Poco a poco, el gobierno de Javier Milei va desregulando las importaciones de diferentes bienes y crece la preocupación dentro de la industria nacional, agobiada por el recuerdo de los años noventa. Desde el paseo comercial de calle San Luis –uno de los mayores centros de compra de Rosario– expresaron su preocupación por la continuidad de las fábricas argentinas, al tiempo que destacaron que es necesario rever la “presión impositiva” que rige para comercios y pymes, lo que hace que no puedan competir con las producciones extranjeras.
En diálogo con Conclusión, el presidente del paseo comercial de calle San Luis, Miguel Ángel Rucco, advirtió: “Surge la preocupación en relación a la industria argentina. Los que tienen indumentaria, que tienen su local o abastecen a nuestro mercado mayorista o minorista, están viendo que puede llegar a entrar mercadería terminada de China o cualquier otro destino a mucho menor valor del costo de fabricación”.
El empresario recordó que esto ya se vivió durante la década de los 90’s, donde la apertura de importaciones llevó a que muchas fábricas y comercios se reconviertan y a que otros cierren. “El industrial y el comerciante argentino han tenido que sortear diferentes posturas en relación a la política económica exterior y se ha tenido que adaptar”, aseguró.
En este sentido, comentó una experiencia personal: “Este comercio comenzó siendo textil y en la época de apertura de importaciones se fue convirtiendo a lo que es hoy, un negocio de regalaría y juguetería”.
“Estamos frente a una apertura inminente de importaciones, que entiendo que es beneficioso para el consumidor. En muchos casos las mercaderías argentinas, por lo menos las de marca, son inaccesibles, es mucho más caro que en el exterior. A eso entiendo que hay que corregirlo. El consumidor ha perdido poder adquisitivo y prioriza cosas de primera necesidad, postergando el resto de los rubros”, añadió Rucco.
El comerciante, además, observó que es necesario que las cámaras empresarias tengan un “diálogo permanente” con el Estado, para pedir algunas políticas que las beneficiarían, como un mayor financiamiento y acceso a créditos, por un lado, y por otro una menor presión impositiva, que les permitiría competir en precios con lo que viene desde el exterior.