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Opinión del Lector

Formulario confidencial para niños y niñas

Eva Giberti

Por Eva Giberti

Cuando se leen las estadísticas que mencionan violencia sexual contra niños y niñas es posible preguntarse cómo se obtienen esos datos. Aquellos que describen con detalle qué les sucede a las víctimas y que provienen del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Nación, específicamente del Programa Las Víctimas contra las Violencias, son el producto de lo que esas víctimas nos cuentan. ¿Cómo nos cuentan? Chicos y chicas ¿dialogan con las profesionales del Programa narrando cuáles maniobras han padecido por parte de los abusadores? ¿Y dónde se encuentran para sostener ese diálogo? Esas víctimas ¿confían en desconocidos? Algo raro parece entablarse en estos encuentros… ¿Que clase de encuentros?

La cita entre ambos está a la vista de todos: En las páginas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos existe un Formulario de Consulta Confidencial donde dice “Recibimos consultas confidenciales. Este mensaje será recibido por el Equipo Niños contra la Explotación Sexual y grooming del Programa Las Victimas contra las Violencias. Su información es muy importante. Si desea ser contactado por un profesional,para completarla es necesario que consigne su Teléfono, Nombre, Correo electrónico, Consulta, Link”.

Las consultas que llegan se extienden desde los 6 años y los 18 si consideramos a los niños y niñas.

¿Pero cómo un chico de seis años va a llenar ese formulario?¿Como va a leerlo y copiar un correo electrónico? Pues llegan las consultas desde esa edad, porque alguien puede leerlo y llenarlo por pedido del niño.

Sabemos muy poco de los niños y de las niñas. Sabemos muy poco de la capacidad que tienen para describir con palabras explícitas lo que una persona mayor les hace. Sabemos muy poco de la decisión de un chico de ocho años para escribir con detalle lo que sabe muy bien que es un abuso sexual o una violación. Se sabe víctima y solicita ayuda contra el adulto que lo ataca.

Niños y niñas no son personas que crecen mirando la teve sin pensar y sin comprender, Son personas que hablan entre ellos y se cuentan qué les sucede con los adultos.

Los profesionales del Programa Las Víctimas contra las Violencias que he creado y coordino desde el año 2006 tuvieron que aprender a leer la letra infantil y descifrar lo que parecía increíble narrado por las mismas víctimas. Por eso las estadísticas brillan por su claridad y se acumulan de acuerdo con los delitos porque las víctimas no se equivocan cuando se trata de registrar manoseos y penetraciones sin confundirse.

Niños y niñas escriben su nombre y apellido, su correo electrónico o teléfono por eso los profesionales pueden localizarlos en los horarios que las víctimas informan a sabiendas que ellas serán quienes atiendan. ¡Pero son muy chicos para hacer y pensar toda esa estrategia! Pues así son los chicos que no queremos conocer. Todas las cifras que se leen son el resultados de haber estudiado los mensajes que escribieron víctimas desesperadas, ya sin miedo de una golpiza adulta; porque saben que están pidiendo ayuda y que esas personas que los escuchan de alguna forma actuarán, con su acuerdo. De lo contrario solamente figurará el dato en la estadística. Piden ayuda porque entienden el formulario y comprenden que en alguna parte existe un adulto dispuesto a ponerle fin a su tortura, que está escribiendo para él o para ella. Entonces deciden arriesgar y narrar con su letra de chico o contar lo que le sucede.

Así los estadígrafos coleccionan historias que parecen inverosímiles pero que son horrorosamente ciertas.

En distintas oportunidades no escriben, pero cuentan y dejan testimonio hablado de lo que les hacen, entonces la cuenta estadística es un testimonio narrado, por ejemplo: Entre noviembre 2016 y mayo 2021 se recibieron 306 llamados de violencia sexual realizados por niños, niñas y adolescentes desde todo el país. En el año 2020 se registró un incremento del 190% respecto del año 2019. Si se realiza una proyección para el año 2021 a partir de enero a mayo se puede esperar que supere al 2020 (158 consultas proyectadas) ¿Qué más nos dicen los estadígrafos?

En marzo 2020, por la PANDEMIA, la LInea Nacional 137 inauguró una línea de WhatsApp para quienes no tuvieran posibilidad de hacer una consulta hablada, pero sí mensajes escritos. Durante el 2020, el 17% de los pedidos de ayuda que realizaron los niños y adolescentes fue desde sus teléfonos celulares y la aplicación de mensajería instantánea WhattsApp , y en 2021 (hasta mayo ) el 50%. La incorporación de la Linea WhatssApp parece haber colaborado con el incremento de dichas consultas.

El mayor porcentaje ingresa por llamados a la línea Nacional 137 (60%) y le sigue el recientemente inaugurado Whats App 137 (18%).

¿Quiénes llaman con mayor frecuencia? Con la Línea Nacional 137, el 87,7% de los llamados corresponde al género femenino y el 18,6% al masculino.

De las víctimas femeninas, el 32% tenía 17 años, que es un porcentaje correspondiente a la adolescencia, pero es preciso reconocer que la edad de las otras víctimas se desarrolla en una escala que se extiende entre los 6 años y los 16.

En cuanto a los agresores “denunciados”, un11% era un padrastro;, un 32%, un desconocido; el padre, un 8%; 8,8%, otro pariente; abuelo, 2,6%; hermano, 2,3%; madre, 1,3 %.

Corresponde advertir que el 42,1% de los agresores son familiares de la víctima.

Históricamente es sabido que los porcentajes de ataques sexuales contra niños y niñas proviene del ámbito familiar; pero no contábamos con la certeza de la narración verbal y escrita por parte de las víctimas siendo ellas mismas quienes plantean la “denuncia” en busca de apoyo. Máxime cuando el sistema utilizado es un medio de comunicación.

La tranquilidad familiar ha sido alterada si de perversiones se trata. Allí los niños y las niñas han encontrado la alternativa que les ofrece la modernidad tardía pata hacerse escuchar y para hacerse leer. Los miembros de las familias ya no cuentan con el refugio de preguntar “¿Como puede pensarse eso de mí que soy su padre o su abuelo o su hermano?”… porque los chicos y las chicas les pueden escupir en la cara la evidencia de sus documentos planificados por ellos mismos en su rol de ciudadanos.

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