacos se negaba a vacunarse, le proporcionó una popularidad inédita que logró mantener sin apenas apariciones públicas. No encabezó mítines ni debates durante la campaña electoral y la mayor parte de sus comparecencias tienen lugar sin periodistas presentes, a través de vídeos publicados por su equipo en redes sociales, en las que jamás comparte información sobre su vida privada.Kickl es lo que se puede calificar como un populista radical. Difunde que hay un plan de las «élites» para sustituir a la población europea blanca por inmigrantes, niega el cambio climático o sugirió que el coronavirus salió de un laboratorio intencionadamente, para ocasionar una «plandemia».