Por Pablo Tigani
Un repaso por la llegada de Carlos Menem al poder y su gestión económica. La estrategia de Javier Milei en un contexto similar.
Cuando el presidente Carlos Saúl Menem asumió el 8 de julio de 1989, estábamos viendo la televisión desde Ámsterdam. Antes de salir el 26 de junio en el aeropuerto de Ezeiza, calculé que el precio de la gaseosa más popular que bebí costaba (u$s 0.17). Ese mes de junio de 1989 (último mes de Alfonsín) la inflación fue 114.5% en 30 días, las reservas estaban en u$s 1.700 millones, el salario base 100 de 1984 era (43.60). Las grandes compañías del sector productivo se la pasaban “timbeando”; empresas manufactureras con mesas de dinero y títulos en sus gerencias financieras hacían arbitrajes y colocaciones descomunales, con ganancias siderales en dólares (como en los actuales 260 días).
Había surgido como líder del peronismo un riojano con aspecto rústico que reproducía a Facundo Quiroga. La sorpresa llegó cuando el presidente designó ministro de Economía al CEO de Bunge & Born, Miguel Roig, de una corporación archienemiga del peronismo. El vice ministro, también del grupo B&B, era el distinguido economista Orlando Ferreres. El ministro imaginaba el ajuste, con una estructura de precios relativos, del orden que deseaba el establishment. Puso también el dólar a 655 Australes. Al primer ministro de Economía, a solo 8 días de asumir, debido a su fallecimiento (QEPD), lo sucedió el CEO que había quedado en su lugar en B&B, Néstor Rapanelli.
En el entendimiento de Ferreres estaba la deuda interna y la financiación de los desequilibrios del sistema de seguridad. Entonces, Menem y los BBB (Bunge Born Boys) habían negociado el compromiso con la empresa y otras cerealeras para recibir un anticipo de dólares y así oxigenar el plan. Los grandes grupos de siempre comprometieron inversiones en petróleo, siderurgia y construcciones. No obstante, cuando Javier González Fraga recogió los dólares en Nueva York, solo habían depositado u$s 400 millones.
Los empresarios cumplieron con parte de lo prometido, vendieron pocos dólares e inmediatamente pasaron por ventanilla y los recompraron. Habían pasado solo unos meses y la euforia comenzaba a decaer (como ahora); era peligroso el sentimiento, porque los mercados tenían mucho poder y poseían la potestad para desestabilizar cualquier tipo de plan que no les pareciera beneficioso (eso no sucede, aún). Recuerde que los “capitanes de la industria” venían cebados y engordados por 13 años de financiarización de la economía (7 años de dictadura cívico-militar y 6 de gobierno de Raúl Alfonsín). Además de inflación de 3 dígitos altos anuales permanentes, tuvimos una hiperinflación (más de 13 años) de estancamiento (más de 13 años) y caída del PBI per cápita (brutal, ni parecida a la herencia de Milei).
Al igual que con el gobierno de LLA-PRO hoy día, la situación financiera iba empeorando (ahora mismo, la deuda pública ha aumentado desde el 10 de diciembre de 2023, alrededor de u$s 85.000 millones). Daniel Marx (funcionario de Alfonsín, Menem, De la Rúa) había emitido considerabilísima deuda (mucha, pero menos que Caputo). Roberto Lavagna la había titulado: “festival de bonos”. El resistente Lavagna fue secretario de Comercio de Alfonsín, había sido funcionario de Gelbard y volvió como ministro con Néstor Kirchner.
Menem tenía el menor nivel de reservas del período previo (mejor que el BCRA hoy), y así se acentuaba un proceso de fuga de capitales, con los exportadores que empezaban a presionar para aumentar el tipo de cambio. Pese a que la contracción económica había significado una importante disminución de las importaciones (como actualmente), se estimaba que la diferencia entre los u$s 5.000 millones existentes de saldo de la balanza comercial y la pérdida de reservas era de unos u$s 1.800 millones (huía del país), a un promedio de u$s 30 millones por día (hoy aumentan los depósitos en dólares, que permiten que haya reservas netas negativas).
