La ultra oposición de derecha, en la que están nucleados no solamente los más conspicuos dirigentes macristas sino también ultraliberales y anticuarentenas se apresuraron a denunciar que la política del gobierno nacional para enfrentar la pandemia había fracasado luego de superar el millón de contagios y las 30 mil muertes.
Legisladores y periodistas celebraron este último número especialmente para reivindicar la última dictadura militar con el remanido argumento de que no fue ese el número desaparecidos durante el proceso genocida.
Mauricio Macri, que se tomó vacaciones en Europa durante lo peor de la escalada del coronavirus en el país pisó Paris y afirmó que lo hizo porque en la ciudad luz se “respiraba libertad”.
No se le ocurriría ir ahora, no solamente porque el verano europeo ya terminó sino porque además prácticamente todos los países del viejo continente están reportando una cantidad de casos diarios que duplican los que se registran en la Argentina. Por el momento las cifras de mortalidad son más bajas, pero también es cierto que los verdaderos números aparecerán recién entre dos y tres semanas después de los picos que están dándose en este momento.
La denominada “segunda ola” es un fantasma que también puede golpear con dureza a la Argentina. En principio porque los ciudadanos de nuestro país ya no están dispuestos -desde hace bastante tiempo atrás- a aceptar cuarentenas y en segundo lugar, porque el gobierno parece dispuesto a abrir las fronteras para conseguir el ingreso de dólares que acucian a la economía nacional.
La depreciación del peso constituye un atractivo mundial que podría provocar una catástrofe sanitaria en el país si se analizan fríamente los sucesos europeos. Algunos sistemas sanitarios en el país no están en condiciones de afrontar una explosión de casos.
Primero porque el número de camas no es infinito y segundo porque el recurso humano está diezmado, por el cansancio y por su escasez.
La muerte del jefe de Inmunizaciones del Ministerio de Salud, Leonardo Villavicencio, en un accidente en la ruta en la zona de Tres Isletas es la prueba de ello. No parece comprensible la necesidad de un funcionario de tan alto rango para encabezar un operativo en la zona de Villa Río Bermejito.
Es impensado que el que deba encabezar un operativo de vacunación en las puertas del Impenetrable sea un funcionario que tenga que salir desde Resistencia. Una elemental organización de división de trabajo hubiera permitido que esa tarea sea acometida por profesionales de la zona que pudieron haber viajado menos kilómetros y más descansados.
No hay información oficial sobre las causales del accidente, pero no hay muchos factores externos que pudieran haber incidido. El recurso humano escaso, probablemente sea una causal colateral.
El “as en la manga” en todo caso es la vacuna que llegaría más o menos a tiempo a esta parte del planeta para bajar la incidencia de la enfermedad. Las provincias están organizando la logística. Los grandes laboratorios ya comenzaron la producción en masa y ya se sabe que el personal de salud será el primero en recibir las primeras dosis.
Una campaña de vacunación permitiría recuperar recurso humano que está de licencia porque no puede exponerse al virus, ello aliviaría uno de los factores que más severamente aquejan al sector.
Una vacunación mundial masiva -que no podrá ser inmediata por la fenomenal demanda que no podrá ser cubierta instantáneamente- igualmente traerá un alivio que impactará directa y favorablemente en un reboto de la economía a nivel global.
Esos beneficios se sentirán también en el país y podría anticiparse una cantidad de casos de coronavirus a la baja.
La nueva explosión de la pandemia en el viejo continente terminará reordenando las estadísticas. Alberto Fernández lo sabe y recibe en silencio los embates de los sectores arriba señalados denunciando el fracaso de la gestión sanitaria nacional.
Pero no es el único que maneja el dato. La totalidad de los ministros de Salud de todas las provincias también lo entienden, incluso los distritos en donde gobiernan representantes de Cambiemos, entre ellos la Ciudad de Buenos Aires.
El tiempo terminará decantando a los especuladores que están protagonizando el peor papel. El cisma en Cambiemos lo está preconizando.