Quizás no hayas oído hablar de él, pero el boreout (que no burnout) puede estar detrás de tu malestar laboral. Desmontamos los mitos, analizamos sus causas, desciframos sus síntomas y te decimos cómo combatirlo.
¿Tu trabajo te hace infeliz? Puede que sufras el tristemente célebre síndrome de burnout o que sea un lamentable caso de boreout. Seguro que del primero, el del trabajador quemado, has oído hablar mucho; pero es posible que, por el contrario, esta sea la primera vez que te topes con el trastorno del trabajador aburrido (boreout). Aunque ambos son la consecuencia de una gran insatisfacción laboral, son problemas diferentes. Si el sentimiento es puntual –¿quién no tiene un mal día en el trabajo?–, fruto de una temporada o una tarea complicadas, no hay de qué preocuparse. Ahora bien, ¿qué hacer si persiste el desasosiego mental? ¿Cómo saber si lo que te pasa es un síntoma de burnout o de boreout? Analizamos y desentrañamos las claves y te contamos cómo identificarlos.
El término boreout viene de la palabra inglesa bore (aburrido). Fue acuñado por primera vez en 2007 por Rothlin y Werder y se identifica en el ámbito laboral por un aburrimiento crónico, que al igual que el burnout (síndrome del quemado) “está entre los principales problemas que se plantean dentro de las organizaciones, ya que afecta de manera notable a la salud física y emocional de los trabajadores”, manifiesta la psicóloga Gabriela Paoli. “Y aunque son distintos, me animaría a decir que en los extremos se tocan. Ya que una persona que se siente estresada y quemada, puede terminar por posicionarse en el otro extremo, y claudicar. Entonces deja de implicarse y de asumir sus responsabilidades”. Menos popular que el burnout, quienes sufren agotamiento profesional lo viven, además, como una vergüenza por temor a la incomprensión del entorno. ¿Cómo confesar que te aburres en un trabajo, encima de que te están pagando, cuando hay tanta gente en paro? No es algo que esté bien visto.
Tanto el burnout como el boreout afectan a la productividad y a la salud mental y emocional del empleado, sobre todo en lo que respecta a su autoestima y confianza, aunque, como asegura Ana Romeo, directora de RRHH de Cigna España, son dos trastornos con orígenes muy distintos. “Ahí, dice, está la clave para distinguirlos”. “El burnout surge como consecuencia del estrés crónico y se basa en la sobresaturación. Es decir, cuando las demandas laborales superan al empleado desgastándolo emocionalmente, de ahí la expresión ‘quemarse’. El estado de agotamiento mental al que se ven sometidos estos trabajadores es de tal magnitud que pueden llegar a sufrir problemas de ansiedad y pánico”. Para Ángel Peralbo, psicólogo clínico y miembro de Top Doctors, “la principal diferencia radica en que el peso del cuadro o malestar que padecen los trabajadores ‘quemados’, no está tanto en el aburrimiento sino en el desgaste progresivo como consecuencia de un ritmo acelerado, horarios establecidos que ejercen presión; en definitiva, un tipo de estrés laboral, en el que el deterioro es emocional, mental y físico”.
Por el contrario, aclara Romeo, las personas que padecen el síndrome de boreout se sienten, generalmente, infrautilizadas y creen que sus tareas son demasiado monótonas y aburridas, o que no se corresponden con sus capacidades, ya sea por exceso o por defecto. “Esto puede conllevar, por un lado, que realicen su trabajo con mucha facilidad y les sobre tiempo durante la jornada laboral o, por otro, que piensen que jamás serán capaces de realizar las tareas que les corresponden y falseen estar trabajando”. En cualquier caso, prosigue Romeo, frente a lo que se pueda pensar, el boreout es un fenómeno complejo que puede tener múltiples efectos negativos en quienes lo padecen. Entre ellos: baja autoestima, desmotivación, falta de compromiso con el trabajo y sentimientos de culpabilidad, vergüenza o inutilidad.
