Por Daniel Caran
“No pasa por mi cabeza la prórroga de mandatos. No tengo conocimiento sobre ese tema. Ayer le preguntaron eso al presidente Macri y fue una pregunta desubicada", expresó Ricardo Colombi, en una entrevista radial que realizó hoy, al recordar lo sucedido en la conferencia que brindó junto al jefe de estado.
La contundencia de sus palabras evidencian su irracional posicionamiento ante una consulta que ni el propio Macri la tomó como ofensiva… y menos desubicada.
Pero él, Ricardo Colombi, sigue creyendo –en la terquedad de su postura- que puede (y hasta debe) decidir lo que se dice y se piensa.
¿Llegamos a valorizar realmente la gravedad que conllevan las palabras del Gobernador?. Tal vez no, sumidos en la necesidad de prendernos a la pretendida ‘paz social’, y reverenciando a los superiores que nos ponen delante.
Pero no se puede ni se debe permitir que un funcionario –menos aún la principal autoridad provincial- siquiera analice las preguntas de los periodistas, al fin y al cabo los únicos que quedamos en el embrollo por ‘herir’ la susceptible emoción del mercedeño.
¿Desubicada?. Faltó poco para emparentar sus dichos al accionar directo de ‘su’ Policía que llevó presos a tres jóvenes que tuvieron ‘el tupé’ de mostrar un cartel contra Macri.
Estos hechos a las claras deberían despertarnos del letargo veraniego.
Pero acá no pasa nada.
Como si la ilusoria narración de quienes pretendían ‘cambiar’ saben y entienden que lo mejor es cuidar la quintita y pensar en lo que se viene.
Acá se dijo, con toda responsabilidad, que la pretendida intención de muchos ‘ricardistas’ más papistas que el Papa era la de ‘ensayar’ la idea de las prórrogas de mandatos, con las claras y para nada escondidas intenciones de facilitar la continuidad de Colombi y Ríos y entorpecer otra llegada del alicaído Camau.
Si se dice, y se analiza, y sus propios laderos no lo niegan, ¿Dónde está lo desubicado?.
Lo lamentable es que seamos muy pocos los que pongamos el grito en el cielo ante éste nuevo atropello a la libertad de expresión. Callarnos, meternos presos… ¿esa es la intención?