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Opinión del Lector

Brasil: entre lo risible y lo grotesco

Eric Nepomuceno

Por Eric Nepomuceno

Brasil vive días raros, oscilando entre lo ridículo y lo grotesco. El pasado viernes, en lo que sería una iniciativa ridícula pero en realidad se transformó en grotesca, el ministro de Justicia, Anderson Torres, entregó al ultraderechista presidente Jair Bolsonaro la medalla de Mérito Indigenista, destinada a quienes actúan en favor de los pueblos originarios.

Cuando se recuerda solamente una de las miles de declaraciones de Bolsonaro sobre los indígenas se entiende cómo el ridículo se hizo grotesco: “La caballería brasileña falló, debería haber actuado como la de los Estados Unidos, que diezmó a los indígenas y libró el país de esa plaga”.

Además, Bolsonaro responde a dos acusaciones presentadas en el Tribunal de La Haya por crímenes contra comunidades indígenas.

La misma distinción fue entregada, en tiempos pasados, a gente como el antropólogo Darcy Ribeiro, al cacique Raoni y al indigenista Sidney Possuelo, que, a propósito, la devolvió al ministro Torres con una violentísima carta de protesta.

Además de lo absurdo al condecorar como mérito a un enemigo declarado de los derechos de los indígenas, el titular de la cartera de Justicia concedió la misma distinción honorífica a si mismo.

Al día siguiente, sin embargo, Bolsonaro y su pandilla sufrieron un duro revés, a raíz de la iniciativa de Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal, que determinó a las operadoras de internet que impidan la actuación en Brasil de la plataforma Telegram, ampliamente utilizada por el presidente, sus tres hijos que actúan en política y los seguidores más activos en las redes.

Conocida por difundir noticias falsas y videos que incluyen pornografía infantil, Telegram era la herramienta considerada fundamental por Bolsonaro frente a las elecciones presidenciales de octubre.

Actualmente, la página de Bolsonaro en el Telegram, controlada por su hijo Carlos, tiene más de un millón de seguidores.

A propósito: Carlos, concejal municipal de Río de Janeiro pero que vive en Brasilia, responsable por la comunicación digital del papá presidente, pierde un espacio destinado a, entre otras cosas, preparar movilizaciones de los seguidores radicales frente a la más que posible derrota frente al expresidente Lula da Silva en las urnas de octubre.

Tan pronto supo de la decisión de Alexandre de Moraes, Bolsonaro explotó en furia. Dijo que se trataba de una medida “inadmisible”. Pero está consciente de que no podrá hacer nada. Mientras valga la medida, habrá perdido un fuerte instrumento para propagar mentiras y calumnias contra su adversario principal, el ex presidente Lula da Silva.

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