Desde su fallecimiento en 1934 debido a la anemia aplásica, por una condición relacionada con su exposición a letales dosis de radiación, la tumba en París de la científica franco polaca Marie Curie está revestida con plomo para proteger a los visitantes de sus restos radioactivos.
Curie, hizo historia como la primera mujer en ganar un Premio Nobel y la única persona en ganar en dos ciencias diferentes: física en 1903 y química en 1911.
A pesar de que se le prohibió la educación superior debido a su sexo, Curie continuó sus estudios en la clandestina «Universidad Voladora», donde sentó las bases para sus descubrimientos revolucionarios del radio, el polonio y el concepto de radiactividad. Lamentablemente, el trabajo pionero de Curie tuvo un gran costo.
Sin saberlo, se expuso a dosis letales de radiación. A menudo llevaba radio en sus bolsillos, lo estudiaba incansablemente en su laboratorio e incluso admiraba su brillo por la noche.
Hasta el día de hoy tantos sus restos como sus pertenencias siguen siendo radiactivos y se espera que sigan así durante otros 1.500 años, un testimonio duradero de su profundo impacto en la ciencia.