Entre los síntomas que delatan un síndrome de boreout, Ángel Peralbo destaca la apatía y falta de energía que se va apoderando del estado de la persona. “Este estado de ánimo bajo puede instalarse, generalizarse, y afectar a otros ámbitos como el familiar o social”. Asimismo, señala la aparición de un sentimiento de inseguridad con los compañeros “con quienes se comparará y le puede llevar a pensar que en cierta manera está apartado. Igualmente puede percibir un sentimiento de peligro de perder su estabilidad en el puesto de trabajo porque se le puede notar su bajo rendimiento, lo que puede desencadenar también problemas de ansiedad”. Todo esto, dice este psicólogo, se manifiesta en una lentitud en la realización de las tareas junto a un cansancio paradójico en el que “cuanto menos hace menos ganas tiene de hacer”, una disminución de su participación en las reuniones de equipo y en las conversaciones informales y poca iniciativa en general.
Según Paoli, en el síndrome de boreout o de aburrimiento crónico puede haber diferentes causas, la mayoría de orden organizacional, como son la realización de tareas repetitivas, la falta de liderazgo o ausencia de un jefe que asigne tareas, realice un seguimiento y favorezca el cumplimiento de proyectos u objetivos, falta de planificación y coordinación entre departamentos o con compañeros, falta de esclarecimiento de las funciones, sobrecualificación del trabajador (cumplimiento de trabajo por debajo de sus capacidades conocimientos) o imposibilidad de ascenso.
Además, apunta Ana Romeo, hay algunos factores de riesgo que aumentan las posibilidades de sufrirlo. Por ejemplo: trabajar en un puesto, departamento, empresa o sector que no se corresponde con la formación y experiencia del empleado; tener que desempeñar tareas laborales muy repetitivas y monótonas; ocupar una posición laboral en la que no quedan claras las funciones o la imposibilidad de promoción interna o de asumir mayores responsabilidades con el tiempo.
En cuanto al burnout, las causas pueden estar tanto a nivel personal como organizacional. Entre los factores individuales, Paoli señala la personalidad del trabajador, su capacidad de planificación y organización –falta de gestión efectiva del tiempo–, ser una persona muy exigente y perfeccionista, tener baja tolerancia a la frustración, incapacidad para tolerar el estrés, resolver conflictos o para delegar, tener dificultades a la hora de tomar decisiones o no saber decir no a pedidos externos. A estos factores pueden sumarse variables que proceden desde el ambiente familiar –falta de apoyo, sentimiento de incomprensión, sentirse criticado o juzgado– o de una escasa red social –los amigos no están disponibles–. A nivel organizacional, continúa la psicóloga, los elementos que alimentarían el síndrome de burnout podrían ser una falta de liderazgo, de planificación y organización, comunicación deficiente o contradictoria, ambiente laboral estresante y caótico, deficiencia a nivel estructural, falta de definición del puesto de trabajo, funciones, categoría, … sobreexigencia, alta carga de trabajo, falta de reconocimiento, etc.
Aunque a nadie se le escapa lo nocivo que resulta el burnout –la OMS ya lo reconoció oficialmente como enfermedad en 2019–, el boreout es, según la psicóloga, igualmente dañino emocionalmente. “A pesar de que haya quien crea que puede ser una gran fortuna no hacer nada y que se te pague o sentir que la tarea es tan fácil que la haces en una hora y luego te quedas sin hacer nada. Pero las jornadas laborales se vuelven muy pesadas de sobrellevar, se hacen eternas y muy desmotivadoras. Esto llega a afectar significativamente la autoestima y autoconcepto del trabajador. E incluso puede llevar al absentismo laboral, al igual que el burnout. Es muy paradójico, que el “presentismo laboral”, al que un trabajador se ve expuesto, provoque tanto malestar, que llegue al absentismo”.
