Una médica se contagió y se quedó sin aire. Ahora mira a sus colegas desde el lado del paciente. El jefe de Guardia alertó: la segunda ola está acá, ¿qué vamos a hacer?
Dedico estas líneas a la protagonista de los primeros párrafos a quien extrañamos y esperamos pronto, y a todos aquellos miembros de los equipos de salud y esenciales que siguieron en primera línea, incluso a expensas de entregar su vida.
“Nuestra mayor libertad, es la libertad para elegir nuestra actitud” (Viktor Frankl)
El 21 de enero, era un día más para la Médica protagonista de esta historia. Veníamos de un aumento de casos relacionados con los movimientos de las fiestas. Durante algunos días se había sentido cansada y ahora con falta de aire. Llegó a trabajar, como pudo. Me avisó que se sentía mal, le pedí que se aísle en un box, de esos en los que ella atiende a los pacientes, con esa misma presentación todos los días, y que la íbamos a ver e “hisopar”. Un rato después era innegable que el curso de lo que estaba pasando iba a ser mucho más complejo. Requería mucho oxígeno, la neumonía era muy evidente incluso en una radiografía simple y le afectaba ambos pulmones. Nos quedamos un rato juntos en el Shock Room (el lugar donde atendemos a los pacientes más críticos de la sala de emergencias) un poco hablamos, otro poco en silencio. El oxígeno a muy alto flujo, los barbijos, mi máscara un poco más empañada de lo habitual, su falta de aire… no era fácil comunicarse, era una escena de que vivimos frecuentemente, sólo que ella solía estar del lado del médico, nunca del paciente. Un rato después este mensaje en “la cartelera” (nuestro grupo de WhatsApp de los médicos del servicio).
El último mensaje en varios días en los que fue cuidada por los colegas que se cruza todos los días en los pasillos y en el lugar donde ella viene varias veces a la semana para cuidar a otros.
Hoy le queda algún tiempo de recuperación por delante, lo que ella pasó no es gratis para el cuerpo y para el alma. Sin embargo, tanto ama lo que hace que sus mensajes cada 4 o 5 días son para preguntarme cuando puede volver. Todos la extrañamos y la necesitamos. Especialmente sus pacientes.
El fracaso en el contrato social
En este inicio de la segunda ola quise contar esta historia (con la autorización de la protagonista), porque no se me ocurre otra forma de graficar el esfuerzo y la pasión que está hoy demostrando el equipo de salud para enfrentar algo que tiene un potencial de daño difícil de dimensionar.
Al ver el enorme movimiento turístico de estos días feriados, el poco cuidado en la calle, las reuniones sociales descontroladas, los bares sin distancia ni tapabocas, el transporte público atestado de gente, los antivacunas, los buscadores de soluciones mágicas en productos inútiles… me hacen pensar seriamente como hemos fracasado en el contrato social en el cual, los padecimientos de todos los argentinos que murieron o se enfermaron de gravedad, de los equipos de salud y del personal esencial, las economías dañadas de muerte, la educación que costará años recuperar: pareciera que todo eso palidece ante la necesidad individual, la indiferencia social e incluso ante las mezquindades políticas, que a veces no permiten accionar como es requerido en cada momento.
Hace un año a esta misma altura, nos encontrábamos ante lo desconocido, preparando nuestros hospitales, entrenando a nuestros equipos para lo que iba a venir. A la noche, los aplausos, que nunca fueron para nosotros, porque todavía no habíamos sido golpeados como nos ocurrió en los meses del pico y como podría ocurrir en breve, incluso con mayor intensidad. Los aplausos eran una moda fugaz.
Durante todo el 2020 los equipos de salud lograron cosas increíbles, nadie nunca sabrá por lo que pasaron y lo que hicieron para poder ayudar a los enfermos que son la razón de su arte. Los aplausos, los verdaderos, esos que fueron silenciosos, los ganaron con creces en el 2020 pero ahora necesitan acciones concretas.
Todos nosotros como miembros de la comunidad debemos hacer nuestra parte, cumplir y hacer cumplir las medidas de prevención; respetar a rajatabla los aislamientos por caso sospechoso/confirmado o por contacto estrecho, ayudar a nuestros mayores para anotarse en las campañas de vacunación, restringir las reuniones sociales, etc.
Las medidas gubernamentales seguramente son importantes, pero ningún DNU, Ley o incluso ninguna acción punitiva puede compararse con la autodeterminación de un pueblo que quiere cuidarse para preservar la vida, para mantenerse activo con seguridad y para terminar con esta pandemia cuanto antes.
Hoy mientras escribo esto, se reportaron más de 14.000 casos, las ambulancias cada vez informan más demora y se les dificulta conseguir destino para internar pacientes; las salas de emergencias y las camas de terapia intensiva del subsector público y privado del AMBA están llenas o a punto de llenarse. Las filas en las unidades de febriles de cualquiera de los subsectores son cada vez más grandes. La primera ola nos encontró con todo el hospital a disposición de los pacientes COVID. La segunda ola nos encuentra llenos... Lo que ocurra en los próximos días, depende únicamente de nosotros.
(*) Jefe de Emergencias del Sanatorio Anchorena.