Apenas había este sábado delegados, en el congreso del Partido Socialdemócrata (SPD) celebrado en Berlín, que creyesen sinceramente en una victoria de Scholz , en vista de sus magros índices de popularidad en las encuestas. Pero se les exigió aparcar el análisis hasta después del 23 de febrero y demostrar la mayor unidad y certeza posible sobre esa improbable victoria en una votación a mano alzada. Los candidatos del SPD son tradicionalmente respaldados por su partido en votación secreta, pero Scholz no quería correr riesgos. Según sus más estrechos colaboradores, él sí está convencido de que la victoria es posible, apoyado en dos elementos: el lema de campaña \'Más para ti. Mejor para Alemania\' y el miedo y el apoyo indirecto de otros escenarios electorales internacionales. «Está convencido de que Trump desde Washignton y el FPÖ desde Viena darán mucho juego en las próximas semanas», comentaba este sábado un delegado. «Si damos un giro equivocado en Alemania, nos despertaremos en un país diferente a la mañana siguiente», advirtió en su discurso, en el que se presentó como el principal oponente europeo a Donald Trump. Los brazos se elevaron como por resorte automático con las tarjetas de votación en la sala de exposiciones CityCube y sólo cinco delegados se atrevieron a declarar públicamente: «No». Pero también hay que decir que el estado de ánimo de los delegados hacia Scholz, si bien poco esperanzado, sí era amistoso. Bastante más que el que disfrutaron los anteriores candidatos a canciller del SPD. Ya nadie reivindica en voz alta al ministro de Defensa, Boris Pistorius , mucho mejor valorado en las encuestas y al que la directiva dejó un turno de palabra en la ingrata hora del almuerzo, en el que mostró honestidad consigo mismo y con su papel en el guion de campaña. Scholz ha conseguido restaurar algo parecido a la unidad. Noticia Relacionada estandar Si Buques alemanes remolcan a un petrolero ruso \'fantasma\' en el Báltico Rosalía Sánchez «Rusia está poniendo en peligro nuestra seguridad europea no solo con su guerra de agresión contra Ucrania, sino también con cables de comunicaciones e incluso con petroleros en ruinas», dice la ministra de Exteriores alemana, Annalena BaerbockEl secretario general, Matthias Miersch, ha ido llamando a todos aquellos camaradas que previamente habían anunciado que no pegarían ni un sólo cartel de Scholz, que les dio las gracias en su intervención y arrancó después con el que parece que será el tema estrella de su campaña: la cooperación de los conservadores austriacos del ÖVP con la extrema derecha del FPÖ, en las negociaciones todavía en curso en Viena. La guerra en Ucrania, Trump en la Casa Blanca... Scholz concluye que hay fuerzas en todas partes que están atacando las instituciones democráticas y que «¡ahora no es el momento para la CDU!». Su discurso es impersonal, sin humor y con sobrecarga socialista. El mayor aplauso de los 600 delegados lo arranca con la propuesta de un salario mínimo de 15 euros por hora, mientras en los pasillos esos mismos delegados insisten en que «las grandes coaliciones son mejores que su reputación». Pero conecta con la resistencia en las calles al ascenso de Alternativa para Alemania (AfD), que este sábado celebraba su propio congreso en Riesa, en un edificio rodeados por manifestantes violentos que intentaron durante horas impedir la entrada de los delegados. Manifestantes bloquean una carretera durante una manifestación, cerca de la sede del congreso del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en Riesa REUTERSLa policía realizó más de cuarenta detenciones. «Son nazis vestidos de rojo», gritaba desde la tarima de oradores la líder del partido, Alice Weidel, que después de una hora de charla en directo con Elon Musk había superado todos los complejos. Si AfD llega al timón, «derribará todas las centrales eólicas. ¡Abajo estos molinos de viento de la vergüenza!», gritó entusiasmada, «y cuando estemos al mando, cerraremos todos los estudios de género y echaremos a esos profesores«. La AfD »cerrará las fronteras por completo«, anuncia, cancelará las prestaciones sociales para los solicitantes de asilo y llevará a cabo »repatriaciones a gran escala«. Y es ahí cuando demuestra que ha caído hasta el último tabú. »Cuando se dice \'remigración\', entonces significa \'remigración\'«, dijo, y la sala estalló en aplausos. Hace un año que Correctiv destapó una reunión en Potsdam en la que miembros de AfD junto al derechista austriaco Martin Sellner plantearon la remigración como política migratoria que afectaría a entre cinco y seis millones de ciudadanos extranjeros legalmente establecidos en Alemania. Entonces fue todo un escándalo y el caso está todavía en los tribunales. La directiva de AfD se distanció de la palabra que ahora Weidel recupera por aclamación. No está claro si este nuevo paso de AfD hacia la radicalidad beneficiará a Weidel, en las encuestas ya en torno al 29%, pero sí movilizará voto para el SPD. Y en el centro queda la CDU de Friedrich Merz , partidario de sentarse con Donald Trump con una carpeta de propuestas bajo el brazo y tratar de no destruir la relaciones trasatlánticas. Las hojas de ruta económicas, que tanto necesita Alemania, parecen eclipsadas en esta campaña por las medidas de distancia con referencia a Trump. Más a la izquierda del SPD está la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), empeñada en demostrar que nadie supera su antiamericanismo y su lucha contra el «turbocapitalismo».
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