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Rosario sin secretos: entre una ciudad sitiada y una intermediación, planes de urbanización no concretados

 

Rosario, es sin dudas, la eterna hija de su propio esfuerzo. Sufrió muchísimas veces marginalidades, justamente por el enorme potencial del que disponía naturalmente. A pesar de ser el polo productivo por excelencia de la provincia de Santa Fe, nótese que alguna vez hasta nuestro nombre estuvo supeditado, aunque aún así hiciera perfecto juego: el Rosario de la Santa Fe de la Vera Cruz. ¡Todo un símbolo!

Nos vamos a 1859 cuando un 8 de octubre, Justo José de Urquiza firmó un decreto declarándonos en estado de sitio durante 30 días, no sólo a Rosario, sino a todo el departamento, el mismo día en el que el hijo del presidente del Paraguay, el joven general Francisco Solano López arribó con su vapor de guerra Tacuarí con la intención de mediar en la tensa relación entre Buenos Aires y la Confederación cuando éramos prácticamente dos estados. El paraguayo se ofreció como garante del cumplimiento del Pacto de San José de Flores. La libre circulación de los ríos era un tema preocupante no sólo para los habitantes de la incipiente Argentina.

Ahora subamos al DeLorean y lleguemos a 1952, cuando el 8 de octubre se presenta en el Concejo el Plan Rosario, conocido como Plan Montes. ¿Qué proponía? Un reordenamiento ferroviario (sistema ya nacionalizado en el 49), definiendo una traza norte sur, la troncal ferroviaria y la quita de varios ramales, desafectándolos. Ese cinturón de hierro que circundó el éjido y el desarrollo urbano fueron una constante en una ciudad progresista y ambiciosa de mejores destinos. Si bien el plan no se aplicó, surgieron la Ciudad Universitaria y un nuevo mapa de parques que incluyó al querido e histórico Urquiza, donde está emplazado el mástil original que estuvo en el parque de la Bandera, antes que se erigiera el Monumento, y que el intendente prometió poner en valor. Seguramente será una de las obras del Tricentenario.

Hubo cuatro planes fundamentales que dieron mucho impulso a nuestra amada ciudad. En el 35 con Alfredo Guido, Della Paolera y Farnego; con su “método científico”; en 1952 este que hoy recordamos del agrimensor, urbanista e historiador Juan Alberto Donato Montes Bradley; en 1968, el de Oscar Enrique Mongsfeld, que retoma la idea de Centro Cívico, recientemente anunciada también por el actual intendente, y el del ingeniero que luego fue gobernador, Lifschitz, que todos conocimos con su segundo nombre, Miguel, siendo que el primero era Roberto. Nos quedó pendiente preguntarle porque no utilizaba su primer nombre.

Toda transformación es posible cuando se pone a trabajar a los que saben. Así que, camino al Tricentenario, los urbanistas tienen la palabra. Como decimos siempre, lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe.

Un día después del Día Mundial de la Arquitectura y Día Internacional del Hábitat que se celebra el primer lunes de octubre y este año cayó providencialmente en 7, cuando celebramos nuestra Patrona y Fundadora, confiamos que serán temas prioritarios en la anunciada Ciudad Autónoma de Rosario, retomando los problemas de la vivienda social y la defensa ecológica y soberana que nos permita ir preparándonos para recibir el Premio Pergamino de Honor de las Naciones Unidas en el objetivo 11 de Ciudades y Comunidades de Desarrollo Sostenible. Lo que se cree, se crea.

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