Por Daniel Caran
Los tiempos preescolares reiteran una situación “a la correntina” que en ciertas ocasiones, como en la actualidad con el drama del dengue, se convierten en un peligro latente.
Se trata del estado de nuestros edificios escolares.
Nuestras escuelas, muchas con años encima y edificaciones antiguas que necesitan especial mantenimiento, son material de cambio para sectores en pugna: autoridades y referentes sindicales.
Siempre, por regla, la delicada situación edilicia se convierte en uno de los puntos esenciales en cualquier documento de reclamo, y es allí donde termina la queja, ya que llegan los acuerdos salariales y los arreglos siguen brillando por su ausencia.
Ahora, a pocas semanas del reinicio del ciclo lectivo, se observa cierto movimiento en algunos edificios, como para apurar las cosas y mostrar actividad. Más aún cuando en algunas edificaciones (en pleno centro) los pastizales son un desafío concreto a cualquier audaz expedicionario de montes o selvas.
En ese contexto, las decisiones se tornan urgentes y a las apuradas.
Por eso, no sorprende la decisión tomada en las últimas horas por las autoridades de Educación, quienes decidieron prorrogar la fecha de presentación de docentes y directivos “con el objetivo de facilitar las tareas de mantenimiento en los establecimientos educativos de toda la provincia”.
Personal administrativo y de conducción y docentes con funciones administrativas deberá presentarse a sus lugares de trabajo el 19 de febrero, y no el 15 como lo indicaba la resolución anterior.
El comunicado formal, sin margen de discusión, deja en evidencia la demora absoluta para encarar los trabajos. Es como si todo se debe hacer “a las disparada”… a la correntina.
Está claro que con éstas políticas se torna imposible cambiar índices paupérrimos de nivelación escolar. Así estamos.
