Las tropas del Kremlin se empezaron a ir de Jersón. Zelenski y los funcionarios ucranianos temen por una emboscada. Los analistas coinciden en que Rusia se reagrupará para volver a atacar.
Rusia volvió a dar un importante paso atrás que lo debilita y vuelve a regar de incertidumbre los comandos militares internos que responden a Vladimir Putin. Tal como había ordenado ayer el Kremlin, las tropas rusas empezaron la retirada de la estratégica ciudad de Jersón, al sur de Ucrania.
Era la única capital regional que habían logrado invadir desde el inicio de la guerra. Lo consiguieron gracias a una ofensiva relámpago en los primeros días donde el sueño de Putin todavía era tomar el control de todo Ucrania en tan sólo unas pocas horas. Nada de eso pasó y la retirada actual es una muestra del debilitamiento ruso.
“La mayor victoria de Putin va camino a ser su máxima derrota”, tituló más temprano el diario El País de España en una de sus columnas. De todas formas, esta derrota también se lee en clave de escepticismo y prudencia entre las autoridades ucranianas. Los soldados de avanzada no entraron al centro de la ciudad por temor a una emboscada o falsas ilusiones. Miran y analizan con drones a distancia antes de avanzar.
¿Puede ser una trampa? “El enemigo no nos hace regalos”, pidió el propio Volodimir Zelenski al tiempo que llamaba a la cautela. Con un tono calmo, trató de bajar los ánimos triunfalistas que envolvieron a muchos analistas e instó a “restringir las emociones durante la guerra”.
Compleja y peligrosa retirada rusa
De hacerse efectiva, la retirada completa de las tropas rusas de Jersón sería más una perdida política que militar. “Lo que decidieron es aceptable militarmente hablando, porque estaban en condiciones de dar una batalla y retenerla, pero retirarse también era razonable”, explica a TN Guillermo Lafferriere, veterano de Malvinas y magíster en geopolítica.
Rusia escondió su decisión en la supuesta intención de “preservar la vida” de los soldados rusos, tal como aseguró el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú. A través del jefe del Estado Mayor, Mark Milley, en las últimas horas Estados Unidos aseguró que el Kremlin ya tenía más de “100.000 soldados muertos o heridos” en Ucrania.
No hay dudas de que Putin necesita más soldados. Las drásticas decisiones que tomó en los últimos meses de convocar a 300.000 reservistas o habilitar que los presos se sumen a las filas del ejército dan cuenta de ello. También lo perjudicaron los sistemáticos ataques estratégicos de Ucrania a los puentes que le aseguraban el reaprovisionamiento a las tropas.
“El problema para Rusia es que plantearon un tipo de guerra que supuso ataques y bombardeos pero no una fuerza de ocupación como necesita ahora, pero no tiene el número de soldados para actuar como tal”, analiza Juan Battaleme, profesor de la UBA, UCEMA y secretario académico del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
La temida emboscada
“¿Es una trampa?”, se preguntaba en la mañana de hoy la prestigiosa revista británica The Economist. No pareciera ser el caso, pero nadie lo descarta, ni siquiera las tropas ucranianas. “Es extraño pensar que el enemigo se fue de una ciudad importante sin siquiera un disparo”, comentaban los soldados de avanzada que están en las ciudades cercanas a Jersón.
El pedido de cautela del propio Zelenski responde a que Ucrania sabe que todavía está lejos de su objetivo: recuperar todos los territorios invadidos por Rusia desde febrero de este año. Tanto él como sus más cercanos asesores son conscientes de que el Kremlin posiblemente se esté reagrupando para volver a lanzar una ofensiva en las próximas semanas o meses.
Tal como explica Battaleme, el movimiento ruso en este caso consistió en cruzar el río Dniéper “hacia una zona amiga” con el objetivo de juntar reservas, fortalecer las líneas de frente y, eventualmente, volver a lanzar un ataque. “Posiblemente lancen una nueva ofensiva en poco tiempo para tratar de ganar terrenos en un movimiento más político que militar”, agregó Lafferriere
Lo cierto es que el retiro de tropas le permite al Kremlin achicar al gran frente de batalla que tiene. Le significa un cachetazo militar puertas adentro, pero también le da tiempo para que se sumen los nuevos reservistas y militares que fueron convocados en el último tiempo.
Rusia no renuncia a su idea de hacerles pasar el peor invierno posible a los ucranianos. Sigue atacando objetivos de infraestructura civil para dejarlos sin electricidad y agua potable. Estos ataques localizados ya destruyeron al menos el 40% de la infraestructura energética con misiles crucero que son muy difíciles de localizar.