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Opinión del Lector

Deja de quejarte y actúa -Desarrollo Humano-

María Antonia Galvaliz

Por María Antonia Galvaliz

“Si tu mal tiene remedio, ¿Por qué te quejas? Si no lo tiene, ¿Por qué te quejas?” -Proverbio oriental-

El psicólogo humanista y terapeuta Gestalt Joan Garriga, afirma “Quejarse baja la vitalidad de las personas”.

¿Sabías que la queja indica una falta de responsabilidad ante las personas y las situaciones, ubicando en posición de víctimas a los quejosos, en lugar de liderar sus decisiones y acciones?

¿Sabías que la espiral permanente de quejas no lleva a ninguna parte provechosa, al contrario, paraliza?

¿Sabías que cuando alguien estableció como hábito la queja continua, es porque detrás de ella se esconde algún beneficio?

Es recomendable observar que hay detrás de “esa” queja, e identificar cual es la necesidad escondida.

Cuando nos quejamos, estamos acusando a los demás, o a las circunstancias de nuestra infelicidad, considerándonos exentos de toda responsabilidad, creyendo que nuestro bienestar depende del exterior, hecho en que nos convertimos en víctimas de los acontecimientos.

¿Sabías que nuestro cerebro está diseñado para detectar peligros y evaluar riesgos ?, ésto nos ha permitido sobrevivir como especie, pero; hoy en día tendemos a ver como amenazantes situaciones que no suponen un peligro en realidad, por lo que vivimos en constante alerta y, ésta forma de ver el mundo hace que nos centremos fácilmente en todas las cosas negativas que puedan ocurrir a nuestro alrededor, dando lugar a la queja.

El beneficio de quejarnos (circunstancialmente) sobre algo, nos puede servir para poder desahogarnos sobre una situación, por su parte ayuda a la expresión emocional e incluso puede hacernos conscientes de aquello que nos está generando malestar para poder resolverlo; pero más allá de esto, si nuestra forma de quejarnos es constante (hábito), la queja se convierte en una forma de funcionar, entonces la queja nos servirá únicamente para sentirnos cada vez peor.

¿por qué nos quejamos tanto? Existen varios motivos: necesidad de desahogo emocional. Necesidad de sentirnos escuchados, comprendidos por los demás. Hábito instalado. Patrón de comportamiento aprendido en casa. Personalidad orientada al drama, catastrofista, perfeccionista, exigente. Cuando no tenemos tema de conversación. Conducta incorporada de relacionamiento.

Consecuencias del quejoso:

No pondremos solución a los problemas. Incapaces de ver otros puntos de vista o buscar otras alternativas por centrarnos en la queja, nos sentiremos bloqueados y no intentaremos resolver nada.

Veremos todo desde la negatividad. Acostumbramos a ver solo la peor parte de las cosas, impedirá que podamos ser capaces de ver lo bueno dentro de lo malo y podamos mejorar o resolver.

Generamos mal humor y mal estado de ánimo. Cuando estamos comentando una y otra vez todo lo que no nos gusta o nos parece mal, al final nos enfadaremos, nos frustraremos o nos pondremos tristes amplificando involuntariamente nuestro malestar.

No asumiremos nuestra responsabilidad. En la vida hay situaciones que se escapan de nuestro control y no tenemos más remedio que aceptar que son así. Pero no todas las situaciones son así, hay otras que sí dependen de nosotros, sí está en nuestras manos hacer algo diferente.

Si continuamos estancados en la queja constante, echando la culpa de todo al contexto o a otras personas, nos quedaremos en un rol de víctima, eso impedirá que podamos darnos cuenta de la parte que nos corresponde y movilizarnos hacia la acción.

Ahuyentaremos a los demás. Esta negatividad ininterrumpida provoca que las personas que más nos importan empiecen a sentirse incómodas, molestas con tanta queja y, quizá prefieran pasar menos tiempo con nosotros/as.

Tarea para el quejoso: Identifica cuánto tiempo dedicas a quejarte, estate atento/a al número de veces que expresas una queja o que la piensas, sé más consciente de lo que te sucede.

Pregúntate qué parte depende de vos, para remediar esa situación y, si es está en tus manos, elabora un plan de acción para tratar de resolverlo; caso contrario, tendrás que aceptar que no está en tu control y auto gestionarte.

Identifica que se esconde detrás de la queja: miedos, inseguridades, baja autoestima, altas expectativas o expectativas irreales, etc.

Registra tu diálogo interno, si has detectado que te hablas de forma muy negativa o que siempre te centras en lo malo, intenta hablarte de forma más amable o buscar cosas que estén bien.

Si sientes que es demasiado y no sabes qué hacer al respecto, puedes pedir ayuda profesional, para guiarte.

“La queja es la mejor garantía para no cambiar ni mejorar nada”

Te mando un beso inmenso TG

IG Tona Galvaliz.

FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación-

Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.

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