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Viñetistas españoles ante el aniversario de terror: «Claudicar nos deja indefensos»

El 7 de enero de 2015, a media mañana, sobre la mesa de reuniones de la redacción de \'Charlie Hebdo\', en París, había un libro de jazz. Philippe Lançon quería enseñarle a Jean Cabut (Cabu) una fotografía de Elvin Jones que aparecía en sus páginas porque le había recordado uno de sus dibujos. Bernard Maris , fundador de la revista, se acercó para encargarle una crónica sobre el libro Sumisión, de Houellebecq, que salía a la venta en Francia ese mismo día. Lançon ya había escrito sobre el mismo libro en \'Libération\'. «No quiero meterme otra vez», dijo, y el dibujante Stéphane Charbonnier ( Charb ) bromeó: « ¡Sí, por favor, métete otra vez!«. Por encima de las risas se escuchó un ruido seco, el primer disparo, y gritos. Al vuelo de la balas lo acompañarían los gritos de «Allahu Akbar». Y, segundos después, la sangre. Luego, el silencio.Noticia Relacionada reportaje Si \'Charlie Hebdo\': diez años de la matanza que silenció todas las risas Juan Pedro Quiñonero El ataque contra una revista satírica por publicar caricaturas sobre Mahoma fue un golpe letal a la libertad de expresión y cambió la historia de la redacción y su actual director. «Quienes murieron nos acompañan cada día. A veces me pregunto si estamos a la altura», dice«La irrupción de la violencia al desnudo aísla del mundo y de los demás a quien la sufre», escribiría Lançon tiempo después en su libro \'El colgajo\', publicado en abril de 2018, conmovedor retrato del atentado en el que m urieron doce de sus compañeros y amigos, entre ellos Cabu, Maris y Charb, y de su durísima recuperación de las graves heridas sufridas, de lo que aquello supuso en su vida. Hace diez años del terrible atentado y \'Charlie Hebdo\' anuncia que publicará un número especial con nuevas caricaturas sobre la religión. Gérard Biard, redactor jefe, no tiembla: «Vamos a seguir haciendo nuestro trabajo».Nieto «Me puse a llorar como un niño pequeño»«Cuando vi la noticia de la matanza de \'Charlie Hebdo\' me puse a llorar como un niño pequeño», explica el viñetista e ilustrador José María Nieto. «A lágrima viva, cosa que no me había pasado nunca ni me ha vuelto a pasar. Desde el primer momento intuí que se nos venía encima un alud de variaciones del tema \'llevaba la falda demasiado corta\', y así fue: que si el respeto, que si lo sagrado, que si la ofensa, que si insultan a mi madre, que si los límites de la crítica… Todo esto con una decena de charcos de sangre en el suelo de la redacción de una revista». Seguí «Cada vez que uno pellizca un asunto religioso, hay cancelaciones»Para el autor de cómics Bartolomé Seguí, fue un shock, «en el sentido de que sorprende que un verso, una canción, una creencia (o unas ilustraciones en este caso) sean algo a combatir tan virulentamente. Es descorazonador que a día de hoy sigan resonando cancelaciones cada vez que uno pellizca un asunto religioso». Max «Fue acongojante para nuestro oficio»Francesc Capdevila, Max, asiente: «El impacto del atentado fue brutal y acongojante para nuestro oficio. Nos puso a todos a llorar y a reflexionar».Tanaka «Perdemos libertad»Jae Tanaka, dibujante de cómics, todavía no se dedicaba al humor gráfico en prensa, por lo que «en aquel momento lo viví con cierta distancia, pero recuerdo que, tras tantos atentados islamistas en Europa, pensé que se extendería una conciencia social de que en Occidente tenemos un problema con gente que mata al que piensa diferente. Pero ahora, desgraciadamente, tengo la contraria: creo que, con cada atentado, ellos ganan una especie de \'omertá\' y nosotros perdemos libertad. Y puedo entender el miedo, aquello que dijo Darío Adanti reconociendo que jamás haría una portada de Mahoma porque no quiere morir. Poner la libertad de expresión por encima de tu vida es echarle muchos huevos a la cosa , pero creo que claudicar ante la amenaza nos dejan totalmente indefensos ante el terror». «Occidente ha reaccionado a la barbarie islamista renunciando a los valores occidentales», coincide en señalar Nieto. «Así que hay que volver a decirlo las veces que haga falta: la libertad de expresión solo tiene valor si hay libertad para expresar cosas que molesten. Criticar, parodiar, desmentir, cuestionar o ridiculizar cualquier creencia, discurso, ideología o tradición es lícito siempre y en cualquier tono, mientras no se haga en un espacio público. El límite es el escaparate del kiosco: si no te gusta una revista, no la compres. El buen gusto o el mal gusto de una caricatura es una opción de cada autor y de los lectores a los que se dirige».Compaired «Me llovieron amenazas de muerte»Juan Pablo Compaired , viñetista además de compositor, también percibió el atentado como algo lejano, «dramático y terrible, pero que no afectaba a la libertad con la que yo dibujaba», admite. «Pero entonces republiqué una viñeta que había dibujado cuando ocurrió el atentado de Barcelona, entonces sin problema ninguno, y me llovieron de pronto las amenazas de muerte, algunas muy explícitas. Realmente sentí miedo y, a partir de ahí, de sentirlo en carne propia, sí comencé a autocensurarme». Max, en cambio, opina que «la conocida frase \'la pluma es más fuerte que la espada» no es más que un brindis al sol. Ningún chiste vale un baño de sangre».Puebla «La primera víctima es la verdad»José Manuel Puebla , humorista gráfico y viñetista, recuerda que «certeramente, el dramaturgo griego