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Opinión del Lector

Amores desencontrados: el desgraciado matrimonio de Tchaikovsky

Omar López Mato

Por Omar López Mato

Mientras la vida musical y social de Tchaikovsky evolucionaba, le era cada vez más difícil ocultar sus inclinaciones. Su casamiento con Antonina Miliukova y la condena por el resto de sus días.

El 18 de julio de 1877, el compositor Piotr Ilich Tchaikovsky se casaba con Antonina Miliukova. No lo hacía por amor ni por intereses económicos, sino para ocultar su homosexualidad, que en la Rusia imperial habría desencadenado un escándalo y amenazado su prometedora carrera. Sin embargo, fue el comienzo de un camino hacia el infierno que condenó a Antonina y Piotr por el resto de sus días.

Si bien Piotr era un joven dotado para la música, no era ni un niño prodigio ni un virtuoso; de hecho, sus padres lo empujaron a que estudiara jurisprudencia para ser funcionario del imperio. Ante la insistencia de Piotr, su padre contrató al profesor Rudolf Kündinger para que su hijo recibiese clases de piano, a condición de que no abandonara sus estudios de leyes. Consultado Kündinger sobre el talento de su nuevo discípulo, este no se mostró muy entusiasmado respecto a su potencial como compositor ni como ejecutante.

La Argentina presenta ciertas ventajas como costos de energía relativamente bajos y una mano de obra calificada y económica, estos factores no compensan los altos gastos iniciales, los prolongados tiempos de implementación y la falta de estabilidad política y económica.

A lo largo de sus estudios de leyes, Piotr conoció a Alekséi Apujtin, un prometedor poeta ruso al que llamaban “el nuevo Pushkin”. Sin embargo, este amante de la buena vida no colmó las expectativas literarias, pero fue fuente de inspiración para algunas obras de su amigo. Al igual que Piotr, Alekséi también tenía inclinaciones homosexuales, aunque mientras uno trataba de ocultarlas, el otro coqueteaba abiertamente con hombres.

La relación heterosexual con Antonina no fue la primera, ya que en 1868 Piotr conoció a la soprano belga Désirée Artôt, cantante muy conocida en su época, y hasta llegaron a comprometerse. El compositor le dedicó su Romance () en Fa menor Op. 5. Sin embargo, la relación concluyó abruptamente y Désirée se casó a escondidas de Tchaikovsky con un barítono español. ¿Habrá sospechado algo Artôt? No obstante, lejos de guardarle rencor, el músico le dedicó varias obras y mantuvieron una nutrida relación epistolar.

Aun trabajando como funcionario, Tchaikovsky se inscribió en el Conservatorio de Moscú, donde recibió clases de Antón Rubinstein, con quien mantuvo una relación de afecto y mutuo aprecio, aunque a veces Antón era muy crítico de la producción musical de su discípulo, especialmente de su primera sinfonía.

Mientras la vida musical y social de Piotr evolucionaba, le era cada vez más difícil ocultar sus inclinaciones. Fue muy comentado el vínculo con su criado Alekséi Sofrónov y su propio sobrino Vladímir "Bob" Davýdov. La publicación de cartas y notas biográficas por su hermano Modest confirmó sus preferencias sexuales. Sin embargo, las cartas más comprometedoras del artista, donde declara abiertamente su homosexualidad, fueron censuradas por el gobierno soviético. Lo que sí resulta evidente es que, ya sea por dudas personales o miedo al qué dirán –que implicaba un escarnio social–, fue incapaz de iniciar una relación abierta con un compañero.

Piotr no se sentía culpable de su condición, pero temía que se hiciese pública, más cuando crecía su prestigio a punto de convertirse en el gran músico ruso de su tiempo.

En abril de 1877, su alumno favorito, Vladímir Shilovski, se casó con la hija de un aristócrata. La felicidad de la nueva pareja se convirtió en una imagen ilusoria de armonía conyugal, circunstancia que coincidió con la insistencia de Antonia en vincularse con el músico. ¿Podría Piotr acceder a una relación de convivencia célibe?