En definitiva, si notas un aburrimiento profundo, te sientes inútil en el trabajo o no le encuentras sentido, si ya no te supone un desafío, trabajas despacio para tener algo que hacer durante una jornada que se te hace interminable, te sientes estancado o incluso te avergüenzas de tu trabajo, haces cada vez más pausas (para el café o para ir a la fotocopiadora).... ¡Atención! tienes síndrome de boreout.
Abordar, e incluso prevenir, el boreout está en manos tanto del empleado como de la empresa, manifiesta la directora de Recursos Humanos de Cigna. “Por parte del empleado, la principal recomendación es que aprenda a conocer y a gestionar sus emociones, para detectar el origen del problema y, posteriormente, si es posible, hablarlo con su jefe de equipo o con el departamento de Recursos Humanos antes de que sea demasiado tarde. Es fundamental reconocer a tiempo que algo no va bien y pedir la ayuda necesaria”. No obstante, según Gabriela Paoli, los trabajadores no pueden controlar ni depende de ellos que las condiciones laborales les resulten poco motivantes e incluso, aburridas; pero sí pueden controlar variables internas. Estas son sus recomendaciones:
• 1. Buscar ser más organizada, planificar y temporalizar tareas, automotivarse con check list, o ponerse una nota al terminar una tarea o al finalizar su jornada laboral. La evaluación continua es muy beneficiosa en estos casos, ya que nos permite ser conscientes de nuestro avance y a la vez, nos damos feedback a nosotros mismos. "En los trabajadores competitivos, esto es muy recomendable”.
• 2. Comenzar la jornada con una canción motivadora, tu canción, la que te genere emociones positivas y placenteras.
• 3. Premiarse por el trabajo bien realizado. Esto es fundamental y no es necesario nada material o caro. Tal vez establecer que al finalizar el trabajo, poder salir a pasear, darse un masaje, o comprarse una luz adecuada para trabajar, una plantita para la mesa o escritorio, el verde es muy saludable, o una lámina con frases motivadora… “Todo esto hará que sientas control sobre tu trabajo, y aumentará la sensación de bienestar”.
• 4. Mantenerse constantemente informada y actualizada es otro antídoto muy recomendable. Por ejemplo, hacer cursos, leer documentos o ver vídeos sobre temas relacionados con tu trabajo. Estar activos, para que nuestra mente no se dispare a pensamientos negativos y catastróficos.
• 5. Alternar actividades, para evitar caer en el aburrimiento. Buscar hacer tareas más activas y luego, otras más pasivas…o de mayor concentración con otras más automáticas. Es importante realizar cambios posturales, de metodología e incluso de material, todo esto hace que sea más diverso y entretenido.
• 6. Hacer reuniones activas, coger el móvil y pasear, o llevarte una libreta y sentarte en el parque cercano, buscar romper lo estructurado y lo encerrados que nos sentimos en casa o el trabajo. Esto es sumamente positivo, el contacto con la naturaleza es beneficioso para nuestra salud emocional y laboral, nos aporta sensación de estar más saludables, activos, nos aumenta la creatividad e imaginación…es super recomendable. Procurar realizar el trabajo outdoor, para evitar calentar la silla, algo tan expandido en nuestra cultura, es muy beneficioso.
• 7. Mantenerse optimistas y ajustar expectativas es fundamental para evitar que se afecte nuestra autoestima y confianza.
Por su parte, Ángel Peralbo recomienda abordar antes las tareas que menos te motiven o las que resulten más díficiles; cuidar la atención, “maneja esas distracciones que te roban el tiempo y acaban desmotivando aún más”, no te estancarse “y a la menor oportunidad, haz propuestas de mejora, de cambio..” . Asimismo, en estas situaciones de agotamiento profesional, el psicólogo propone tratar de evitar el círculo vicioso de pensamiento que se suele producir, y que hace aún más dura y difícil la jornada de trabajo: “prepárate un guión para que en esos momentos en de preocupación incansable puedas mirarlo y saber lo que has de hacer: cambiar de actividad, llamar a alguien, levantarte para ir al baño…". Otra estrategia es intentar enriquecer tu vida más allá del trabajo. Familia, amigos, ocio, actividades interesantes… pueden ser elementos de motivación que se conviertan también en factores protectores.
