Por Daniel Caran
Mucho Chamamé… mucha buena onda… muchas sonrisas diplomáticas en medio de una visita que lejos estuvo de colmar las expectativas.
Todo dentro del obvio escenario marketinero de Macri y los suyos de evitar el viejo axioma (siempre presente) de que “Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires”.
Y en ese contexto, la realidad que trasciende los prolegómenos publicitarios, y ubica a éste Gobierno en una clara posición represiva ante cualquier manifestación opositora.
No hay vueltas que dar. Y habrá que aguantarse.
No fue casualidad la ausencia de la polémica Patricia Bullrich, la Ministra que todos miran de reojo y siempre –desde el primer momento- está en la mira. Es que a sabiendas de los resquemores K en una provincia extremadamente conflictiva, todo atisbo de reclamo debía ser minimizado… como finalmente ocurrió.
Entonces, las intenciones de expresar enojos o insatisfacciones, terminaron chocando contra las conocidas vallas que suelen usarse cerca de la Rosada local.
En ese escenario fue que tres jóvenes militantes fueron detenidos.
“Un subcomisario nos sacó a los empujones de la Plaza 25 de Mayo, y después nos trasladaron hasta la Comisaría Primera”, relató Eva Verón, una de las demoradas.
Después estuvieron seis horas en la Comisaría Primera para recién ahí recuperar la libertad sin ningún cargo en su contra.
“Cuando se acercó la hora que Macri estaba por llegar los policías me pidieron que despliegue el cartel que teníamos, y una vez que lo leyeron nos empezaron a sacar a los empujones del lugar”, prosiguió.
El cartel de la discordia decía: “no le temo a la represión del estado, sino al silencio de mi pueblo”.
Para que aprendan… para que sepan… para que entiendan que no hay posibilidades de expresar todo porque sí. Son otros tiempos… debemos saberlo
