Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Recibí las notificaciones

DESBLOQUEAR NOTIFICACIONES

Siga estos pasos para desbloquear

Internacionales

Venezolanos en Madrid: Libertad sin ira

Desde temprano se corrió la voz de que Edmundo González podría aparecer por la Plaza de las Cortes para acompañar a los cientos de venezolanos que allí se concentraban. A escasos metros, en el Congreso de los Diputados, los grupos parlamentarios fijaban posiciones sobre la Proposición No de Ley presentada por el Grupo Popular para el reconocimiento del propio Edmundo González como ganador de las elecciones presidenciales celebradas en Venezuela el pasado 28 de julio. En cualquier caso, rápidamente llegaba la confirmación oficiosa de que González no acudiría porque ni puede hacer declaraciones ni tampoco participar en concentraciones de ningún tipo. Y no podrá hacerlo hasta que tenga el estatus oficial de asilado político y pueda ejercer los derechos que como tal se le reconocen. Las malas lenguas decían que el gobierno de Sánchez no tiene demasiado interés en que González hable, pero desde la organización nos indicaban que si es el presidente electo debe actuar como tal y, por lo tanto, no debe hacer ninguna declaración hasta ser recibido por Sánchez. Y supongo que tienen razón. Aunque es posible que las malas lenguas también la tengan ya que ni uno solo de los veintidós ministros acudió al hemiciclo, lo que, desde luego, no parece indicar un interés superlativo en escuchar ni lo allí debatido ni al clamor de los venezolanos.Y eso que en la tribuna de invitados estaban Leopoldo López, el ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma e incluso la propia hija de Edmundo González, es decir, héroes de la resistencia democrática y de la oposición a la dictadura de Maduro. Luego se unieron a su pueblo, como también hizo un Abascal muy jaleado. Pero se ve que todo esto al gobierno no le pareció suficientemente importante. Ni siquiera a José Manuel Albares, que estaba volviendo de China y que este miércoles se reunirá en Madrid con su homólogo de Macedonia del Norte, algo, sin duda, inaplazable. Desde luego, las prioridades en la vida conviene tenerlas claras.Pero volvamos afuera, a una plaza de las Cortes que, sin estar abarrotada, acogía a varios centenares de venezolanos entre un calor como de otoño en Madrid y una humedad como de verano en Maracaibo. Allí había gente de todas las edades, estratos sociales y razas, todas ondeando la bandera de Venezuela y algunos también la de España. También había gente de todas las ideologías, por cierto. Si algo concitan María Corina y Edmundo González es una unanimidad que trasciende lo ideológico. \'Rosi\', una venezolana de unos cincuenta años me decía que «pese a lo que quieren hacerles creer, esto no se trata de dos bandos enfrentados. Esto es el pueblo unido en un lado y, en el otro, el dictador». Algo parecido contaba Elisa, que lleva tres años en España y que asegura que «hay un hombre que es presidente bajo la batuta de una mujer guerrera, María Corina Machado, que ha demostrado que no va a salir de Venezuela hasta que logre su objetivo. Estamos aquí todos apoyándola a ella y a los venezolanos que no han podido salir».Pero el testimonio más impactante es el de Alejandra, una perseguida política de apenas 25 años que ha tenido que abandonar Venezuela a raíz de las últimas elecciones y que acaba de llegar a España para salvar su propia vida. Sorprende que, aun así, todos ellos hablen en un tono tranquilo, sosegado y esperanzado. No hay odio ni una especial inquina en sus palabras. No se oyen más gritos que «España, escucha: esta es tu lucha», «Edmundo presidente», «Venezuela libertad» y otros eslóganes del estilo, con ese punto \'naif\', calmado y optimista que suele tener la gente normal cuando pide cosas normales. Justo lo contrario, por cierto, que Javier Sánchez Serna, de Podemos, que un poquito más allá no dejaba pasar la oportunidad de situarse de nuevo en el lado incorrecto de la historia, vinculando a la oposición venezolana con la extrema derecha y, como siempre, siendo especialmente comprensivo con la dictadura.El ambiente recordaba a ese \'Libertad sin ira\' de la Transición. Y en el fondo es lógico porque se trata de lo mismo: un pueblo unido en su anhelo de democracia y de libertad. Resulta curioso que a todos los que se les llena la boca con la leyenda de la resistencia antifranquista y con la mitología de la lucha contra la dictadura se pongan, en el momento de la verdad, invariablemente del lado del represor y contra el pueblo. Yo creo que, si les dan un rato más, a lo mejor se ponen a cantar la de \'Papá cuéntame otra vez\', pero cambiando de bando. A lo mejor cuando se den cuenta de que en el futuro serán los malos de las canciones, alguno implota. Y ya que estamos: cierra la muralla.

Dejá tu opinión sobre este tema

Noticias destacadas

Más noticias

Te puede interesar

Newsletter

Suscribase a recibir información destacada por correo electrónico

Le enviamos un correo a:
para confirmar su suscripción

Teclas de acceso