Por Martín Granovsky
Desde el costado logístico, la instalación de la planta de Gas Natural Licuado en Río Negro por parte de YPF y Petronas es un tema de larguísimo plazo. En cambio busca un efecto de daño inmediato el ataque del Presidente contra Axel Kicillof. Javier Milei no sólo fue el sponsor de Río Negro. Desde que asumió fue un cruzado contra la propuesta de que la planta de GNL se instalase en la provincia de Buenos Aires. Y en el último mes reforzó el ataque con una demonización de Kicillof, a quien tildó de “comunista”.
La primera reacción sería tildar el uso de la palabra “comunista” de anacronismo. La Unión Soviética implosionó en 1991, hace 33 años, y ni Vietnam ni China llegaron a la utopía soñada por Carlos Marx en el siglo XIX. Es más: ni siquiera se lo proponen. Sólo que no cambiaron el nombre de los partidos gobernantes y continúa capitalismo con un alto nivel de regulación estatal.
Sin embargo la ultraderecha no es tan boba. Jair Bolsonaro usó con éxito el fantasma del comunismo en las elecciones de 2018, cuando venció al candidato del Partido de los Trabajadores Fernando Haddad. Y en los Estados Unidos Donald Trump desempolvó los libros de economía de Donald Harris, el padre heterodoxo de Kamala, para demostrar que la candidata demócrata lleva el socialismo en la sangre.
Quienes realizan focus groups los últimos días tienen identificada una secuencia que aparece entre votantes de Milei en primera vuelta. Es decir, entre el voto mileísta puro, que alcanzó un nada desdeñable 30 por ciento. Sería así:
*Estamos mal.
*Estamos mal pero ésta es la realidad. Lo que vivíamos con Alberto, Cristina y Massa era irreal. Una bomba que tenía que explotar.
*Mejor la verdad que la irrealidad, porque asumiendo la verdad se puede salir adelante.
*Ya por suerte bajó la inflación, aunque no lleguemos a fin de mes o precisemos trabajo y changa o varias changas si no tenemos trabajo.
*Todo va a mejorar cuando lleguen las inversiones.
*Está bien que Milei viaje mucho y se vea con empresarios, porque justamente está mostrando la Argentina para que esas inversiones lleguen.
*Cuando estén las inversiones habrá plata, y cuando haya plata vamos a estar mejor.
Milei no sólo usó la palabra “comunista” para referirse a un político que, como Kicillof, es el vicepresidente del Partido Justicialista a nivel nacional. Lo que hizo, sobre todo, es incentivar el lobby en favor de la planta de GNL en Río Negro para generar una profecía autocumplida. Traducción: “¿Ven que Kicillof es un comunista que no quiere inversiones, y que por eso tengo razón cuando digo que su modelo es empobrecedor?”.
En el lobby no está solamente el Presidente. Toda la cúpula de Yacimiento Petrolíferos Fiscales designada por Miei está conformada por directivos que vienen de Techint. En primer lugar el presidente de YPF, Horacio Marín, que consiguió ser designado a la vez gerente general con facultades operativas. Lo mismo ocurre con la Subsecretaría de Hidrocarburos, que ocupa Luis de Ridder, y con el secretario de Trabajo Julio Cordero, ex jefe del Departamento de Legales de Techint.
Los empresarios discuten estos días una frase del número uno del Holding, Paolo Rocca. El viernes dijo delante de los accionistas de una de sus empresas, Tenaris, que "tal vez fuimos demasiado optimistas con la velocidad de las reformas de Milei". ¿Una crítica? Difícil pensarlo después de otra frase: "La Argentina recuperará credibilidad y acceso al mercado, pero llevará un poco más de tiempo". Pero es aún más difícil imaginar que Rocca se bajó del tren Milei si se recuerda una expresión suya del 14 de diciembre: "Escuché con atención el mensaje al Congreso y en el Presidente encuentro una visión que debería ser positiva para el desarrollo del sector privado. Estamos frente a un reset de la Argentina".
Si ese reset fuese el sueño húmedo de diluir al justicialismo y reducir la capacidad de negociación de los sindicatos, se entiende más el sentido de ahogar al peronista que, como gobernador de la mayor del país, ocupa la más alta posición institucional en la Argentina.