Las recientes advertencias de Donald Trump sobre una posible anexión del Canal de Panamá no son meras provocaciones, sino una señal clara del giro profundo que planea introducir en la política de Estados Unidos hacia América Latina. Su enfoque no se limita a buscar un trato más favorable y equilibrado en el ámbito comercial, logístico y económico; también persigue frenar el avance de la influencia económica y estratégica de China en la región. Trump atribuye este crecimiento del régimen comunista al repliegue estratégico de Washington durante la era Biden, al que considera responsable de permitir que Pekín fortaleciera su posición en el continente.Para encabezar este renovado enfoque en América Latina, Trump ha elegido a Mauricio Claver-Carone , uno de sus principales asesores en asuntos latinoamericanos durante su primer mandato. Claver-Carone fue el arquitecto de la política de endurecimiento de sanciones y máxima presión sobre las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Además, es un conocedor de las dinámicas políticas de España en la región y un crítico acérrimo de lo que considera la permisividad del Gobierno español hacia los regímenes chavista y castrista.Claver-Carone, abogado y exfuncionario del Departamento del Tesoro, asumió en 2020 la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), convirtiéndose en el primer estadounidense en liderar esa institución. Aunque inició su gestión con un ambicioso plan para modernizar y hacer más eficiente el banco, enfrentó resistencia por parte de varios gobiernos de la región, en especial aquellos con inclinaciones de izquierda. En 2022, fue destituido tras acusaciones de mantener una relación con una colaboradora, un hecho que negó rotundamente y que, según él, no tuvo impacto en la gobernanza del BID. La Casa Blanca, bajo la administración de Biden, no le brindó apoyo durante este proceso.Sin embargo, Claver-Carone no necesitará dar demasiadas explicaciones sobre su salida del BID para asumir el cargo de enviado especial para América Latina, una posición que no requiere confirmación del Senado y que es de designación directa. En este nuevo rol diplomático, estará bajo la supervisión de Marco Rubio, ahora secretario de Estado y senador por Florida, quien cuenta con un amplio respaldo en el Capitolio. Rubio, uno de los pilares de la política de presión máxima hacia las dictaduras latinoamericanas, trabajó estrechamente con Claver-Carone en iniciativas clave como el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela y el apoyo al pronunciamiento fallido de 2019, que permitió la salida de Leopoldo López de su arresto domiciliario en Caracas. Este equipo de veteranos promete una política contundente hacia América Latina, con un enfoque en restablecer la influencia de Estados Unidos y contener a sus adversarios estratégicos.Préstamos e inversionesChina ha incrementado dramáticamente su influencia en América Latina en las últimas dos décadas, convirtiéndose en el principal socio comercial y el mayor prestamista, además de un inversor líder en energía e infraestructura. Además, ha fortalecido vínculos militares, políticos y culturales en la zona, destacando su apoyo durante la pandemia de coronavirus con suministros médicos y vacunas. También ha invertido en sectores estratégicos como energía renovable y tecnología 5G.Un informe del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) destaca que en el año 2000 el mercado chino representaba menos del 2% de las exportaciones de América Latina. Sin embargo, el crecimiento económico acelerado de China impulsó un auge en el comercio de materias primas desde la región. Para 2010, el intercambio comercial alcanzó los 180.000 millones de dólares, 172.000 millones de euros al cambio actual, y en 2021 marcó un récord de 450.000 millones de dólares. Aunque esta cifra se mantuvo estable estos años, los vaticinios económicos sugieren que podría superar los 700.000 millones de dólares para 2035. Actualmente, China se ubica como el principal socio comercial de Sudamérica y el segundo de América Latina en su conjunto, solo por detrás de EE.UU.El caso del Canal de Panamá reviste especial importancia para Washington, particularmente por los movimientos estratégicos de China en la zona. Fue Washington quien construyó el canal y quien lo cedió a Panamá en 1977 bajo condición de neutralidad.En 2017, Panamá rompió relaciones diplomáticas con Taiwán y estableció lazos oficiales con China, una decisión que no es meramente simbólica, dado que Pekín considera a Taiwán como parte de su territorio y aspira a anexionarlo en el futuro. Este giro impulsó la presencia china en el país, incluidas inversiones y contratos de empresas chinas que ya estaban asegurando licitaciones para importantes proyectos de infraestructuras en el continente.Control y administraciónTras los comentarios de Trump sobre el supuesto control chino del canal, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino , rechazó las acusaciones: «China no controla ni administra el canal. Cuando se trata de nuestro canal y nuestra soberanía, todos nos unimos bajo la bandera panameña». Si bien una subsidiaria de la compañía CK Hutchison Holdings, con sede en Hong Kong, gestiona dos puertos en las entradas del canal y empresas chinas financian la construcción de un nuevo puente con una inversión de más de 1.000 millones de dólares, esto no implica control operativo sobre el canal. El canal sigue siendo una arteria clave del comercio global, utilizado principalmente por EE.UU., China, Japón y Corea del Sur. En octubre, la Autoridad del Canal de Panamá informó ingresos cercanos a los 5.000 millones de dólares durante el último año fiscal.