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Opinión del Lector

El próximo negocio (parte III)

Pablo Tigani

Por Pablo Tigani

Vemos en los mercados los impulsos subjetivos que desatan la avaricia, la codicia de ganancia decente y deshonesta también, que reflejan la alienación extrema que produce el dinero.

Por momentos, todo parece mágico en el ámbito financiero. Interesante usar el término “mágico”, porque permite establecer un paralelismo entre las finanzas dinero y la economía ciencia social, como Durkheim (sociólogo francés) compara la magia y la religión. Donde la magia no tiene un santuario donde congregar los miembros de una comunidad moral formada por los creyentes que existen como familia, junto al sacerdote de una fe cristiana, judía o islámica. Los magos en cambio tienen sus colegas, su gremio cerrado, poseen un “saber empírico”, apelan a una clientela que consume sus servicios y no tiene relaciones entre sí, no son “hermanos”, lo suyo es aislado, sin compromiso, interesado, todo gira alrededor del dinero. Paga y consulta al augur, o le pide que realice “un trabajo” a cambio de dinero. El dinero, es un medio que habilita el deseo sin límite, aunque no necesariamente se use para despilfarrar.

La comprensión de Max Weber del capitalismo, también se basa en particular en la idea de la magia. Para Weber la magia era el principal obstáculo para el nacimiento del capitalismo protestante, de carácter metódico, sobrio, de ahorro y disciplina calvinista.

Weber utilizaba la palabra “magia”, como un tipo de confianza irracional en un procedimiento técnico que apuntaba a manejar problemas asociados con el mal. La magia es una práctica dominante. Por ejemplo: se realizan hechizos para someter, sujetar, atraer, o enamorar una persona. En este capitalismo, no en el de Weber, podemos identificar claramente una sucesión de experiencias mágicas en el corazón del capitalismo global, en la macroeconomía neocuantitativista y, en el sistema financiero global.

Esas profesiones de fe absoluta en el mercado, se demuestran en el discurso. Las habilidades financieras son fascinadoras porque tratan sus temas como una fuente de certeza, una fuerza todopoderosa que premia a los nominados que se dejan formatear la mente, en la medida que se sujetan a la lógica financiera del deseo de dinero.

Las practicas sorprendentes que surgen de esa apostasía esotérica, permite que casi ningún producto financiero calificado por una Agencia de Rating, necesite ser justificado ni validado científicamente para salir a la oferta y captar dinero de los particulares y las organizaciones.

Así vemos en los mercados los impulsos subjetivos que desatan la avaricia, la codicia de ganancia decente y deshonesta también, que reflejan la alienación extrema que produce el dinero. En la economía, el dinero también se desea, porque es un medio para obtener otras cosas. En cambio, en las finanzas, el dinero es un bien en sí mismo, que funciona como un hierro magnético sin límite para la ambición humana.

La solución perfecta para la ambición sin límites

Los creativos financieros se valen de ese deseo sin límite por el dinero, y lo convierten en instrumentos que permiten que el dinerillo genere más dineruelo sin que intervenga en el medio, ningún proceso productivo. A su vez, el derivado acepta un riesgo sobre otro riesgo al abrir la posibilidad de ganar dinero si el precio de un futuro escala o se desploma. Correr riesgos, se independiza del curso real de los valores de las commodities en la economía real de “main street”. Lo que se derrumba en las crisis financieras es un castillo de naipes de contratos que expresan una esperanza incierta construida y acumulada desde el pasado reciente. Durante las crisis financieras, lo que colapsa es la estructura de promesas en que se apoya el lucro financiero.

Cuando la liquidez desaparece, todo se derrumba. Los mercados enloquecen y, por ejemplo: los CDO y los CDS. (CDO*) Collateralized Debt Obligation u Obligaciones de deuda garantizada, arquetípica de los derivados de crédito. (CDS**) Credit Default Swap, contrato donde un inversor paga una prima a un “vendedor de protección”-generalmente un banco, una aseguradora o un fondo de cobertura, a cambio de que lo “blinde” contra el incumplimiento de un bono o préstamo.

