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Panorama semanal: El Gobierno comprendió parte del problema está en su Gabinete

El escandaloso parate en la escalada represiva contra los movimientos sociales terminó por confirmar la confusión que tiene el gobierno de Jorge Capitanich en su relación con el reclamo de los sectores marginados. El emplazamiento que le puso el suboficial de la Policía designado subsecretario todavía está interpelando al titular del Poder Ejecutivo para conocer cuál será finalmente la postura va a tomar en relación con el tema.

De todas maneras, el apriete que públicamente le lanzó el subsecretario Gustavo Olivello -que no es la primera vez que ocurre- está demandando una definición del gobernador. “Si se queda el jefe de Policía, yo me voy”, afirmó palabras más palabras menos el subsecretario de Prevención y Seguridad en Abordaje Territorial. De todas maneras, fue extremadamente notorio que esta vez el polémico miembro del Gabinete prefirió llamarse a silencio.

Contrasta la pausa que tomó en sus apariciones en video en la página de su programa de radio después de que horas antes hubiera lanzado desafiante a los movimientos sociales “nos vemos mañana en la calle”.

La verdad es que después del berrinche que hizo cuando casi se lo llevaron detenido por orden del jefe de Policía, Ariel Acuña, que lo relevó verbalmente de sus funciones invocando instrucciones precisas de Capitanich, Olivello se guardó y mantuvo en silencio. Incluso ayer reapareció en un operativo en el Parque Tiro Federal (donde está su oficina) para secuestrar mercadería que se ofrecía a la venta y que el Gobierno entrega gratuitamente a través del Ministerio de Desarrollo Social.

Esperable, porque todas las cartas están jugadas y es el propio gobernador el que tiene que barajar y dar de nuevo.

Un tercer día de represión a las manifestaciones de movimientos sociales amenazaba con colocar a la provincia del Chaco en la vidriera de todos los medios nacionales. Juan Grabois enfocó correctamente la cuestión, al preguntarle directamente a Capitanich qué estaba ocurriendo y por qué permitía que la más polémica figura de su gobierno ejerciera un poder que incluso está por encima de lo que el primer mandatario está dispuesto a ejecutar. ¿O no?

La intervención del jefe de Policía en la mañana del viernes en derredor de la Casa de Gobierno terminó convirtiendo en humo las funciones de la Subsecretaría de Prevención y Seguridad en Abordaje Territorial que con errores de ortografía se promocionan en la página web del Gobierno: “Asistir al Señor Ministro en los asuntos referentes a fortalecer los procesos que propendan al sostenimiento y consolidación de las instituciones democraticas en su función de garantizar la paz, la seguridad y el desarrollo de la sociedad, garantizando el pleno ejercicio por parte de los habitamtes de la Provincia de los derechos y garantias Constitucionales”.

Para reprimir y nada más, sólo hace falta una unidad policial, aunque en las últimas horas, alguien que también se mantuvo invisibilizado y en silencio, el ministro de Gobierno, Juan Manuel Chapo, repentinamente apareció para apoyar a Olivello y subirse al discurso de su subsecretario tildando de violentos a los manifestantes populares que se acercan a la Casa de Gobierno.

Pero el hartazgo con el Gobierno y particularmente del polémico uncionario no es exclusivo de los movimientos sociales, representantes de distintos gremios estatales estuvieron también el viernes pidiendo su renuncia. A todos ellos les tocaba el turno del reparto al que estaba acostumbrado el sargento funcionario hasta que llegó el jefe de Policía.

El Gobierno se enfrentaba a la escalada de un conflicto y a la multiplicación de su repercusión. Los daños colaterales también iban a ser superiores. En el segundo día de represión, los movimientos fueron dispuestos a resistir. Todo en un escenario como el centro de la ciudad que viene recuperando el movimiento a las etapas previas a los días de cuarentena estricta.

Autos estacionados en derredor de la plaza, disparos de postas de goma y balines con honda piqueteros, aunque todo lejos de casos de saqueos como algunos mensajes en las redes quisieron hacer creer.

Pero encendida la chispa, el desborde es previsible. Tal vez no entendió el subsecretario que tenía entre sus objetivos “garantizar la paz social” y cree que esa fórmula se consigue exclusivamente con balas de gomas y bastonazos. Tal vez es lo que vio desde arriba Capitanich y decidió desautorizarlo públicamente.

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