La ex presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) e investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Adriana Serquis, expuso en el marco de la reunión de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara baja, y advirtió que actualmente se están desfinanciando proyectos relacionados con el Hospital Garraham y el proyecto Carem. Por otro lado, alertó de algunos intenciones sobre la importación de reactores nucleares modulares pequeños, porque «no hay más avanzados que el Carem en el mundo«.
El Carem 25, es un reactor nuclear que por su tecnología podría exportarse por cifras millonarias, en un mundo que mira cada vez más la energía nuclear, debido a la crisis que trajo la guerra en Ucrania, y de cara a la transición energética.
Serquis, señaló que entre los grandes proyectos que encaró el sector, están preocupados «por la finalización del RA10, el centro de prototerapia, y los centros de medicina nuclear en particular«.
En marzo de 2023 el reactor de investigación RA-10 había terminado el 99% de su obra civil y el 80% de la obra total, y se esperaba que en 2024 estuviera en funcionamiento. Es importante porque generaba el autoabastecimiento de radioisótopos de uso médico y la demanda en América Latina.
La científica planteó que quería llevar a la mesa de discusión lo que acontece porque considera que «es importante saber cómo adentro de cada una de estas instituciones ese recorte se viene aplicando. Pero lo fundamental y lo que más preocupa es el tema del proyecto CAREM”.
«El proyecto CAREM era un proyecto insignia, y sigue siéndolo, es la posibilidad que tenemos que en un corto plazo la Argentina pueda demostrar que es capaz de desarrollar reactores de potencia que generan electricidad«, subrayó con tono grave.
El Carem es capaz de generar 32 megavatios eléctricos, y así darle electricidad a unos 120 mil habitantes
En el mismo sentido, dijo llamarle «la atención que haya un anuncio de utilizar reactores modulares SMR, como si fuera una novedad, cuando hace tantos años que se vienen desarrollando en nuestro país, en particular el CAREM, que es un proyecto que se inició en el 2010 y que ha pasado por numerosas revisiones».
El objetivo del Carem es que el 70% de sus componentes sean de origen nacional. Actualmente, hay más de 1.000 empresas proveedoras
Los reactores modulares pequeños SMR, por sus siglas en inglés, son una clase de pequeños reactores de fisión nuclear, diseñados para construirse en una fábrica, enviarse a sitios operativos para su instalación y luego usarse para alimentar edificios u otras instalaciones comerciales.
Serquis sostiene que «como cualquier proyecto tecnológico, sobre todo siendo el primero de su clase, que a nivel mundial se encuentra en el reporte de la NEA, la Nuclear Energy Agency, como uno de los más avanzados del mundo, en todos sus aspectos. Y no solo en la construcción de su obra civil y en el licenciamiento por la autoridad regulatoria nuclear. También en las posibilidades de financiamiento y la potencialidad comercial».
«No hemos negado la posibilidad cuando impulsamos este proyecto, de poder empezar a pensar que comercialmente necesitábamos socios, que podían ser de cualquier origen, pero cualquier conformación de empresa que desarrollara este tipo de reactores nucleares tenía que tener la soberanía del Estado Nacional Argentino. Y ese Estado Nacional es el que creemos que sigue teniendo que estar presente», propugnó la doctora en física.
La especialista espera que «las nuevas leyes o las nuevas decisiones que se puedan tomar desde ese sector, puedan seguir garantizando este tema. Si hay otros desarrollos de reactores modulares pequeños, quiere decir que se está pensando que van a ser realmente realizados dentro de 10 o 15 años. En ningún lugar del mundo tardan menos que eso los proyectos nuevos”.
La Cnea trabaja en proyectos para desarrollar el módulo comercial, capaz de generar 120 megavatios y llegar a 500 mil personas, también con el objetivo de exportación, según algunas estimaciones de habla de que podría venderse en unos u$s 500 millones el módulo
Adriana Serquis, dijo que debemos estar atentos, porque “le parece que es un engaño pensar en que hay desarrollo de reactores modulares, porque no hay otros reactores mucho más avanzados, salvo alguno en China, o en Rusia y alguno que también se están proyectando en otros países, pero son muy pocos los que pueden llegar a realmente competir con el grado de avance que ya tenía el CAREN”.
Por último, la científica también lamentó “el éxodo de ingenieros y ingenieras nucleares, ningún país del mundo lo hace, ningún país del mundo regala tecnología y menos en un sector tan estratégico como este«.
La obra del Carem sufrió parates. Primero en 2015, con la llegada de Cambiemos, pasó a manos privadas y luego de una licitación, quedó a cargo de Techint. Con el cambió de gobierno en 2019, volvió al Estado, y se retrasó por la pandemia. Este año, también impactó en la planificación de las inversiones que el Gobierno, el tan mentado déficit cero, hizo lo propio.
Argentina tiene la capacidad de exportar reactores y plantas de producción de radioisótopos. Eso no surge de la nada, sino de un ecosistema científico y tecnológico que ha llevado décadas construir y que hoy está siendo desmantelado
La competencia será feroz, el proyecto estadounidense NuScale – está sumando inversores y se lanza en 2026- y el de Rolls Royce -que ya tiene 15 pedidos en el Reino Unido- nos aplastarán, empresariamente hablando. La miopía o la mala fe pueden ser las inspiraciones de gobiernos más preocupado en alinearse geopoliticamente con nuestros competidores en el mercado de la energía nuclear.
La crítica fue acompañada por Natalia Stankevicius, exgerenta de Producción de Radioisótopos y Aplicaciones de la CNEA : «La privatización de Nucleoeléctrica Argentina S.A., empresa encargada de operar las centrales Atucha I, II y III, es otro punto que genera preocupación. El gobierno ha iniciado un proceso de venta de activos estatales sin brindar detalles claros sobre cómo se garantizará la operación y la seguridad de estas plantas estratégicas. Esto abre la puerta a la pérdida de soberanía sobre un recurso clave para la matriz energética del país».