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Opinión del Lector

Inteligencia artificial: impacto económico y políticas públicas

Alejandro Vanoli

Por Alejandro Vanoli

Desde una mirada optimista la tecnología permitirá sustituir tareas repetitivas o peligrosas, proporcionando tiempo y medios para estimular la creatividad en la espera laboral y personal.

La inteligencia artificial (IA) es ya una realidad. Lejos de ser parte de utopías distópicas propias de Orwell o Bradbury, más allá de lo anticipatorio de películas como Blade Runner o Matrix, el mundo donde la inteligencia artificial “se va de las manos” que reflejan series como Black Mirror o Black Rock Shooter Down Fall es más presente que futuro.

La inteligencia artificial se implementa en sistemas que intentan reproducir capacidades cognitivas del ser humano. Las máquinas no solo pueden procesar datos a gran velocidad o ser una gran base de información, sino que tienen capacidad de aprendizaje, razonamiento y “percepción”. Tal parece que como imaginó Philip Dick los androides están empezando a soñar con corderos eléctricos.

Esto constituye una nueva “revolución tecnológica con fuerte impacto en el mundo de la producción y el trabajo y en pocos años cambiará la forma de vida de los seres humanos. Ni nosotros ni los Estados pueden ser indiferentes.

Desde una mirada optimista la IA permitirá sustituir tareas repetitivas o peligrosas, proporcionando tiempo y medios para estimular la creatividad en la espera laboral y personal. Pero hasta el propio FMI ha reconocido que los efectos en la estructura económica, empleo y distribución del ingreso será globalmente regresiva.

Empleo

Si bien la IA impulsará la creación de nuevos empleos, con un 30% del empleo total beneficiándose de las nuevas tecnologías la destrucción de empleo sería superior a la creación de trabajo.

El Fondo proyecta que están amenazados el 33% de los empleos en países desarrollados, el 24% en los países en desarrollo y un 18% en los países más pobres.

El mayor impacto en los países más ricos se debe a que su fuerza laboral es proporcionalmente más calificada y la IA amenaza por ahora en menor proporción a las tareas manuales. Se prevé que a lo largo de 5 años la tasa de desempleo se eleve estructuralmente (más allá del impacto cíclico) en 2% puntos porcentuales adicionales.

Si bien la IA impulsará la creación de nuevos empleos, con un 30% del empleo total beneficiándose de las nuevas tecnologías la destrucción de empleo sería superior a la creación de trabajo.

A título de ejemplo puede observarse como la IA está desplazando empleos en los servicios de traducciones, tal sustitución es también muy notoria en diversos servicios de atención al público efectuado por robots.

Si bien los países en desarrollo se ven a priori menos amenazados en lo inmediato lo cierto es que estos países tienen una economía con menos capacidad para amortiguar el impacto del cambio tecnológico en el empleo, tanto desde los recursos para compensar ingresos como para crear nuevos empleos que se beneficien de la alta tecnología.

De hecho, podemos observar que no solamente la AI produce textos, sino presentaciones, material fílmico y hasta obras de arte. Recordemos la reciente huelga de guionistas de Hollywood que pararon no solo por reclamos salariales sino por el uso de la inteligencia artificial en la industria.

Productividad

Si bien teóricamente la IA aumentaría la productividad de la economía, ello supone que los trabajadores desplazados se reinserten a actividades de productividad al menos similar.

Existen múltiples cuestiones a resolver para permitir la expansión de las nuevas tecnologías con IA desde temas de propiedad intelectual hasta cuestiones legales de responsabilidad civil (Ej. autos autónomos). Un tema candente es como los Estados limitarán o regularán la IA para morigerar los aspectos más conflictivos.

Un aspecto clave es si van a preponderar sistemas de IA cerrados, como los más avanzados que se están desarrollando y de alto costo o se diseminan sistemas abiertos menos costosos que permitan mejores procesos productivos en toda la economía y no solo en las grandes empresas.

Inequidad

Otra cuestión candente es cómo afectará esta tecnología por grupos de edades y niveles de formación. El escenario más probable es que se remplacen trabajadores calificados de niveles medios y más de 40 años de edad por trabajadores más jóvenes con menores salarios. Un aumento del desempleo estructural que reduce la masa salarial.

Un tema es la calidad futura de los consumos (incluida alimentación) por estratos sociales. No hay dudas que la provisión de bienes y servicios masivos serán prestados por mecanismos automatizados de bajo costo. La atención humana de calidad será más cara, para sectores de ingresos altos. Un pianista ejecutará sus obras para quienes puedan pagar y el resto de la sociedad tendrá que conformarse con reproducir medios electrónicos incluyendo obras compuestas y reproducidas por IA.

En las últimas décadas aumentó la desigualdad por un mayor desempleo (Europa), más desigualdad de ingresos (Estados Unidos) y las dos causas juntas en América Latina.

Concentración de la Economía

Desde los años 40 a los años 70, tras la Segunda Guerra Mundial y dada la guerra hegemónica entre el capitalismo y el comunismo, fue posible conciliar una tasa de crecimiento de la economía con una demanda creciente, lo que exigía más empleo y mejores salarios.

Se popularizó el acceso a bienes industriales especialmente durables y a servicios de entretenimiento que hasta los años 30 eran privativos de los sectores más ricos.