A la hora de hacer un análisis técnico sobre las seguridades financieras que brindan estos productos, se evita realizar el análisis tradicional bajo las reglas básicas, relación causa y efecto, entre precios y fundamentos, con eso y todo. Los “traders” confían en sus pantallas con gráficos de velas japonesas, movimientos de precios anteriores y los utilizan como herramienta predictiva para tomar decisiones sobre lo que ocurrirá en el futuro. Del principio al fin, este herramental, en nada difiere del tarot, la cartomancia o la astrología, arrojando conclusiones inverificables, procurando alcanzar un modo de conocimiento distinto al conocimiento científico, escapando a las normas mínimas que impone la investigación. Concluye frecuentemente, con “no la vimos venir”, los resultados no acompañaron. La realidad no les obedece a los cálculos presuntamente infalibles.

Los riesgos en ciernes

Un modo de entrar en alerta y tomar conciencia del próximo compinche de la brutal financierización de los últimos meses en la Argentina, es considerar los CDS y, sumemos los “vulture funds” o fondos buitres. Este último concepto refiere a los fondos de inversión que buscan comprar activos en dificultades, como bonos de alto rendimiento en situación de impago o cerca de estarlo. El objetivo es “entrar” y adquirir papeles infravalorados que se perciben como sobrevendidos para realizar apuestas de alto riesgo con alta recompensa potencial.

Podríamos escribir entonces muchas páginas para evidenciar como estos procedimientos mediante instrumentos, como el CDO, resultaron fundamentales para el colapso hipotecario 2007-2008. Pero vamos a centrarnos en el CDS. Los banqueros, los físico-matemáticos ingenieros financieros, traders e inversores y, policy makers del mundo desarrollado que en años previos aumentaron la liquidez de los mercados, pero en la misma dirección, un día notaron el peligro de los CDO´s. Para equilibrar el riesgo y al mismo tiempo aumentar la liquidez, diseñaron esta suerte de póliza de seguro, que protege a los inversores contra eventos adversos que implican un riesgo directo.

El contrato de CDO vincula dos partes (una es la que agrupa los productos subyacentes como fueron miles de hipotecas en EE.UU.), la otra (los inversores o bancos que compran el CDO para vender en sus mercados, como fueron los bancos europeos que invirtieron comprándolos y “tradeandolos” o comercializándolos).

Existe otro contrato derivado que involucra una tercera parte (otra vez bancos, aseguradoras, inversores) que, en el caso que haya un incumplimiento de pago se asemejan a una póliza de seguro común y corriente. Lo más peligroso es que los CDS son puramente especulativos y su contrato carece de una inversión en activos subyacentes. Tienen vida propia. Suceden como un nuevo papel (CDS), que asegura otro papel (CDO) que posee activos subyacentes, a veces dudosos como los que contenían hipotecas basura, mezcladas con hipotecas virtuosas.

Al tener vida propia, el CDS es más que una cobertura. Puede constituirse en un instrumento de apuestas inspiradas por el riesgo que va perfilando una obligación en títulos o bonos privados, o deuda soberana. Están interesados en un eventual default. Las permutas de “venta corta”, alquilando valores y recomprando luego a la baja, para su posterior devolución, son parte de una táctica operativa puntual. Paradójicamente la demanda de cobertura aumenta, cuando el riesgo de pago del CDO comienza a crecer; ignorando que, cuanto más fracaso haya que cubrir, también aumenta la posibilidad que “el protector de defaults” no pueda pagar lo acordado.

Como dijimos, los CDS se parecen mucho a una póliza de seguros, en la que los portadores de cobertura de los activos en riesgo, que bien pudieran ser títulos argentinos públicos y privados, podrían apostar sobre un eventual default y, por lo tanto, jugar en contra de los títulos, favoreciéndose con el default del cual está protegido, dada la pequeña magnitud que representa la deuda argentina en el mercado global.

Las ambiciones internacionales o locales de las finanzas, están emancipadas de toda negligencia, por eso podrían sentirse alentadas a promover la subjetividad que precede una crisis de deuda, en tanto las condiciones objetivas estén dadas.