Las empresas también pueden hacer mucho para que sus trabajadores no sufran un síndrome de boreout, asegura Ana Romeo. Es clave saber detectar a aquellos empleados que están sufriendo un trastorno de aburrimiento crónico y realizar los ajustes pertinentes, pero todavía es más importante tratar de prevenirlo.”En primer lugar, asegurándose de seleccionar a la persona que mejor se ajuste al perfil del puesto, pero también valorando continuamente los puestos de trabajo ya existentes para que los empleados encajen con las funciones que les corresponden. En segundo lugar, se recomienda ofrecer a la plantilla recursos enfocados al autocontrol emocional y fomentar la comunicación constante, para responder en todo momento a sus preocupaciones y necesidades. Y finalmente, es fundamental reforzar, día tras día, el compromiso y la motivación de los empleados, garantizando un contexto laboral óptimo, promoviendo el trabajo en equipo, fomentando la conciliación y la flexibilidad, brindando a los trabajadores la oportunidad de aprender y crecer dentro de la empresa, y ofreciendo planes de compensación y beneficios atractivos”.
Las emociones de los trabajadores no son inocuas para las empresas. “No es lo mismo que estés estresado, que no sepas que hacer o por donde comenzar a trabajar, que te falten directrices, que sientas caos, enfado, incertidumbre y frustración, a que estés tranquilo, descansado, que sepas que estás gestionando bien tu trabajo y tu tiempo, que veas resultados, que sientas que controlas tu trabajo y tu vida. Todo esto aporta creatividad, imaginación, atrevimientos, cambio, productividad… Un trabajador feliz es muy rentable para su empresa”, sentencia Gabriela Paoli.
Aunque cualquiera puede sufrir un trastorno de aburrimiento crónico, las personas más propensas al estrés tienen más posibilidades. Es fácil reconocerlas. “Son esas personas que van con prisas por la vida, que les cuesta esperar, que necesitan sentir el control sobre los diferentes ámbitos de su vida, suelen ser competitivas, les gusta estar muy ocupadas, realizan multitasking, es decir hacen varias tareas a la vez para evitar aburrirse o mantener un cierto estado de activación, se sienten en general, poco satisfechas con sus vidas, tienen pocas actividades o vida social, e intereses… Estas tendrán que esforzarse y crear recursos y estrategias para afrontar mejor esta situación” explica Gabriela Paoli. “Y de igual manera que las que sufren burnout, las que afectadas por boreout suelen afrontar la vuelta de las vacaciones con poca energía, ilusión y compromiso”.
¿El teletrabajo puede ayudar? Según la psicóloga este es muy recomendable en la medida que podamos seguir al máximo nuestras rutinas y hábitos de trabajo, permitiéndonos pasar al ‘modo on’, con más rapidez e ilusión. No obstante, es muy frecuente, que nuestra motivación flaquee, ya que el teletrabajo exige una gran cuota de autogestión, automotivación y autoliderazgo. “En casa, no están nuestros jefes ni compañeros, quienes suelen marcan líneas de trabajo, tiempos, alientan o reconocen nuestro esfuerzo y compromiso hacia el trabajo, y sobre todo, escasean los abrazos, sonrisas, los buenos días, el cafecito, o los desayunos, el lunch; es decir, falta el factor humano, lo cotidiano, lo que nos aporta sentimiento de pertenencia, de grupo …Además nos ayudan y reafirman en cuestiones fundamentales como son valores y creencias, tan necesarias para hacer nuestro trabajo con sentido, y responsabilidad, e implicarnos para que nos sintamos satisfechos y orgullosos. Esto a nivel laboral es fundamental”.
Según Ángel Peralbo, si la persona padece ya síndrome de boreout lo habitual será que la falta de contacto laboral, jefes, compañeros, pueda aumentar la desmotivación y la desorientación progresiva. El teletrabajo puede suponer una mayor desconexión con las claves de la empresa.