Conclusión cubrió la fantástica travesía en la que veleros, hechos a imagen y semejanza del barco construido en 1911, surcaron en pintoresco desfile las aguas de nuestro grandioso Paraná.
La velocidad de las embarcaciones y la destreza de los pilotos, organizados en dúos sobre los veleros, tuvieron que resignar la jornada que, sin embargo fue propicia para estrechar vínculos de amistad y solidaridad deportiva, y deberán esperar una nueva oportunidad este fin de semana para desarrollar las cuatro regatas necesarias para clasificar en el Campeonato.
El día estuvo radiante, así lo pueden aseverar las miles y miles de personas que se volcaron a las costas rosarinas a disfrutar del feriado, pero las condiciones climáticas, específicamente, el casi nulo viento, no permitieron que se realizara tal como estaba prevista.
Desde el mediodía y con la ansiedad propia de una competencia náutica que enamora a sus cultores en todo el mundo, el río Paraná y sus riberas fueron testigo del paso de los elegantes veleros. La tensa calma culminó a las 16 cuando, tras las mediciones del viento, se advirtió que las condiciones no cambiarían y se dio la orden de regreso al club anfitrión.
El ingente trabajo de los organizadores respecto de la preparación de los eventos pertinentes, el tendido de las correspondientes boyas que las embarcaciones tuvieron que alcanzar girando a babor o a estribor según lo que se establezca, el concienzudo trabajo del Oficial del día, Roberto “Tino” Mora, no alcanzaron para la obtención de clasificación de los navegantes participantes de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires.
La clase Star (Estrella) fue fundada en el puerto Washington, Long Island, en 1911, construyéndose, en un principio, sólo 22 embarcaciones.
Con el aparejo mejorado y modernizado en distintas oportunidades, el diseño del casco, sin embargo, permanece intacto desde hace más de cien años.
Esta categoría navegará este fin de semana y la próxima, durante los días 19 y 20 de octubre, se desarrollará el Torneo Rosarino de Monotipos que, seguramente, como este, atraerá la atención y el apoyo de la ciudadanía que ha recuperado el valor patrimonial de su maravilloso río Paraná.
El sueño de un visionario
Roberto Travesaro, un empresario rosarino, fue el soñador que trajo la categoría a Rosario. Cierta vez, buscando un barco que llenara las expectativas de sus sueños, vio en Buenos Aires un Star y confesó que le impactó de tal manera que decidió adquirirlo.
“Verlo salir del río fue como estar frente a la presencia de una diosa similar a Venus emergiendo de las aguas”. Así optó por comprar, no sólo uno, sino dos embarcaciones para que sus amigos pudieran tripularlas y sentir la adrenalina propia del navegante en contacto directo con la Naturaleza. Es el río y uno mismo. Muñeca, destreza, habilidad, tensión, atención y, sobre todo, casi una simbiosis con el hábitat para que el viento conduzca el destino de la nave.
Ahora también Rosario puede ser una ciudad anfitriona del majestuoso deporte náutico que es furor en el mundo y en el que muchos pueden estar a bordo.
Lucas y Pipo Altolaguirre, varias veces campeones en diferentes competencias y ganadores del segundo puesto en el Mundial de Star en San Diego, Estados Unidos, son oriundos de Rosario, y son de la partida de este Campeonato. ¡Para no perdérselo!