En 1867, un 15 de noviembre, exactamente el día en que se cumplían 294 de la fundación de Santa Fe de la Nueva Vizcaya, según refería el Cabildo; o Santa Fe de Luyando en 1578 o, finalmente, la que conocemos como Santa Fe de la Vera Cruz, en esta ciudad de Rosario vio la luz el diario que se convirtió en el más antiguo en circulación de la República Argentina: La Capital.
En versión vespertina, el Nº 1 Año 1 nació en la imprenta de calle Puerto (hoy San Martín) de Eudoro Carrasco, bautizado Ángel de los Dolores Eudoro Carrasco.
El socio capitalista de Ovidio Lagos, y compañero tipógrafo suyo en la imprenta oficial porteña de Pedro de Ángelis, llegó a Rosario con su compadre, Bernardo de Irigoyen (el mismo que salvó a la ciudad de ser bombardeada cuando el diputado Manuel Quintana aconsejó eso al gobierno británico para zanjar el enfrentamiento económico del Banco de Londres al crear Servando Bayo el de Santa Fe).
De esa imprenta ya había surgido anteriormente el periódico El Comercio y luego de La Capital, se editaría El Sol, cuando se separó de su socio al poco tiempo de iniciada la aventura de “la voz de la Confederación”.
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Sin duda que sin Justo José de Urquiza, defendiendo “la cuestión capital” en su enfrentamiento con Juan Manuel de Rosas, y su apoyo político y económico, otra hubiera sido la historia.
A Eudoro Carrasco, editor, librero, periodista, historiador, fundador de escuelas, funcionario público, le debemos el diseño original del escudo en su paso por el Concejo, el mismo que, remozado, utiliza como identificación la gestión actual.
También a su fuerza y empeño le debemos la creación de la Municipalidad, el Banco Provincial y el sistema judicial.
Vecino de la Plaza Mayor (hoy 25 de Mayo, sí la que está frente a la Municipalidad y a la Catedral Nuestra Señora del Rosario), vivió en el mismo solar en el que Sarmiento, en su calidad de boletinero del Ejército Grande, publicó el primer impreso con prensa móvil que tuvo la ciudad; Alan Campbell trazó el boceto del ferrocarril que haría famoso a Wheelwright; nació su hijo Gabriel, habitó Santa Coloma y hasta levantó su palacio, tristemente demolido para dar paso a un “moderno” edificio, el inefable don José Arijón.
Pero volvamos a La Capital, cuyas ediciones al principio eran anunciadas con un cañonazo, y recordemos, entre otras cosas, que anteriormente las primeras noticias o planas principales se escribían en unas pizarras en las puertas de calle Sarmiento (contradictorio, sin dudas, ¡justo uno de los presidentes que vetó la ley que establecía que Rosario fuera capital!) y que los canillitas se agolpaban a la madrugada para ir a retirar las ediciones e ir a vocearlas en el centro y en todos los barrios de la ciudad que crecía, día a día, gritando gol los lunes como cantaba Fito Páez en su Mariposa Tecnicolor.
Después de estar en calle Puerto, La Capital se trasladó a calle Santa Fe 104 (antigua numeración, entre Aduana (Maipú) y Comercio (Laprida), y el 19 de agosto de 1868, antes del primer año de su fundación, pasó a ser matutino. Tiene luego varias mudanzas hasta llegar al edificio propio donde hoy lo encontramos, Sarmiento 763, y cuyo Museo es de gran atractivo.
Años atrás, el aniversario era motivo de miles y miles de salutaciones de todas las instituciones de la ciudad y ocupaban columnas y más columnas en letras de molde que nunca terminaban de llegar a la redacción, y durante muchísimas décadas se confeccionaban ediciones especiales con mucho material histórico dignos de colección, que al mismo tiempo lograba que las agencias de publicidad compitieran en creatividad en el diseño de avisos de sus clientes, tanto a nivel local como nacional.
Los tiempos han cambiado tanto que este 15 de noviembre sólo encontramos como novedad en su portada un discreto logo en el que se recuerdan los 157 años de su historia.
Auguramos en 2025, cuando se cumplen 200 años del nacimiento del tipógrafo, periodista y diputado que tiene su monumento, en el marco de las “cinco columnas que pertenecen al pueblo”, en la intersección de avenida Ovidio Lagos (antes La Plata) y avenida Pellegrini (ex Bulevar Argentino), sea puesto en valor, con sus fuentes llenas y una iluminación acorde a la grandiosidad de su trayectoria para rubricar las leyendas que pueden leerse en el monumental complejo: “La doctrina inspira su prédica”, “La verdad ilumina su pluma”.