Esquilo (o, al menos, eso se le atribuye) apuntaba que, en una guerra, la primera víctima es la verdad. Trasladado a este tema, ante movimientos totalitarios (por pequeños que estos sean) la primera víctima es la libertad de expresión. Y esos movimientos no tenemos que ir a buscarlos en lejanos rincones de Oriente Medio, están aquí entre nosotros, claman en redes para que se retiren patrocinadores de los medios que han publicado o retransmitido algo que no nos ha gustado: se llama al boicot . No es lo mismo que disparar con un fusil de asalto al discrepante, pero también está muy feo. Si bien la libertad de expresión debe amparar la crítica, esta no puede incluir los llamamientos para borrar al discrepante». Joan «Nadie obliga a consumir ese humor»El historietista Pere Joan , editor junto a Max del mítico fanzine \'Nosotros Somos Los Muertos\' (NSLM), defiende «la función imprescindible del humor que lleva a cabo Charlie Hebdo. Juega siempre al límite, cumpliendo el papel del bufón, de aquel que se atreve a decir lo que a otros no se les permite. Y ni todo el humor debe ser así ni nadie obliga a nadie a consumirlo, pero está muy bien que haya alguien que ose hacerlo, y que lo haga en un tono más subido, más sarcástico, más hiriente, incluso. Y si la sociedad no es capaz de asumir y tolerar que, entre todo el humor que se hace, exista también este, que supone un mínimo porcentaje, tenemos un problema». Se colocan velas en un periódico con fotografías del editor del semanario satírico francés \'Charlie Hebdo\' y el resto de miembros de la redacción asesinados el 7 de enero de 2015 AFP«La situación ahora mismo es houellebecquiana. Estamos viendo cómo algo que se percibía lejano, una amenaza remota, está ya aquí encima. El miedo es real: yo no haré una viñeta de Mahoma hasta que alguien sea capaz de garantizarme que eso no me va a ocurrir lo que a Salman Rusdhie o el profesor Samuel Paty. Y eso que este era un tema recurrente para mí en mis dibujos, porque me servía para tratar otros como la libertad de expresión o la igualdad. Ahora soy más prudente y lo soy por miedo».Autocensura«¿Autocensura –se repregunta Max–. No, reformulación: hay que elevar la complejidad intelectual de los chistes para que los descerebrados directamente ni los entiendan».«Sí creo que hay más autocensura desde el atentado» , reconoce Pere Joan, «pero esto ocurre en tiempos de confusión. En toda sociedad, además, hay cosas que ahora se pueden decir y antes no sé, y otras cosas que no se pueden decir ahora y antes sí. Es cíclico y cambian constantemente. \'Cada época tiene sus tabúes\', ya lo decía Freud. Pero, que uno no haga o no consuma un tipo de humor, no implica que este no deba hacerse. En contra de aquello que se decía durante la transición, aquello de libertad sí pero no libertinaje, yo creo que cierto grado de libertinaje es el que garantiza que exista la libertad. Si la libertad la encerramos, acotada por límites rigurosos, y exigimos además, incluso con violencia, su estricto cumplimiento, lo que conseguimos es convertir la libertad en otra cosa, pero eso no es libertad. Marcar los límites está muy bien para que, como sociedad, tengamos una perspectiva. Pero siempre debe existir quien se los salte y quien los ponga a prueba. Y esos son los que ensanchan nuestras libertades». Pachi, del dúo Idigoras & Pachi «Hoy hay que tener más puntería que antes«Los atentados contra \'Charlie\' me impactaron mucho. Sin ir más lejos, mientras escuchaba la noticia tenía una caricatura de Wolinsky, colgada en mi estudio, uno de los dibujantes asesinados, que me dedicó y me recorrió un escalofrío. Me hizo plantearme el oficio, está claro, pero el humor fue una excusa para el atentado, sólo trataron de imponer sus ideas. Ellos mismos provocan atentados mortales contra niños, y población civil, y que yo sepa, estos no son humoristas satíricos.«Yo no haré una viñeta de mahoma hasta que me garanticen que no me va a pasar lo mismo que al profesor paty o a salman rushdie» El historietista Pere JoanCreo que autocensura ha habido siempre, uno tiene que saber en qué medio se va a publicar la viñeta y a quién va dirigido el chiste. Luego, si lo cuelgan en las redes y se saca de contexto ya la hemos liado. Creo que simplemente, hoy hay que tener más puntería que antes».«No debería ser necesario explicarlo -apunta Puebla-, pero como pienso que muchos problemas de nuestra sociedad vienen por dar cosas por sabidas, diré que no tienen por qué gustarme ciertas sátiras: cada dibujante tiene su estilo y su forma de ver la vida, pero seguiré defendiendo la libertad de que se puedan realizar». Seguí se manifiesta abiertamente «en contra de los límites al humor, pero es inevitable, después de lo de \'Charlie Hebdo\', sentir la vulnerabilidad de las ideas frente a la radicalización de los inquisidores de turno».«Resignarnos a aceptar la censura impuesta por la sensibilidad del que se siente ofendido es un camino sin retorno», alerta Nieto, recordando que «pocos meses después de la matanza de \'Charlie Hebdo\' se aprobó en España la reforma del Código Penal para introducir el concepto «delitos de odio» (art. 510), que viene a dar la razón a todos los que se sientan ofendidos por una crítica humorística. Y como prueba de que una vez abierta esta puerta no se vuelve a cerrar, cada año el Ministerio del Interior incorpora nuevas modalidades de \'discurso de odio\'. Casi prefiero a los yihadistas: solo te matan una vez».

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