En diciembre de 1989, se hizo cargo del Palacio de Hacienda Antonio Herman González. El 18 de diciembre de 1989, Argentina reabrió los mercados y el dólar billete se desplomó un 28%, desde 1.800 Australes a 1.300 Australes (Milei no se atreve a levantar el cepo). No obstante, las remarcaciones agitaban las estanterías de los comercios, que no paraban de subir los precios. La confusión era total. Todo había pasado de barato a caro en dólares. - ¿Le suena? - La ilusión duró poco, porque el 27 de diciembre el billete valía 2.000 Australes; la city festejaba, como lo hace ahora en estos casi 9 meses de gobierno de Javier Milei. Hacían “carry trade” y “se daban vuelta”, súbitamente, una y otra vez (hoy han ganado más de un 60% en dólares).
Comenzaba a despuntar la idea de ir a una Convertibilidad. En ello trabajaba mi profesor del Instituto de Economía Política Aplicada de la Universidad Católica de La Plata, el Dr. Eduardo Curia, con la colaboración de Raúl Cuello “Cuellito” y Saúl Bouer. El esquema preveía una fuerte compensación salarial y otras medidas de asistencia social, en procura de amortiguar el impacto inicial del programa (todo lo contrario de Milei). El último día del año 1989, la tasa de interés mensual era de 600%, mientras se hablaba de la dolarización de la economía y se buscaba asistencia financiera de EE.UU. (lo mismo que Milei y Caputo, fracasaban). No conseguían el compromiso de las autoridades estadounidenses ni de los bancos. (No había credibilidad. No hay credibilidad).
Del fracaso de conseguir dólares para dolarizar, surgió la alternativa de “fortalecer la moneda nacional”. Antes eran dolarizadores; de repente ya nadie defendía la dolarización (lo mismo que en este momento), así daban lugar al “Plan Bonex” (Ferreres que sabe lo que dice: hoy “una especie de Plan Bonex”), cuya implementación provocó enormes transferencias de ingresos de un sector a otro y produjo un abrupto quiebre de la cadena de pagos… por supuesto, las ventas de las empresas estaban detonadas (un poco menos que actualmente). Si la economía estaba estallada, con la aplicación del Plan Bonex se destruyó por completo. Esto es lo que podría suceder si hubiera algún reperfilamiento compulsivo de los títulos de la deuda pública. Recuerde que hoy representan el 40% de los activos de los bancos. La bolsa se hizo pomada; algunas acciones líderes perdieron alrededor del 50% y, en febrero de 1990, comenzaba otra escalada del dólar.
En un nuevo intento por controlar las variables económicas y obtener superávit fiscal, el 4 de marzo de 1990 salió el decreto 435/90. Programa de estabilización económica y de Reforma del Estado. Medidas tendientes a su continuación y profundización. Normas impositivas y modificación. El verdadero cambio de rumbo se produjo en noviembre de 1990, cuando se dictó el decreto 2.476 del 26 de noviembre: “Racionalización de estructuras. Plantas no permanentes. Desregulación de mercados. Privatización. Ministerios de Defensa, de Educación y de Justicia. Fortalecimiento institucional. Mejora de la atención al público. Privatización de servicios no esenciales. Modernización tecnológica de la administración pública. Jerarquización de la administración pública. Reducciones complementarias de dotaciones. Control administrativo. Reconvención laboral. Jubilaciones de privilegio. Disposiciones generales”. (Sturzenegger copia de Dromi). Estereotipado del original, un “duplicate” del equipo imitador, embelesado por Dromi, según se supo: “Sturzenegger, Juntos y el modelo de país que quisieron (y ahora quieren) imponer. Un artículo del economista publicado ayer evoca peligrosamente la idea del manejo totalitario y fascista del Estado, al tiempo que plantea un retorno a las prácticas delictivas y de persecución que afectaron al Grupo Indalo” (ambito.com, 6 de marzo, 2023).
