Con la opinión de 38 expertos de diversas universidades españolas y latinoamericanas que eligieron los 20 mejores libros escritos originalmente en español desde el 1° de enero de 2000, el portal de la BBC en español elaboró su propio ranking entre los que figuran las obras de tres autoras argentinas: Gabriela Cabezón Cámara, Mariana Enriquez y Samanta Schweblin.
Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara es la primera novela del siglo XXII. Lo mejor no es su re-escritura neobarroca, carnavalizada y paródica de la obra fundacional argentina, El gaucho Martín Fierro, a través de una prosa lírica salpicada de spanglish, guaraní y una mezcla procaz de géneros gramaticales, identidades, temporalidades y espacios, sino el genial hallazgo de que para subvertir el canon –patriarcal, mesocrático y colonial– no basta con hacer visible a las autoras y textos olvidados, sino que hay que travestir la propia ficción y su crítica. Sólo así el futuro literario será un poco más transfeminista. Y feliz.
Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez reúne el horror sobrenatural característico del género gótico y los crímenes cometidos en la dictadura militar. El vínculo entre ambos componentes es una familia privilegiada, iniciada en una secta que adora a un dios sanguinario al que llaman La Oscuridad. Para asegurarse la protección de tal divinidad, los líderes de la familia secuestran a jóvenes a los que sacrifican en ceremonias tan violentas como lo fueron las torturas y desapariciones que la Junta Militar ejercía contra sus disidentes. Al recurrir al gótico, Mariana Enriquez reflexiona sobre la realidad política de su país a la vez que se afirma en una tradición presente en Argentina desde principios del siglo XX.
Distancia de rescate, de Samanta Schweblin fue premiada con el Tigre Juan y el Ojo Crítico, nominada en 2017 al Booker International Prize, galardonada en 2018 con el Shirley Jackson, elegida por el Tournament of Books como mejor libro publicado en Estados Unidos y llevada al cine en 2021 por Claudia Llosa. Se trata de una novela corta con los mejores rasgos del género: tensa, apabullante y terrorífica, introduce al lector en una espiral asfixiante desde su primera frase gracias al ritmo trepidante y el crescendo que le insufla la autora, especialista, además, en trazar perfiles psicológicos de gran profundidad.
Marcada a partes iguales por el lirismo y la potencia del diálogo, combina la denuncia ecosocial –mostrando los peligros del cultivo de glifosato en las comunidades campesinas más pobres– con la expresión del miedo a que aboca la experiencia de la maternidad. Asimismo, transforma con maestría el característico locus amoenus en un espacio macabro, signado por la amenaza de la enfermedad a cada paso.