Una apariencia de vulnerabilidad, es una situación que muy pocas naciones pueden resistir, así que la forma procedente para ganar dinero, consiste en adelantarse a un eventual default, que, junto con la caída de los precios y las ganancias de los asegurados, ejerce un fenomenal incentivo para que “a la postre”, los fondos buitres compren abajo, dispuestos a litigar, en jurisdicciones que les son ampliamente favorables.

Hay que ir entendiendo, que la etapa en la que ingresamos, alberga infinitos peligros, dado que en todo esto no existen limitaciones marcadas por la ética y la moral de los diferentes tipos de mercados. Con este rumbo, no hay manera de contener ese riesgo de apropiación de riqueza argentina de manera predatoria, cuando se movilice la lógica individualista de la dominancia financiera, orientada hacia al interés particular. El atractivo de riqueza masiva que puede otorgar un default para unos pocos grupos financieros, cobra preponderancia, cuando uno mira los antecedentes en 2001 y 2016.

¿Amateurismo o cuestiones inconfesables?

Una fotografía del ministro de Hacienda y Finanzas argentino dando un salto con los brazos abiertos para abrazar a alguien que no se ve, en el retrato del interior de un hotel, recorrió el mundo en 2016. Nunca habíamos visto sonreír a Alfonso Prat Gay, pero esta vez salía de acordar con los fondos buitres. Enseguida, los mercados nos ofrecieron u$s 67 mil millones al 7.5% anual promedio, esto fue más de 7 veces lo que necesitábamos para pagar el remanente de deuda de los hold outs o fondos buitres. Al final se les pagó u$s 9.300 millones, para lo cual se tomaron prestados u$s 16.500 millones, unos u$s 7.300 millones de más.

- ¿Qué sentido tenía tomar prestamos no escalonados? - Se podía regular la colocación, esperando solo unos días, unos meses, hasta que bajara el riesgo país (digamos en lugar de tomar al 7.5% hacerlo al 5%). Si la rebaja fuera más grande, mucho más hubiese sido el ahorro anualizado. Enseguida las calificadoras de riesgo subieron la nota de Argentina, porque ya era un país confiable, y el apetito inversor en bonos argentinos mostró ser muy alto. Según explicaba Dujovne a los inversores, en una entrevista publica, ya no había peligro, estábamos con una bajísima relación deuda/PBI.

Ganancias financieras

Existen distintos tipos de incentivos financieros, para recompensar el desempeño y reconocer los éxitos alcanzados. Unos tienen que ver con el cumplimiento, y otros, como acabamos de relatar, con “el impago” o “default”. Hace un tiempo que, en el sistema, existe una apuesta especulativa que trasciende todas las racionalidades financieras anteriores, y es sobre la certeza de que una parte de los que contratan no cumplirá. Esto permite que uno o varios grupos de interés, incluyendo bufetes de abogados, ganen enormes sumas de dinero cuando alguien no paga.

Los CDS y los fondos buitres tiene una responsabilidad considerable en el naufragio financiero de algunas naciones. Aunque estas prácticas constituyan una manera completamente legitima de ganar dinero a partir del default, los contratos son más que ventajosos. Los contratos que se apoyan en el default de la deuda constituyen la transformación total del capitalismo tal como fuera concebido. En esta mutación, se puede ganar mucho dinero, a partir de la identificación estratégica de la probabilidad que una promesa de pago pueda ser incumplida.

El CDS y los fondos buitres, son los medios para erosionar la base de los contratos y tener un lucro nunca antes imaginado, que se basa en identificar el potencial creciente de los incumplimientos. La destrucción creativa Schumpeteriana es demoledora cuando es financiera. Este articulo descorre un velo de preocupación para el lector, en la medida que, en 2016, los acreedores han encontrado un país que, no solo paga en los tribunales internacionales “lo que diga Griesa”, más otros jugosos honorarios a los abogados, sino que previamente, también encuentra traders en Wall Street, completamente desnacionalizados, como los millonarios de hoy, que apostaron en 2001 contra los títulos de su propio país.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros, @pablotigani

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