Los gerentes financieros estábamos estresados
Cuando por fin Herman González reconoció el atraso cambiario (como podría suceder pronto con “Toto” Caputo), se desató una tormenta que llevó el dólar a 5.800 Australes. Recuerde, arrancaron con 650 Australes (aumento casi 9 veces). Así se acercaba el final del ministro González (como podría llegar el final de Caputo, si se devalúa o el mercado no le renueva los $80 billones que vencen en los próximos 6 meses).
En enero de 1991, trabajar en un grupo agroalimenticio exportador, con mesa de dinero, commodities, futuros y opciones, no era muy saludable, aunque ese holding era maravilloso, el verano fue terrible. Temblaba “la City”, venía Domingo Cavallo. Llegué de Reconquista y Mitre con la noticia. La mayoría de los CFOs (Gerentes Financieros) recordábamos su pasado “licuadora de pasivos (1982) y esperábamos lo mismo. Sin embargo, eso no sucedió. Apenas el mercado desafió a Cavallo, llevando el dólar a 12.000 Australes; este le vendió u$s 250 millones a 10.000 Australes y, una semana después, recompró esos mismos u$s 250 millones, incluso con alguna ganancia, a 9.880 Australes. Todo lo contrario de lo que sucedió con Caputo y Sturzenegger en 2018 con Macri, que perdieron u$s 20.000 millones en un par de meses y nunca volvieron a recuperarlos. En 3 meses Macri los expulsó a los dos.
Convertibilidad
En abril de 1991 llegaría la Convertibilidad del Austral y la apertura de la economía. El dólar en 10.000 Australes dejó a algunos sectores sin otra alternativa que hacer reingeniería de primera y segunda generación, “financiera” y “downsizing”, en ese orden. Si continuara la apreciación del peso, podría ser igual, aunque habría menos tiempo para reaccionar. Hoy las empresas se tienen que reestructurar porque no van a poder pagar; la mayoría debe hacer una “reingeniería de primera y hasta de cuarta generación” (financiera, downsizing, cultural y de negocios).
Y, aunque en 1991 la paridad cambiaria no satisfizo a los agroexportadores, les pareció bien la rebaja de retenciones, la disminución de costos de insumos importados y las rebajas selectivas de tarifas. Sin embargo, la industria se vio seriamente afectada por la importación. En noviembre de 1991 se firmó el decreto 2284 (Desregulación económica, reforma fiscal, 31-10-1991, publicada en el Boletín Nacional del 01-Nov-1991). En resumen; desregulación económica del comercio interno de bienes y servicios del comercio exterior; reforma fiscal; mercado de capitales; sistema único de la seguridad social; negociación colectiva; disposiciones generales, a través del cual se produjo una importante transferencia de ganancias en los distintos sectores de la economía.
Después de varios veranos calientes, en febrero de 1992, los CFO (gerentes financieros) volvimos a irnos de vacaciones. El dólar mantenía el precio desde que el ministro Cavallo había asumido. En abril de ese año, Argentina entraba al Plan Brady, con el regreso de Daniel Marx, el hijo del General Liendo (ex jefe de Cavallo durante la dictadura cívico militar), Horacio Liendo (h) y Rafael Iniesta. Tasa fija a 30 años no superior a 6% o quita de 35%. En un país tonificado por la gimnasia de la evasión, la recaudación fiscal llegó en 1991 a los u$s 18.000 millones, 40% arriba de 1989.
Los daños fueron catastróficos; empresas totalmente arrasadas, pymes arrancadas de raíz (como al presente), obreros e ingenieros de SOMISA manejando remises o alquilando canchas de paddle por doquier. Daños de gran consideración en gran parte de los ciudadanos; unos pocos comenzaban a pagar con tarjeta de crédito sus electrodomésticos asiáticos y europeos. Con el dólar barato, una parte más reducida empezaba a comprar automóviles alemanes, comer quesos franceses y vestir trajes italianos portando relojes suizos de alta gama, con solo ¼ del PBI per cápita de Europa (eso es lo que puede venir, si llegan a entrar muchos dólares).
(*) Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros, @pablotigani