Desde los años 70 está avanzando en el mundo la concentración económica. La expansión del consumo está más orientada a productos de menor durabilidad y alta gama destinados a los sectores con mayores ingresos. Esto permite que pueda crecer la economía como hasta hace 100 años en un mundo cada vez más desigual.

En relación a lo que vimos del tipo de IA predominante (sistemas cerrados versus abiertos), por ahora predominan sistemas básicos temporalmente gratuitos e IA pagas más potentes y con mejor información.

Esto genera un fuerte crecimiento de las ganancias de las “siete magníficas” Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta, Nvidia y Tesla que concentran las mayores ganancias y capitalización accionaria en los EEUU.

Las mayores empresas ya no son las automotrices ni las energéticas ni los bancos. Microsoft y Apple encabezan la capitalización del Nasdaq (segundo mercado de valores en Estados Unidos), Nvidia la más orientada a IA está en tercer lugar y Amazon en el sexto. Microsoft tiene una capitalización de mercado de US$ 2,10 billones, cinco veces el PBI de Argentina y casi un 9% del PBI de los Estados Unidos. Las 7 magníficas juntas ya representan un 40% del producto norteamericano.

De hecho, las siete magníficas crearon junto a otras grandes empresas multinacionales una entidad Coalición para una IA segura (COSAI) que pretende establecer una “autorregulación propia del sector. Los Estados deben establecer regulaciones que defiendan tanto el empleo como la adecuada atención adecuada a personas vulnerables, a adultos mayores y personas con capacidades diferentes, además de la protección de datos personales.

Políticas públicas

No hay duda que los Estados deben promover la introducción de tecnología en la economía, pero deben neutralizar o compensar sus efectos regresivos. Hay una fuerte discusión ética y económica sobre todo lo que implicará la IA en derechos civiles y sociales.

A nivel global y como proceso de una mayor desigualdad, los Estados fueron reduciendo los impuestos al capital y subiendo los impuestos al trabajo. Desde 1980 los impuestos sobre el capital son menores que los impuestos al trabajo. Los impuestos mundiales a trabajadores crecieron de 25% al 30% en 2022, mientras que los impuestos al capital bajaron del 27% al 20%. Esto introduce un sesgo adicional a reducir trabajadores y a un mayor desempleo.

El propio Fondo promueve la elevación del impuesto a las ganancias a nivel mundial y la introducción de impuestos a los ricos para redistribuir los beneficios de la productividad.

En la Argentina vamos a contramano de esta tendencia global de elevación de impuestos directos, que ha impulsado a nivel global la Secretaria del Tesoro de los EEUU Janet Yellen. La última reforma tributaria impulsada este año por el gobierno argentino reduce los impuestos a los ricos y grava a los trabajadores.

A título de ejemplo puede observarse como la IA está desplazando empleos en los servicios de traducciones, tal sustitución es también muy notoria en diversos servicios de atención al público efectuado por robots.

Otra cuestión es que, para evitar el desempleo, los países desarrollados promueven una reducción en las horas trabajadas para redistribuir el trabajo humano entre más personas y mejorando las condiciones de vida. En esto también vamos a contramano en la reforma laboral en discusión.

Una cuestión central es la promoción científica y tecnológica, la necesidad de mayor presupuesto en investigación como hacen todos los países centrales y emergentes (en la Argentina desfinanciamos el Conicet) y el fortalecimiento de las empresas tecnológicas (INVAP, Arsat, etc). Lejos de promover a estas empresas se les reduce el presupuesto y aunque se evitó su privatización con los cambios introducidos en la Ley Bases, avanza su vaciamiento y se facilita la entrada al mercado argentino de competidores extranjeros, con recursos casi ilimitados y que tienen todo el apoyo de sus Estados en EEUU y Europa.

Un último tema es un enorme desafío a abordar. Sin renunciar a pensar sociedades donde la gente tenga un trabajo digno, la Argentina debe implementar ingresos sostenibles que no dependan enteramente de la contribución personal.

Eso requiere fortalecer el sistema de seguridad social ante los cambios en las modalidades del trabajo. Cada vez más países además de cuidar el trabajo fortalecen sus sistemas públicos de seguridad social. La posibilidad de 30 años de aportes en un trabajo formal se vuelve una utopía cuando los adultos pierden el trabajo siendo aún jóvenes incluso en países con políticas productivas.

Nuestro actual debate previsional atrasa 100 años. Es necesario financiar con recursos tributarios pensiones que serán cada vez menos contributivas y diseñar un esquema de seguridad social con un seguro de desempleo e ingreso ciudadano universal con pilares múltiples (contributivos y no contributivos) para que las personas tengan ingresos dignos a lo largo de toda su vida.

El mundo del trabajo tendrá cambios radicales en los próximos 5-10 años. Los países desarrollados tienen una agenda integral que implica generar una mayor productividad, atenuar la concentración, cuidar el empleo y fortalecer la seguridad social.

Agenda sin dudas “insuficiente” para paliar las consecuencias negativas del cambio tecnológico, pero que intentar limitar un caldo de cultivo de creciente desempleo con un impacto social de magnitud que en el mundo generó una terrible guerra mundial hace 85 años.

Mientras la Argentina a contramano del mundo se hace la apología de la concentración y el monopolio, se establece un marco económico, normas, un sistema impositivo y previsional que lejos de promover crecimiento y equidad, generará un peligroso y creciente estancamiento, pobreza y desigualdad.

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