Durante el fin de semana, se desarrolló en el corsódromo Nolo Alías una nueva edición del Taragüí Rock, el festival de ese género musical más grande de la región, que volvió a ratificar credenciales con un éxito rotundo en cuanto a la convocatoria y organización dentro del predio. Donde hubo inconvenientes, para quienes no contaban con un vehículo propio, fue en el viaje de vuelta hasta la Capital correntina.
Se estima que unas 8.000 personas estuvieron el sábado en el Nolo Alías, mientras que anoche ese número fue ampliamente superado, con más de 10.000 espectadores.
Dentro del evento se destacó la organización, con dos escenarios imponentes y un excelente sistema de sonido que permitió escuchar a todos los artistas prácticamente en continuado, ya que cuando terminaba un show en una de las estructuras comenzaba el siguiente en la otra.
También, se destacó la gran cantidad de puestos gastronómicos, de merchandising y hasta para cortarse el pelo o hacerse un tatuaje. Los comerciantes que participaron, especialmente los que vendían comidas y bebidas, comentaron a EL LIBERTADOR que las ventas fueron excelentes y que, incluso, llegaron a quedarse sin productos debido a la alta demanda.
Por su parte, todos los artistas, tanto los locales como los nacionales, brindaron grandes shows. Sobre todo los más convocantes, como Las Pastillas del Abuelo, La Vela Puerca e Ysy A, quienes estuvieron sobre el escenario al menos una hora compartiendo sus mayores éxitos.
Como se dijo, todo funcionó bien dentro del festival, pero donde hubo fallas fue a la salida del corsódromo, para quienes tenían que retornar a la ciudad de Corrientes y no contaban con un vehículo propio.
Si bien, había algunas combis pagas que hacían el recorrido, no daban a basto ante la gran cantidad de gente. Tampoco había remises, ya que muchos de ellos no sabían del evento o se enteraron a último momento, según comentaron algunos conductores a este medio.
Algunos intentaron pedir remises o Uber desde los alrededores del corsódromo, pero los móviles no llegaban o informaban demoras de más de una hora en algunos casos.
Tampoco estaban operativas las líneas de colectivo que llegan hasta esa parte de la Capital, lo que sumaba otro obstáculo.
Todos estos inconvenientes hicieron que muchos de los asistentes caminen hasta la entrada del Águila, un recorrido de más de dos kilómetros y muy inseguro sobre los márgenes de la Ruta Nacional N°12.
El achicamiento de las banquinas y los nuevos tramos de circulación por las obras de la autovía hicieron que quienes recorrieron a pie ese tramo deban caminar esquivado obstáculos y con vehículos de todo tipo pasando a pocos metros a gran velocidad. Tampoco ayudaba la nula iluminación, en algunas partes del recorrido.
TESTIMONIOS
«Salimos un rato antes de que termine para conseguir algo para volver, un remis o una combi, pero no logramos encontrar nada. Intentamos llamar remis y pedir un Uber, pero ni te contestaban. Nos mandamos caminando hasta el Águila y la verdad que el recorrido dio bastante miedo”, expresó María a EL LIBERTADOR, quien fue al evento el sábado 10 junto a dos amigas. «Salimos del corsódromo antes de las 12 y llegamos a nuestra casa recién después de las 2 gracias a que conseguimos un remis unos metros antes de la entrada a la ciudad», agregó.
Otro joven llamado Marcelo, que también fue el sábado, mencionó: «La llegada fue rápida y, como fuimos tres, nos salió más barato tomar un remis, que nos cobró 1.100 pesos, antes que los colectivos a 400 pesos que pusieron, que tampoco había muchos. Pero la vuelta fue un desastre, no había forma de encontrar nada y no quedó otra que caminar por la ruta. Para un evento tan grande deberían prever y organizar más esas cosas”.