Muchos de los nombramientos de Donald Trump para su segundo mandato son rompedores. Pero pocos lo son tanto como el de Robert F. Kennedy Jr. para liderar el Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de EE.UU.El último eslabón de la gran dinastía política de EE.UU. -hijo del fiscal general y candidato presidencial Robert F. Kennedy, sobrino del presidente John F. Kennedy , ambos asesinados- ha sido una voz crítica con las políticas y estructuras sanitarias de EE.UU. Desde su escepticismo y críticas a la seguridad de las vacunas -la posición por la que es más conocido-, hasta su combate contra los gigantes farmacéuticas y de la alimentación.Si consigue la confirmación del Senado -es muy probable que lo haga, por la mayoría republicana y por las pocas ganas de sus senadores de contrariar a Trump-, Kennedy Jr. estará al frente de agencias fundamentales para la regulación sanitaria: entre muchas otras, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, en sus siglas en inglés), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) o la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA). Lo hará después de haber intentado concurrir a la presidencia de EE.UU. por el Partido Demócrata -la casa de siempre de su familia-, de pasarse a candidato independiente ante la imposibilidad de ganar en primarias y de acabar por adherirse en la recta final a la campaña de Trump.Noticia Relacionada estandar Si Trump pone a prueba a los republicanos con nombramientos explosivos Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva YorkLa elección de Kennedy Jr. ha causado conmoción en buena parte de la comunidad médica y científica. «No es competente para el puesto por formación, habilidades de gestión, temperamento o confianza», dijo a la BBC Georges Benjamin , director ejecutivo de la Asociación Americana de Salud Pública. «Es totalmente la persona equivocada, es alguien sin formación sanitaria que ya ha hecho mucho daño a la salud en este país».Benjamin, como muchos otros, se refiere a las posiciones de Kennedy Jr. sobre la seguridad y efectividad de las vacunas. Contra lo que aseguran los estudios de expertos, el próximo máximo responsable en sanidad de la primera potencia mundial ha defendido que las vacunas están detrás del aumento de autismo en los niños. Y ha sido muy combativo contra los programas de vacunación obligatoria. La pandemia de Covid-19 y el desarrollo de vacunas ha sido combustible para Kennedy Jr. como fomento de la oposición a las vacunas. Tenerle al frente de la sanidad en EE.UU., temen los expertos, dispará el creciente escepticismo que hay en EE.UU. con las vacunas. Y, con ello, los problemas médicos para los no vacunados.Posiciones cuestionablesPero también ha defendido muchas otras posiciones cuestionables: la relación entre el uso de antidepresivos y los tiroteos masivos que sufre EE.UU. de forma constante -abrazado por los republicanos que no quieren que el foco se ponga en la regulación de armas-; las virtudes de la leche cruda, sin pasteurizar; la utilización de medicamentos como Ivermectin o Hidroxicloroquina, desaconsejados por los médicos, para tratar el Covid-19; el impacto de los químicos que lleva el agua potable en el cambio de género o de orientación sexual de muchos jóvenes; el uso de terapias no probadas con células madre; o la inexistencia de relación entre el virus VIH y el sida.No todo son voces negativas respecto a Kennedy Jr., que ha defendido que no es un «antivacunas», que solo quiere que los ciudadanos tengan más información y seguridad sobre ellas. Otros aspectos de su programa pueden tener una recepción más amplia: atajar lo que él llama la «epidemia de enfermedades crónicas» que sufre EE.UU., desde la obesidad al cáncer, de las que culpa en parte al poder de las grandes farmacéuticas; combatir a la industria alimentaria por el uso de «químicos»; productos ultraprocesados en los almuerzos escolares; o enfrentar la epidemia de abuso de opiáceos (el propio Kennedy Jr. fue adicto a la heroína en su juventud).