Por Daniel Caran
La fugaz visita del señor Presidente de la Nación tiene sus matices, y obliga a determinar cuestiones más relacionadas con lo gestual y simbólico que con anuncios rimbombantes.
Es verdad que su discurso estuvo absolutamente vacío de contenido político, y lo más jugoso pasó a ser su dura reflexión acerca del prominente abdomen de Colombi, algo para nosotros plenamente conocido.
De las casi nulas definiciones está claramente definido que fue así. Pero la llegada de Macri tuvo un simbolismo puro y contundente de lo que será su mandato, y adonde apuntará su apoyo.
Es entonces cuando los que hoy aparecen como los principales beneficiados por la política de Macri deberán asumir el desafío más fuerte. O sea: tendrán los compromisos más grandes de saber aprovechar el ‘viento a favor’.
El sector ruralista –a ellos apunto, obviamente- está ahora ante la propuesta contundente de un futuro promisorio, y deberán entonces saber manejarse convenientemente para dejar de ser las víctimas del sistema, y convertirse –como dijo Macri- en ‘el motor del país’.
Así, quienes trabajan el campo deberán hacer olvidar las siempre inoportuna actitudes especulativas que tanto se les endilga, y tendrán que sumar –tal vez ahí consolidando acciones del gobierno pasado en materia laboral- a los empleados rurales en una relación seria, madura y comprometida, echando de una vez por toda el trabajo en negro que tanto castigó (y castiga) al sector.
Por eso el gesto de Macri deberá observarse con todos los matices.
Está claro que su impronta tendrá éstas visitas casi relámpagos por todos los puntos del país, con bailes amañados y citas caricaturescas.
Deberá, medio en serio y medio en broma, aprenderse el Presidente puntualmente los bailes y modismos, para evitar que –como ayer- sus pasos de danza sean un castigo a la intachable historia de nuestra música autóctona.
Cambiaron los escenarios populares por los silos y las camionetas. Es un mensaje. Hay un sector que tendrá que dejar de victimizarse. Y hay funcionarios de gobiernos locales que deberán tener la sagacidad y la determinación de no perder las posibilidades que aparezcan, ahora que están en la misma vereda.