Antonina Ivánovna Chaikóvskaya (1848-1917) había nacido en Moscú y pertenecía a una familia de la nobleza caída a menos. Antonina y Piotr se conocieron en la casa de Anastasia Jvostova, a través de su amigo Alekséi Apujtin. Ella tenía 16 años y Piotr 25. Ella quedó fascinada desde el primer momento, pero Tchaikovsky no recordaba este encuentro. Para poder verlo nuevamente, Antonina se anotó en el conservatorio donde Piotr daba clases y hasta le escribió cartas que él jamás contestó.

Finalmente, se casaron después de 12 años de haberse conocido. Ella estaba encantada con él: “Tan buen mozo…. Cuyos amables ojos derriten mi corazón”. Pero tras seis semanas de convivencia, Tchaikovsky no quiso continuar con la relación. ¿Se habrá consumado el matrimonio? Probablemente, pero Antonina, ajena a toda compresión, no entendía la reticencia amatoria del compositor. Sin ánimo para enfrentarla, Tchaikovsky envió a su hermano Anatoli y a su amigo Rubinstein a explicarle a su esposa porque él se marchaba a San Petersburgo y que no se volverían a ver. Al parecer, fueron bastante crudos en la descripción de las inclinaciones de Piotr, pero ella parecía no entender. Continuó tomando el té y solo se limitó a decir: “Lo que diga mi querido Piotr está bien”.

Tchaikovsky programó una extensa gira europea para poner la mayor distancia al matrimonio.

En cartas que el compositor le envió a su mecenas Nadezhda von Meck describió la “terrible experiencia” de conocer a su familia política quienes, a su entender, “todos se quieren matar”.

Por otro lado, Antonina fantaseaba que este alejamiento era una conspiración de la familia del músico para evitar que la vida conyugal comprometiese el espíritu creativo de Piotr. Ella creía que su corazón “estaba partido entre la música y el amor que él sentía por ella”.

Cada carta que ella le escribía se convertía en una tortura para el compositor, quien llegó a considerar suicidarse.

Anatoli intentó convencerla de divorciarse de su hermano ofreciéndole 10.000 rublos para que accediera pero, ni aun así, ella quería dejar de ser la esposa de Tchaikovsky. Piotr no quiso forzar la situación porque temía que la homosexualidad que pretendía ocultar fuese divulgada por Antonina como una venganza.

En 1881, Antonina tuvo un hijo que, a todas luces, no era de Piotr. Este podía haber apelado al adulterio como causa de divorcio, pero consideró que forzarla empeoraría las cosas. Optó por comprar su silencio enviándole dinero que von Meck le proveía generosamente para continuar con su carrera artística.

Antonina tuvo tres hijos de tres hombres distintos. A ninguno de ellos crió; todos fueron entregados a un orfanato, que a fines del siglo XIX en Rusia era sinónimo a una condena a muerte.

En su extensa relación epistolar con sus hermanos y con von Meck, Piotr trataba de describir a Antonina como un monstruo que lo atormentaba. Solo en una carta a su hermana Aleksandra, Piotr reconoció que no era su culpa: “yo no era lo que buscaba”.

Antonina sobrevivió 24 años al compositor, quien murió de cólera, aunque no se puede descartar un suicidio, atormentado por la posibilidad que se hiciese pública su condición.

En su testamento le dejó una pensión a quien fuera, muy a su pesar, su esposa.

Antonina mostró signos de un progresivo deterioro psíquico. Trató de refugiarse en la religión, hasta que finalmente fue internada bajo el diagnóstico de delirio paranóide.

Murió de neumonía en 1917 cuando el régimen de los zares llegaba a su fin, pero la música de Tchaikovsky triunfaba en todo el mundo.

Esta relación desdichada permaneció oculta durante la época soviética a pesar que Antonina había escrito sus memorias antes de morir.

En la hermosa película de Igor Talankin, de 1970, casi no se alude a esta desgraciada relación, cosa que sí exalta Ken Russell en su film “The Music Lovers” (La otra cara del amor), de 1971.

El tema ha vuelto a la pantalla en la versión de Kirill Serebrennikov, aunque esta vez visto desde la perspectiva de esta joven hipólucida y desequilibrada que amaba a un hombre que consideraba un genio aunque la despreció en esta larga historia de hipocresía, incomprensión y locura.

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